Memoria Frágil y el crimen por encargo del ex basquetbolista, Enzo Benedetich

Enzo Benedetich

Enzo Benedetich fue asesinado el 26 de septiembre de 2009.

De ANÁLISIS

Debe haber pocas familias en Paraná que hayan demostrado tanto amor al básquetbol como los Benedetich. Sergio y Mario fueron sin dudas sus mayores figuras, participando en los mejores equipos de la capital entrerriana e incluso en las selecciones provinciales de la década del ’80, integrada por inolvidables jugadores. En un escalón más abajo, quizás algo opacado por las figuras notables de sus hermanos mayores, estaba Enzo, también basquetbolista, que se destacó en Ciclista, Universitario y Olimpia.

Los Benedetich eran pasión, alegría, familia y básquetbol a todo pulmón. Cada uno de ellos trabajaba buena parte del día, pero así y todo dedicaban varias horas de la jornada para ganarse un lugar de privilegio en cada uno de los equipos que integraron y en medio de lo que fue el inicio de la Liga Nacional de Básquetbol, que abrió puertas como nadie para los jugadores del interior del país, fundamentalmente.

Esa alegría de la vida se rompió un 26 de septiembre de 2009. Fue cuando avisaron a la familia que habían asesinado a Enzo Benedetich.

 

 

Cómo era Enzo y cómo la relación con Liliana Rivas

“Como se recuerda un hermano, fuimos una familia muy grande y unida. Vivimos cerca de club universitario y de chicos éramos muy seguidos. Fue una infancia muy linda, llevadera, de familia, de jugar entre nosotros. Enzo era el más chico, como nuestra mascota, al que más consentíamos. Después de grande ya adolescente empezamos a incursionar en el deporte, jugamos juntos y en contra como se iba dando. Después Mario se fue a ciclista, yo a Echague. Enzo se fue un par de años a Echague y después volvió a universitario. Así, una cosa de amistad aparte de hermanos”, relató Sergio Benedetich, hermano. “Él era como más bohemio. Decir le gustaba andar mucho, no hacía mucho hincapié en lo económico, priorizaba amistades, familia, le gustaban los clubes, asados con amigos. Era muy, todos fuimos así, pero él era más. Tenía muchos amigos, lo sabíamos y cuando murió la cantidad de gente que se acercó, amigos que declararon que no tuvimos que llamar, hubo muchos que no declararon que fueron a dar testimonio con nosotros que si necesitábamos dejar asentada la personalidad o cómo se manejaba. Nos dimos cuenta del gran abanico de amigos que tenía”.

Sobre la relación con Liliana Rivas, Sergio contó que “siempre fue media compleja”. “Muy tirante, muy, cómo la veíamos nosotros. Liliana Rivas era muy personal, que la relación era de ella, que ella quería marcar las cosas pero en su momento, lo que te dice como hermanos es no meterte, son cosas de pareja. Sí había actitudes de ella que no las veíamos bien, diana y norma pueden dar testimonio porque eran compinches, chicos, después de la muerte de Enzo nos enteramos montón de cosas que sucedían en la casa que nos llamaban la atención. Empiezas a atar cabos, que era como pensaba. Conmigo, una anécdota o situación, ya jugábamos en veteranos, a fines de 2008, principios de 2009, antes del asesinato. Jugábamos al básquet, yo en Iquique y él en Olimpia y nos enfrentábamos. Entonces una tarde estuvimos hablando que esta noche después del partido vamos a tomar algo, bueno, listo. Él con su familia y yo con la mía, nos veíamos por ahí los fines de semana. Y bueno, Enzo no fue a jugar, cayó un poquito más tarde de empezar el partido de ropa de vestir, sin su equipo deportivo. Y bueno lo vi afuera y cuando terminó le pregunté si había pasado algo, que por qué no había ido a jugar. Me dijo que no, que esta loca, refiriéndose a Liliana Rivas, me quemó las zapatillas. Porque no quería que viniera a jugar, entonces me quemó las zapatillas. En algún momento fue una cosa que hasta ahí, pero después cuando te enterás de otras cosas. Atás cabos y la relación había sido un tormento, un infierno muy feo para él”, recordó.

