
Por Natalia Buiatti,
de ANALISIS DIGITAL
Tres testigos comparecieron este jueves ante los jueces federales Lilia Carnero, Roberto López Arango y Noemí Berros, en el juicio oral y público que se sigue por delitos de lesa humanidad cometidos en la costa del Uruguay, durante el último Golpe Militar.
En esta etapa del proceso se investigan los delitos cometidos en Gualeguaychú, de los que fueron víctimas Enrique Zapata, Héctor Rodríguez, Víctor Carlos Ingold, Félix Donato Román, Emilio Raúl Martínez Garbino y Jaime Gustavo Martínez Garbino. En tanto, entre las víctimas, Oscar Alfredo Dezorzi y Norma Beatriz González continúan desaparecidos.
La causa que corresponde al Área Gualeguaychú tiene como imputados al ex ministro de facto, Albano Harguindeguy; al mayor Juan Miguel Valentino -quien fue jefe del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada II con asiento en Gualeguaychú-. Además, en el banquillo de los acusados también están Santiago Kelly del Moral, retirado con el grado de teniente coronel y entonces jefe de Sección de Exploración en el Escuadrón de Gualeguaychú; y los ex policías de la provincia Juan Carlos Mondragón y Marcelo Alfredo Pérez.
“Kelly desfilaba como un nazi”
Héctor Daniel Pon es contador. Cuando fue convocado para hacer el Servicio Militar, el 19 de abril de 1976, le faltaban dos materias para recibirse. “Fui convocado como soldado”, aseveró. Ante el tribunal, ratificó la estructura de mando en el Regimiento de Gualeguaychú. “El mayor era Valentino, el subjefe era Gustavo Zenón Martínez Zuviría”, detalló. “Ser jefe de Área era tener un poder absoluto, todo pasaba por su figura”, apuntó. La estructura seguía con los tres jefes de sección, Anchus, (Santiago) Kelly del Moral y (Carlos Alberto) Ceretti. “Las tres eran iguales”, afirmó.
El testigo relató que allanaron la casa de sus padres en dos oportunidades, y que la segunda vez él mismo fue parte de este operativo. “La primera vez fue el 24 de marzo. Yo estaba en Santa Fe estudiando. En el operativo lo buscaban a mi hermano que es abogado, pero él no estaba. Además, detuvieron a sus socios: Rodríguez y Zapata. Mi hermano no fue a la cárcel porque una semana después habló con Valentino”, recordó.
El segundo episodio de esas características fue en septiembre del mismo año. “Fue un día antes de que se inaugurara el puente (internacional San Martín). Yo era soldado y la pasé bastante mal. Primero me quedé alejado, pero cuando Ceretti se dio cuenta que en ese domicilio vivía mi familia me hizo participar. Esperé sentado en el techo de mi casa, armado con un Fall. Era casi al mediodía. Personal del Ejército sacó a mis padres de su casa y los hicieron esperar afuera. Recuerdo que Martínez Zuviría entró por la ventana diciendo que había casa bobos. Buscaban a mi cuñado que ya no estaba, pero la detuvieron a mi hermana que estaba embarazada”, precisó.
Pon además contó que una vez, mientras prestaba funciones de soldado en el Regimiento, escuchó a Angerosa. “Un día después del almuerzo fui para la cuadra y en una de las habitaciones estaba el soldado (Ricardo) Freire que hablaba con alguien. Freire me dijo que ahí estaba Angerosa, con quien estaba hablando, y me pidió que le haga de campana. Escuché a Angerosa, era como que tenía desconfianza y le pedía a mi par que se identifique. Me quedé un rato hasta que vi venir la guardia y le avisé”, asentó.
Manifestó que en otra oportunidad, mientras cumplía guardia en la puerta del Regimiento, de noche, dio paso a una patrulla de la Policía Federal de Concepción del Uruguay. El testigo vinculó el hecho a la detención de Norma Beatriz Noni González. “Me avisaron que debía dejarlos pasar, que llegarían a hablar con Valentino, pasada la medianoche. Pregunté qué había pasado y me respondieron que era porque habían detenido a unas personas de Gualeguaychú. Después de unas horas, mi guardia terminó pero nunca vi salir de vuelta a la patrulla”, acotó. “Cuando salí del Regimiento, mi madre me dijo que la habían detenido a Noni. Le respondí que era la Policía de Concepción”, remató.
Asimismo, se refirió a las instrucciones y arengas diarias que recibían los soldados de parte de sus superiores. “Nos decían que el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) o Montoneros nos podían atacar. Nos metían miedo y había gente que se lo creía. Justamente por eso, había soldados que vivían con el Fall cargado. Nos decían que podían degollar a los guardias. Era una psicosis”, describió.
