Por Belén Zavallo 

(Especial para ANÁLISIS)

Artistas para el Pueblo es un colectivo que nació a finales del 2015 en la cátedra de la Licenciatura de Arte en Grabado del Prof. Guillermo Hennekens. Lorena Ledesma Magnín y Hernán Guerrero son artistas, son amigxs y ambos tienen sus raíces en pueblos del interior. Lorena creció en Basavilbaso y Hernán en Cerrito. “La propuesta de hacer algo gráfico y usando las paredes de la universidad como soporte, nos permitió tener una mirada más amplia. Llevamos la universidad pública, corrimos las paredes, sacamos lo aprendido y creímos en que el arte se construye sólo si es vista por un otro”.

Los Artistas para el pueblo sintieron que la calle se les abría para entablar un diálogo entre el transeúnte y la creatividad. Empezaron con afiches tipográficos que remitían a la estética de las carpas circenses y al ámbito de la bailanta, y desprendían, desde esa captación de colores que estallan, cuestionamientos sobre los temas que hoy están en agenda: vínculo con el paisaje, con el río, con los humedales, con nuestra forma entrerriana de ser parte de esta tierra. “Miramos qué estaba pasando en la sociedad respecto al entorno y la gente”. Así surgieron las dos primeras frases que se instalaron como representativas del colectivo:

“QUE TE ATRAVIESE EL RÍO, GURÍ”

“NOSOTROS BARRANCA

NOSOTROS GURÍ

NOSOTROS RÍO”

Su obra, hoy expuesta hasta en el Museo Reina Sofía de España, empezó en el asfalto paranaense. “Hacíamos las pegatinas de noche, con Agustín Zuttión que no acompañaba con el registro fotográfico. Nos extendimos por bares, plazas y puntos estratégicos. Esa fue la primera acción que tuvo una repercusión importante porque los medios se hicieron eco y porque se disparaban preguntas hacia la relación con el agua que nos rodea. En 2016 continuamos con la tirada de afiches, ya instalados en una red de artistas más amplia, entre la misma provincia y en todo el país.”

Así, la poética del río y la implicancia con la lucha social han sido para ellxs un punto de tensión y de creación, un espacio neurálgico para que se active el pensamiento a través de prácticas artísticas que transitan la calle como si fuesen un organismo vivo, que no anclan en paredes rígidas, que se mueven como el agua hacia las orillas, y que se desgastan como las formas de la arena. Lorena y Hernán entienden el arte desde sus orígenes, y como la posibilidad de hacer un camino hacia adentro, recuperan a través de su relación con el arte la historia de sus ancestros, la polvareda de la memoria se levanta. En el presente, las noches paranaenses dejan que sus risas suenen, entre sus anécdotas en las pegatinas está la cámara de Agustín como registro, la pared intervenida, el grito el vecino que no entiende del arte fuera del museo, el patrullero cuestionando la palabra, la amistad bajo la luna y sobre el cemento.

Desde las calles de tierra, desde las ciudades sin edificios que rasquen las nubes, desde los alambrados de los campos rociados con agrotóxicos, desde la simpleza de la gente de pueblo pero con la firmeza de los sueños Lorena y Hernán proyectaron su arte y, en un movimiento inverso y reivindicatorio, conquistaron hasta Europa.