Luis Miró lo recordó del siguiente modo: “Él era un tipo alegre, siempre, muy amiguero, tenía amigos por todos lados, en barrio, escuela, tenía mucha vinculación. Era un chico muy divertido y alegre. Recuerdos que vienen rápido, uno bastante gracioso fue en un campeonato entrerriano con la selección de juveniles de Paraná, jugando contra concordia u otro rival. El hecho es que en pleno partido, una lámpara gigantesca cayó del techo, no sé si habrá caído a medio metro de él, se desprendió del cable y cayó a medio metro de él, al ladito. Obviamente quedamos atónitos, quedó blanco, un poquito más blanco, nunca se caracterizó por tener mucho bronceado”.

Acotó que el vínculo entre Enzo y Rivas era complejo. “Siempre, yo no fui testigo de muchas cosas pero siempre escuché muchas cosas con respecto a que era una relación bastante conflictiva, referida, me enteré siempre por lo deportivo. Ella no quería que jugara al básquet, emprendía siempre contra su ropa, contra sus zapatillas, era una relación bastante conflictiva en ese aspecto”.

Norma Perina, prima de los Benedetich contó: “Yo le digo Longa o Chori. El Longa es mi hermano más grande, más grande que yo, el longa fue el compañero de aventuras cuando éramos chicos, fue mi compañero de fiestas, salidas, se casó, tuvo dos hijos. Fue mi amigo, y es, nosotros somos siete. Son seis hermanos de una panza y yo soy la número siete. Él está. ¿Cómo era? Tranquilo, cero problemas, relajado, buscando lo más liviano para transitar el día. Si no se podía no se podía, si no salían las cosas no salían, cero nervios, cero preocupación. Creo que ese aspecto de él le jodió, le fue en contra para someterse. Dentro de cuatro paredes uno nunca sabe lo que pasa. Un sol. Compañero de tragos, de puchos, de charlas, eso era él”.

Una persona, esta señora, totalmente desquiciada, perversa, obsesiva, ella me dijo o va a ser mío o de nadie cuando ella no aceptaba que él necesitaba ver a sus hijos mayores, a Fede y Agus. Qué me acuerdo de la relación en sí, que él por no tener problemas, está todo bien. Vos no querés que atienda el teléfono porque te jode que atienda el teléfono está todo bien. Vos querés comprarme un teléfono para que únicamente me llames vos y nadie más tenga el número, está todo bien. Esto era lo que él buscaba, relajarse y si a ella la dejaba tranquila eso, bueno está todo bien. Cero problema, cero problema. Ahora, la relación no era cero problemas. Acá había un sometedor y un sometido, pero en eso no me puedo meter porque era entre ellos dos. Creo que haber puesto un límite y haber dicho basta le costó la vida. El Chori no conoció mi hija, mi hija nació en julio y a él lo mata el 26 de septiembre. No pudo venir a mi casa porque como esta persona era muy celosa, tenía prohibido frecuentarnos a nosotros. O no prohibido, creo que era menos problema para él no vernos que vernos por lo que le esperaba después en su casa. Él fue muerto sin conocerla. Una semana antes que ella lo matara, mi marido lo encuentra trabajando en Walmart y le dice, che tu sobrina la vas a conocer cuando tenga una muela de juicio, o cuando cumpla 15, mi nena ya tenía caso dos meses. Él le dijo bueno sí, ya voy a ir uno de estos días. Y no hubo uno de estos días. Muy pocas personas saben eso, pero esto se lo debo a ella también. Un detalle, pero esa era la relación”.

Plan y homicidio

Esa mañana de septiembre, la esposa de Enzo Benedetich, Liliana Rivas y el cabo de Policía, Rubén Flores, se vieron por última vez. Fue en el departamento que tiene la familia Rivas, en calle Carbó, en un pequeño edificio, a escasos metros de la Avenida Ramírez. Allí se terminó de definir el plan para el crimen, con la participación directa del suboficial.

Ese mismo día, Liliana Rivas acordó con Enzo ir a cenar, previo paso por el cajero automático del Nuevo Banco de Entre Ríos, sucursal Corrales. La mujer estacionó el vehículo sobre calle Almafuerte, descendió y fue hasta el cajero. El policía que estaba allí de guardia recordó, cuando fue consultado, que la señora lo saludó e incluso le hizo un comentario que la sorprendió, con respecto a una caravana de vehículos, con unos novios recién casados. Retiró un total de 180 pesos.