En la misma línea, calificó al fallecido Martínez Zuviría como “un sádico” y lamentó que estuviera muerto. “Nos bailaba 45 minutos sin parar”, apuntó para referirse a las órdenes que recibían los soldados del superior. “Nos hacía vomitar de cansados, nos ordenaba cuerpo a tierra y nos pisaba. Un día me fui a la ropería y pedí un saco de los alemanes, viejos, porque nos reventaban los dedos contra el asfalto. Qué lástima que falleció porque era el más perverso”, marcó.
También en términos específicos se refirió a Kelly del Moral. Recordó que por aquellos años era un militar joven, de apenas unos 22 años. “Quería hacer como que fuera el máximo representante del Ejército. Desfilaba como un nazi. Hacía una sobreactuación. Buscaba destacarse, pero era una cosa de chico joven -consideró-. Era especial”, sostuvo.
“Para ver a mi marido en la cárcel pasé humillaciones terribles”
Elsa Angélica Rodríguez de Zapata contó este jueves cómo detuvieron a su esposo, Enrique. “El 24 de marzo, a dos horas de anunciado del Golpe Militar, es decir a las 4 de la madrugada, golpearon la puerta de la casa de mi suegra que vivía en el mismo edificio que mi marido, mis hijos y yo. Con un gran operativo asistieron unos cuantos señores vestidos de verde a mi casa. Por supuesto que mis tres hijos se despertaron. Venían con una orden de detención para mi marido”, rememoró.
La mujer agregó que durante el operativo revisaron toda su casa y se llevaron libros de historia sindical y del Cordobazo por considerarlos “literatura subversiva”. Además, le sacaron un retrato de su esposo cuando tenía apenas 12 años. “A esa foto se la había sacado su hermano. No sé para qué se la llevaron”, reclamó.
“A mi marido lo llevaron al Regimiento. Me quedé sola con mis tres nenes sin saber qué hacer. Mi suegra vio escondida en el balcón todo el operativo. No entendíamos nada de lo que pasaba. Quedamos levantadas pensando qué hacer. Como mi marido era socio de Héctor Rodríguez y Pon, se me ocurrió llamarlos por teléfono, pero no me atendieron porque ellos también habían sido detenidos. Al mediodía recibí la noticia de que mi marido estaba en el escuadrón de Gualeguaychú, y que me quedara tranquila”, contó.
“Pasaron los días. En el mismo operativo me secuestraron armas de caza. Entonces decidí entregarle a Valentino el comprobante de las armas. Le pregunté por qué había detenido a mi marido, y si lo acusaba de subversivo, porque en declaraciones al diario El Argentino, dijo que no había Golpe de Estado, ni detenidos políticos, sólo subversivos, por lo que se deduce que mi esposo fue detenido por eso”, planteó. “Valentino me dijo que me quedara tranquila. Me insistió en que esto era como un embudo, por lo que yo estimé que mi esposo iba a salir. Creo que me quiso decir que se iba a demorar la libertad, y llegó, pero después de seis meses y nueve horas”, precisó.
“Un día, un abogado de Urdinarrain se preocupó por la detención de los tres colegas de Gualeguaychú, porque estaban encarcelados sin explicación. Me propuso hacer algo. Enviamos un telegrama a Videla (Jorge Rafael, presidente de facto), pidiendo la liberación. A la solicitud adhirieron otros abogados”, recordó. “El pedido se publicó en los diarios de Gualeguaychú también, pero nunca tuvo respuesta”.
En otra oportunidad, la mujer recibió una llamada telefónica por la que le indicaron que habían trasladado a su esposo a la UP de Gualeguaychú. “Ahí nos empezamos a comunicar por carta. Recién a los 21 días de estar en la cárcel se le permitió recibir a familiares. Recuerdo muy bien las visitas. Ellos eran muy delicados, pero hasta la bombacha me bajaron para revisarme”, se indignó. “Las humillaciones fueron terribles”, recalcó.
Conde, el ex militar que no sabía de la existencia de cárceles en Paraná
Oscar Justo Conde es ex militar. Este jueves declaró como testigo en el marco de la Causa Harguindeguy. Aseguró que fue oficial de servicios de guardia en Paraná, y que su trabajo consistía en controlar que las guardias se estuvieran cumpliendo. Dijo que nunca escuchó, ni tuvo conocimiento de detenciones por parte de militares. “Nunca vi un civil detenido”, esbozó.
Asentó que entre las recorridas cotidianas se incluía el Hospital Militar de Paraná, y sostuvo que allí nunca vio entrar parturientas detenidas. Bajo juramento, agregó que nunca conoció al personal de Inteligencia, sin embargo en Instrucción había dicho lo contrario. Aún más, este jueves negó que llegara personal de Inteligencia desde Rosario al nosocomio. “La función mía era controlar las guardias”, insistió.
Como oficial de guardias, testificó que nunca designó personal del Ejército para reforzar el personal en las unidades penales. Es más, dijo desconocer la existencia de cárceles en Paraná.