 

 

Rivas volvió al Honda Fit y emprendieron el tránsito hacia el comedor El Costerito, después de desestimar El Portal, al que siempre acudían. Para llegar a este último restaurante, había que seguir por avenida Almafuerte; al optar por el otro comedor, la mujer transitó con su vehículo por Miguel David. Según su relato, fue en la zona de las ladrillerías -o sea, un lugar muy oscuro, donde casi no existe alumbrado público- en que, sorpresivamente, Benedetich hizo detener el vehículo para “subir a alguien que conocía”. Rivas siempre negó que sabía quién era esa persona; incluso, cuando hizo un retrato hablado, no había demasiadas coincidencias.

Ese individuo no era otro que el cabo de Policía Rubén Flores, nacido en Nogoyá en 1962 y proveniente de una familia muy humilde. Tanto él como su hermano menor, siempre fueron albañiles. Instalados en Paraná, en 1996 ingresaron como cadetes tales a la Policía de Entre Ríos. El hombre entró en contacto con la familia Benedetich en el mes de marzo de 2009 y poco a poco fue ganando en confianza. En ese entonces, estuvo varias semanas en la casa de Sosa Loyola 1864 para instalar un yacuzzi en el baño y era llevado casi siempre a la casa quinta donde vivía, fundamentalmente por Liliana Rivas, o bien por el propio ex jugador de básquetbol. Fue en ese marco incluso que trabaron una relación de amistad con el dueño de la casa quinta donde vivía Flores, junto a su esposa e hijas, como cuidadores del lugar.

Esa fastuosa casa de fin de semana, ubicada a no más de un kilómetro del acceso principal a San Benito, en un camino vecinal a escasos metros de la ruta, con rumbo hacia Crespo- tiene como dueño a José Félix Esquivel, un exdirigente del PJ en tiempos de esplendor del menemismo, que llegó a ocupar varios cargos a la vez, tanto a nivel provincial como nacional.

Según el relato de Rivas, esa persona que se ubicó en el asiento trasero, en el trayecto con el vehículo, cuando iban llegando a la zona del Parque Industrial de Paraná, efectuó cuatro disparos que hirieron gravemente a Benedetich y a ella le provocó un golpe en la cabeza. Siguieron hasta el centro religioso Mariàpolis, donde el individuo se fue del automóvil y ella quedó desvanecida por el golpe. Cuando reaccionó, vio a su marido con las heridas sangrantes, casi moribundo y lo trasladó velozmente hasta el Hospital San Martín. Benedetich falleció esa misma noche, por shock hemorrágico agudo por lesión cardíaca provocada por el pasaje de uno de los proyectiles. Pero en realidad había otra historia.

“El 26 de septiembre de 2009, me acuerdo del mismo día. Fue un sábado, había venido a tribunales a cerrar jornada de trabajo porque estaba de turno como juez de instrucción. Vine a cerrar cosas en tribunales y encontrándome en el centro parque con mi familia, me avisan de este suceso. Me dieron cuenta que llegó una persona, en un Honda Fit, su vehículos al hospital san Martín, trasladando una mujer a una persona de sexo masculino que se encontraba gravemente herido, aparentemente disparos de arma de fuego y lo ingresaron con vida al san Martín. Como andaba en la zona me fui hasta el hospital y pude constatar la existencia del vehículo, me entrevisté con investigadores que estaban allí, gente de división homicidios que estaban trabajando. Me dieron cuenta de las primeras instancias del caso, donde se identifica que presuntamente había sido víctima, Rivas que después fue condenada, que trasladaba a su esposo, gravemente herido por arma de fuego y lo estaban asistiendo en emergencias”, recordó el exjuez de Instrucción, Eduardo Ruhl.

Posteriormente, el funcionario judicial precisó cuándo Rivas cambió su relato: “Inmediatamente me dan los investigadores que habían logrado charlar con la señora. Ella aporta una versión, de un presunto acometimiento violento, un abordaje violento en la zona de Almafuerte y Zanni, en un cajero de un banco, donde ella manifestó que fue a retirar dinero y a la salida fue abordado por un desconocido que se les coló si se quiere en el asiento trasero del vehículo munido de arma de fuego. Y la hace trasladar a ella al volante y Enzo como acompañante en la butaca delantera. Y esta persona desconocida en la parte trasera y con un arma de fuego, con el fin de sustraerle bienes de su propiedad los lleva para el lado de la zona de Caputo y Miguel David haciendo un derrotero de lo que ella decía que había sucedido en ese momento. Nos llamó poderosamente la atención desde entrada junto con investigadores por cuanto si bien era un hecho que se anoticiaba pero no era característico por la violencia, después se comprobó que Enzo tenía cuatro disparos de arma de fuego. No era un hecho para Paraná si se quiere este, nos llamó la atención desde entrada pero la instrucción que di fue preservar a la víctima y tratar de sacarle un relato acabado de lo que había ocurrido. Empezamos a investigar, los investigadores empezaron a corroborar todos los datos que ella suministró y a poco que empezaron a avanzar, los datos no eran veraces y no cerraban con la versión, con la novedad que al otro día en el sepelio de Enzo Benedetich, ella de alguna manera si se quiere se quiebra y hace una manifestación como que bueno, voy a tener que contar la verdad y da otra versión que tampoco era la verdad. Ya la segunda versión que ella nos aporta nos manifiesta que efectivamente, iban camino a un restaurante por la zona de Miguel David, y encontrándose en esa zona de Caputo y Miguel David, zona de ladrillería, se detienen y si se quiere levantan a una persona que aparentemente la conocían y deciden trasladarla y ahí inmediatamente esta persona empieza a hacerle un reclamo dinerario a Enzo Benedetich como que le debía plata, que le pague y bueno, a partir de allí amenazas de por medio los hace trasladar para la zona del parque industrial, para la zona del acceso norte y en ese ínterin ella dice que le da muerte a Enzo a la vez que ella manifiesta haber recibido un fuerte golpe, se desvaneció y ya cunado se encontró con el escenario decide trasladarlo a Enzo al hospital san Martín. Así fue que llegó hasta el hospital San Martín. Se la escuchó, fue una declaración muy larga, los investigadores la escucharon detenidamente. Fuimos analizando y demás y al poco tiempo que avanzamos en ese análisis nos dimos cuenta que tampoco cerraba y finalmente con esos indicios y otros que había en la causa, nos dimos cuenta que no teníamos una testigo del caso sino que estábamos en presencia de una autora. O coautora. En virtud de lo cual decido imputarla y llamarla a indagatoria junto con una persona que había obrado las veces de albañil en su domicilio, que se logró establecer un vínculo, creo que de apellido flores, que se desempeñaba en jefatura como mantenimiento los imputo a los dos e iniciamos la investigación”.

El comisario Carlos Schmunk, de la División de Investigaciones Policía Entre Ríos, recordó: “Ese 26 de septiembre nos constituimos con el comisario rodríguez que estaba a cargo de División Homicidios en relación a un hecho de sangre que había ocurrido en zona del acceso donde una persona ingresó fallecida. Otra persona, la mujer había resultado con una lesión. Cuando nos constituimos en hospital lo primero que hacemos junto a suboficial que está retirado es acercarnos a la sala donde la persona lesionada estaba recibiendo los primeros auxilios. Ahí surge el primer llamado de atención, porque esta persona refería que había sido golpeada con un arma de fuego de una forma muy violenta en la frente. Con la experiencia en división homicidios, viendo circunstancias de lesiones y heridos, se observaba que herida no revestía o no condecía con el elemento que ella decía había sido golpeada. Ese fue uno de los primeros puntos que nos llamó la atención. Otro de los puntos fuertes que nos llamó la atención es que ella al momento de referirle nosotros que el marido se encontraba con vida, que no había fallecido porque para ella estaba muerto, cómo fue su cambio de ánimo. Cómo cambió su actitud ante esta respuesta nuestra. Se sacó, se puso nerviosa y en todo momento querría estar acompañando a su marido, que entonces si no estaba muerto ella quería estar acompañándolo en todo momento. Hasta que  llegó un momento, un familiar dice, no, para que no sufra más hay que decirle la verdad y le informan que sí, que ya había fallecido. Y otra vez cambió su actitud, de estar en una forma de nervios porque estaba con vida, a tranquilizarse. Ahí empieza a comentar como supuestamente ocurrieron los hechos y como toda persona víctima de un hecho tan violento, y ella encima había quedado con vida, nuestra función es tratar de sacarle todos los detalles para esclarecer el hecho”.

26 de septiembre

“Nosotros estábamos con Carlos, mi hermano en una fiesta de la asociación de lucha contra el cáncer que se hacía en el Thompson, parador 1, era una fiesta a beneficio, estábamos ahí  y Mario recibió la noticia primero, fue al hospital y nos llamaron y nos fuimos al hospital, era las 12 y media o 1 de la mañana, no recuerdo bien la hora. En ese momento a ella la estaba atendiendo y nos prohibieron, como que la aislaron, Schmunk se dio cuenta que en las declaraciones que ella hacía sobre cómo había sucedido las cosas no tenían sentido. No condecían con un asalto, con un robo, ellos deben saber, cuando la entrevistaron se dieron cuenta que algo había, medio que la dejaron aislada.  A las 3.30 de la mañana de ese sábado, domingo ya, nos dicen que el cuerpo iba a ser trasladado a la morgue y nos iban a avisar cuándo podíamos pasar a buscarlo para velarlo. Carlos, mi hermano con Danilo se fueron a avisarle a mis papás, y me quedé a expectativa de llamado para ir a retirar el cuerpo. Hasta ese momento sabíamos que había algo raro pero nunca lo que fue. A las 8 y media de la mañana recibo un llamado de investigaciones que ya podía pasar a retirar el cuerpo y tenía que ir a calle Laprida. Caigo ahí, me dieron papel con huellas dactilares, que tenía que ir a sanidad policial, fui con ese papel que certificaba que huellas eran de Enzo. Ellos me dan certificado de defunción y con eso vuelvo a investigaciones a retirar un papel que me autorizaba retirar el cuerpo para llevarlo al servicio. Cuando entro a retirar el papel me llama, en ese momento estaba Catena, Ricle y Schmunk, me dijeron que pase a la oficina. Me dijeron que estaba complicada la cosa. Le dije no sé qué tan complicado si estoy por velar a mi hermano. Me dicen que no, para mi cuñada estaba complicada. Cómo pregunto. Sí, hay muchos indicios en investigación que hicimos en estas horas que nos dan pista de sospechar que ella tiene algo que ver con esto. Se me enfrió la espalda, quedé en shock. Me dijeron que necesitaban que yo no diga nada de eso, ni a mis hermanos, ni familia, ni nadie porque querían seguir investigando y pondrían gente en velorio. A ver, yo estaban dando indicios que mujer ‘podía estar implicada en asesinato y tenía  que llevarle a ella el certificado de defunción para que retire el cuerpo y soportarla todo el velorio, sin poder compartir eso con uno de mis hermanos por el hecho de la reacción que podían tener. Fue muy chocante para mí, una cosa que viví todo el velorio mirando las actitudes de ella, en el velorio, el entierro, y estar con eso acá que no lo podía sacar, ni comentarlo. Recién el lunes a las 8 de la mañana me llamaron de vuelta de investigaciones entonces lo llamo a uno de mis hermanos, Carlos, en el camino le expliqué eso, llegamos allá. Nos fueron muchas más pruebas, nos dieron datos de investigación y llamamos una reunión de todos los hermanos y contamos lo que avanzó la investigación y no podíamos levantar el avispero porque podía ponerla a ella en un estado de defensión, entonces bueno, recién creo que a las semanas se empezó a filtrar informaciones en la prensa. Después aparece lo de flores, que ya sabíamos que había alguien metido, que podía ser un policía. Y bueno, todo tenía un grado de emotividad, no podíamos, la familia andar comentando con todos. Sólo los hermanos y más yo que estaba con marcos, investigaciones, me llamaban para mostrarme cosas que sacaban de la computadora de ella, si conocía a este o el otro. Entonces fue una cosa muy difícil para mí de sobrellevar”, relató.   

 

 

Conmoción

El hecho fue una conmoción en la capital entrerriana. Enzo Benedetich era alguien muy querido y su mujer Rivas, trabajaba en la empresa de energía ENERSA. El caso fue girando poco a poco. Liliana Rivas, la mujer víctima ya no era esa víctima y su ardid fue quedando al descubierto. A escasas horas de la muerte del ex basquetbolista, el 28 de septiembre, el policía Flores saludó a su mujer y, al parecer, se fue para la dependencia policial donde prestaba funciones. Viajó hasta Nogoyá, donde viven su madre y su hermana, estuvo con ellas y les dijo, antes de partir: “Quizás ahora me van a tener más presente”. La frase sonó rara, pero no le asignaron demasiada importancia.

Retornó a Paraná, pero nunca más apareció por la casa quinta de Esquivel. Por eso fue que su mujer optó por radicar una denuncia en la Comisaría Doce. El hombre se fue con la ropa que tenía puesta, el celular, la tarjeta de cobro del Nuevo BERSA, un plástico de SIDECREER, una tarjeta VISA que nunca utilizó y el arma reglamentaria. Incluso, se fue sin plata. Pasaron casi 30 días de su desaparición y no existían registros de llamadas entrantes o salientes del celular de Flores, según las pericias técnicas realizadas por la justicia.

Fue precisamente el 26 de octubre, un mes después de la muerte violenta de Benedetich, que aparecieron los restos del cabo Flores, a no más de 30 metros de la puerta de servicio que utilizan sus familiares, en la casa quinta de Esquivel. Lo encontraron dos uniformados de la División de Policía Montada, que estaban rastrillando la zona. Flores estaba vestido con el jean y la campera con que su esposa lo había visto por última vez. En el bolsillo del pantalón apareció su teléfono celular. Las primeras observaciones forenses indicaron que Flores fue muerto por un balazo, supuestamente disparado desde su arma reglamentaria, una pistola 9 milímetros, que estaba junto al cuerpo, algo herrumbrada por el accionar del agua, en una especie de lagunita formada en la zona. Flores no soportó más la presión, por el hecho de haber sido sindicado como el autor del crimen de Benedetich y por ende optó por suicidarse, accionando el arma en su boca.

Imputada

Liliana Rivas terminó imputada por el crimen de su esposo, Enzo Benedetich. A pesar de los datos aportados por Rivas, los policías orientaron la investigación hacia un crimen por cuestiones sentimentales o un ajuste de cuentas, a partir de información que fueron recolectando entre allegados y amigos. No eran pocas las compañeras de Rivas, a las que ella misma les había anticipado el plan del crimen de su esposo. Pero todas la tomaron en broma.

Para la Justicia, Rivas fue la instigadora del crimen de su marido mientras que la autoría material fue del policía Flores, quien trabajaba como albañil y fue hallado muerto, en un aparente suicidio. De acuerdo a la hipótesis que se trabajó, Flores conoció a Rivas cuando realizó trabajos de albañilería en su casa y así surgió la complicidad entre ambos y también una aparente relación sentimental. De esa manera se llegó a un primer debate oral realizado en 2011, donde la Sala II de la Cámara del Crimen condenó a Rivas a prisión perpetua. Sin embargo, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) consideró luego que el fallo no estaba ajustado a derecho y ordenó la realización de un nuevo juicio por vicios procesales.

El abogado querellante, Marcos Rodríguez Allende relató: “La muerte de él trajo una consternación en Paraná y la provincia como nunca. Sobre todo que las primeras sospechas aparecían en su entonces mujer. Estamos en presencia de una de las causas más complejas por las características de este ilícito que era una mujer que manda a matar a su marido, y cómo probarlo? Digo que esta causa tenía ribetes cinematográficos, porque así fue. Estábamos exentos de testigos, no teníamos testigos directos como puede pasar en un homicidio. Acá no había nada. Teníamos que empezar a reconstruir evidencias, indicios de forma indirecta para nuclearlos en una acusación contra Liliana Rivas, su mujer. Recordamos la primera versión que dio en calidad de testigo, que ella se empieza a contradecir. Ella dice que esa noche iban a ir a un restaurante muy conocido en el lado este de Paraná, a comer un sábado a la noche, donde ella lo invita a Enzo en su Honda Fit, iba manejando ella y Enzo acompañaba. Según la versión de ella, la versión de las primeras horas Enzo le dice que pare el andar del auto que veía una persona en la oscuridad, sin la presencia de nadie, que había visto a un amigo que se sube detrás, en el asiento de atrás que empieza a recriminarle una supuesta deuda, saca un revolver y le efectúa cuatro disparos por la espalda que le provocan la muerte. Esta es la versión de Liliana Rivas, versión  no judicializada sino versión como testigos en los primeros momentos de la investigación policial. Pero comenzó a caerse a medida que empezamos a reconstruir esta investigación, conjuntamente con juez de instrucción, fiscalía, pudimos probar que la persona que sube al auto era Flores, una persona muy allegada a Liliana Rivas, que estaba siendo realizando tareas de revestimiento, de obra en la casa de Liliana Rivas y lo contrata para matarlo. Y fue flores que construyeron de forma, ellos querían hacer ver que accidentalmente Liliana Rivas ya había planificado con flores que iban a ir a tal hora y por ese lugar iban a pasar. Y que él debía estar en ese momento con un bolso y su arma en ese lugar y fue así, por eso Liliana para el auto y sube una persona que fue Rubén flores, a eso lo pudimos determinar. Y no era una persona extraña como decía Liliana Rivas, sino era esta persona que al momento de investigación que luego se supo que era flores el que dispara, el juez de instrucción entonces ordena la captura , la detención inmediata de este entonces policía, porque prestaba funciones como cabo. Sale en todos los medios que flores tenía pedido de captura. Por sorpresa ocurre la muerte de él, se suicida, se ejecuta porque no podía con la presión. Y no podía con la psicopatía de Liliana Rivas, era una persona que lo manipulaba y lo manipuló a flores. Estos datos surgieron en las dos audiencias de debate pero fundamentalmente en la primera que se logró condenar en el primer momento”.

A principios de 2014, se realizó un nuevo juicio contra Liliana Rivas. La mujer de Enzo Benedetich fue nuevamente condenada por la Sala II de la Cámara del Crimen de Paraná, como coautora del homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía de su marido. Según los camaristas Hugo Perotti, José María Chemez y Miguel Angel Giorgio, "Benedetich murió por un plan perpetrado por Liliana Rivas, no por un tercero desconocido o alguien que conocía a la víctima". Y agregaron que "la querella y la fiscalía lograron comprobar que Rivas es culpable y planeó el crimen junto a (Rubén) Flores.

Durante los alegatos, los fiscales Rafael Cotorruelo y Cecilia Goyeneche habían solicitado prisión perpetua para la viuda de la víctima por entender que "está más que probada la coautoría de Liliana Rivas en este hecho".

“Esencialmente intervine en el segundo juicio que se realizó, se había realizado un primer debate donde los jueces Herzovich, Badano y Davite habían condenado a Liliana Rivas por este hecho. Eso fue anulado por el STJ, la Sala Penal, los jueces Carubia y Chiara Díaz y se mandó a hacer un segundo debate. En ese segundo debate intervine yo como fiscal junto a Rafael Cotorruelo, éramos los dos fiscales que llevábamos acusación. Ahí se hizo un poco la reconstrucción de todo lo que había pasado y la vuelven a condenar en este caso los jueces Perotti, Chemes y Giorgio”, mencionó la fiscal en el segundo debate, Cecilia Goyeneche.

Agregó que “en este caso se reconstruye todo a partir de que se descree de la versión inicial de Liliana Rivas que luego de aparecer en el hospital san Martín con el cuerpo ya muerto de Benedetich. Empieza ella a contar lo que había pasado, eran versiones inverosímiles, y por otro lado ella misma empieza a modificar versiones. Recuerdo que en un momento, en una charla de ella con una cuñada, la cuñada la increpa y le pregunta por qué había mentido, por qué mentía con el relato a partir de eso se empieza a descubrir el hecho y la reconstrucción es compleja, un montón de elementos. Pero bueno, cuando se llega a juicio, y esto lo prueba porque dos veces se hace el juicio y las dos veces se llega a sentencia condenatoria, había un montón de elementos que concatenados daban cuenta de que evidentemente este hecho había sido organizado. Que Liliana Rivas le pasó al señor Flores para realizar el homicidio, que él fue quien disparó , que para eso hubo un precio, que ella arma una coartada de antemano que es en qué consistía, la cortada consistía en simular que fue una salidera bancaria. Ella lo invitó a enzo a cenar esa noche y bajó y metió en cajero de corrales del Nuevo BERSA cuando salió de allí, en su primera versión dice que cuando sale del cajero había una persona en el auto y que Enzo le dice que le haga caso. Eso es lo primero que cuenta pero ya a los poquitos días contó otra cosa distinta y es que a esta persona la subieron llegando al costerito, al comedor costerito. Entonces todo esto se empezó a hilvanar y fue poco creíble que fuera una salidera bancaria. Esencialmente era poco creíble porque estuvieron un montón de tiempo circulando en el auto, había un montón de testigos que dijeron que los vieron circulando por el centro Mariápolis a una velocidad increíble, que les llamó la atención que entrara a esa velocidad el auto. Además era poco creíble que en una salidera bancaria se tomaran el trabajo de llevarlo a unos lugares absolutamente erráticos, el paseo era errático, anduvieron por la zona del costerito, después terminan en la zona de Mariápolis, y le asestó cuatro disparos por la espalda a la víctima que era la misma persona que, según la primera parte del relato había dicho hagámosle caso en todo. Para robar lo que se puede obtener del cajero que en ese momento creo que no era más de 1000 pesos. Más allá de la diferencia monetaria era muy poca plata. Y además le asestó cuatro tiros a una de las dos personas que estaban y a ella sólo un golpe en la cabeza. Esto era inverosímil, y como era inverosímil y la gente preguntaba, ella fue modificando la versión sobre la marcha para transformarla en otra versión donde el autor sería alguien que por algún motivo quería vengarse de Enzo por algún motivo que nadie sabía por qué alguien quería vengarse al punto de querer matarlo”.

 

 

Perpetua

En marzo de 2016, la prisión perpetua a la que fue condenada Liliana Rivas, fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En el fallo, el máximo tribunal del país rechazó un planteo de la defensa y dejó firme la condena de Rivas como coautora del asesinato de su marido junto a otro hombre, el sargento de la Policía entrerriana y albañil Rubén Armando Flores, quien apareció muerto un mes después del homicidio de Benedetich. La apelación del fallo condenatorio de 2014 había sido rechazada por el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, con la firma de los jueces Carlos Chiara Díaz, Daniel Carubia y Claudia Mizawak, por lo que la mujer quedó detenida, lo que originó el planteo ante la Corte Suprema de la Nación.

El recurso de queja ante el máximo tribunal de la Nación lo presentaron los defensores Miguel Ángel Cullen y Guillermo Vartorelli.

La Corte, con la firma de su presidente, Ricardo Lorenzetti y la de los ministros Elena Highton y Juan Carlos Maqueda consideró que la queja era “inadmisible” y desestimó el recurso.

Rivas permaneció hasta 2018 en la Unidad Penal Número 6 de Mujeres del Servicio Penitenciario entrerriano. La enfermedad de su padre hizo que le dieran prisión domiciliaria, lo que continúa hasta hoy, por la pandemia del coronavirus.

“En el juicio la juzgaron 12 jueces, 3 del primer tribunal, 3 de casación, 3 del otro tribunal y 3 más de otra casación. De los cuales, de los 12 jueces 10 dieron voto de culpabilidad, o sea que no hay duda. Las dos cámaras dieron unanimidad. En el primer juicio cuando va a casación, un juez dio favor, otro en contra y otro abstiene. Por eso mandaron juicio nuevo. Y después fueron dos votos contra uno. O sea que solo dos jueces tuvieron dudas de culpabilidad. Cuando hacemos planteo en casación por arresto domiciliario, casación ordenó que tenía que volver a prisión. Primero por qué hay dos motivos que podés pedir la domiciliaria, primero por una enfermedad terminal o por hijos menores. Ella tenía una hoja menor custodiada por su hermano o papá, había muerto mamá y quedó con el papá, entonces adujo que tenía que cuidarlo al papá cuando tenía otro hermano que la podía cuidar. En febrero marzo, la hija cumplió 18 años y tendría que haber vuelto. Bueno, esto sigue ahí, ahora llevamos siete u ocho meses sin movimiento de feria judicial y sigue ahí, y no sigue en la casa, la hemos visto, la he visto afuera. No sé si tiene la tobillera o no, no sé si hace la vista gorda o no, pero la hemos visto en la calle. No solo yo, gente de mi familia y nos indigna muchísimo. Quisiera si ojalá este programa sirva para refrescar un poco todo lo que pasó, para reivindicar lo que fue Enzo y la justicia vea que están haciendo mal las cosas. y ella tiene cadena perpetua y la tiene que cumplir en la cárcel. La condena social la tuvo, toda la gente sabe que es culpable, que organizó este crimen injusto e innecesario, no nos cabe ninguna duda, no sé qué duda le cabe a la justicia. Pero bueno, la justicia funciona así acá y en el resto del país”, concluyó Sergio Benedetich.

La familia Benedetich espera que los magistrados cumplan con lo que se estableció en las dos condenas a prisión perpetua. Como se debe. Ni más, ni menos. Y para seguir creyendo que existe justicia.

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