Por Jorge Daneri (*)

(Especial para ANALISIS)

Uno se pregunta, una y otra vez, si es solo una cuestión de lenguaje, si se trata como expone Ivonne Bordelois, es que la palabra se encuentra amenazada.

https://iesbolivar-cba.infd.edu.ar/sitio/upload/Bordelois_-_La_palabra_amenazada_IES_LENGUA.pdf

Y se sigue preguntando, poniéndose en el lugar más que sensible y relevante que adquiere hoy el ser representante del pueblo en el Congreso de la Nación, al ser calificados así, con estos dos agravios, por, ni más ni menos, el Señor Presidente de la Nación Argentina.

El Diccionario de la Real Academia Española expone que idiota significa “tonto o corto de entendimiento”; su opuesto, es inteligente, listo.

Estupidez para el mismo diccionario, resulta ser “torpeza notable en comprender las cosas”; su opuesto es inteligencia, agudeza, perspicacia, sagacidad.

Entonces tenemos un presidente de la Nación que se expresa desde ese lugar de listo, inteligente, perspicaz, sagaz, agudo y trata al otro, al cuerpo legislativo con semejantes calificativos.

Todo lo que se propone, manifiesta, presenta, desde el hacer legislativo que no le gusta o no comparte, es estúpido e idiota.

Y suma su apuesta sagaz, aguda: nada que cambiar, no está dispuesto a acordar (negociar) nada, solo recibir aportes desde su lógica, solo de las propuestas presentadas que enriquezcan el DNU y el proyecto de mega ley.

Su lenguaje agresivo en su uso y abuso, expone esto que golpea, que no deja de sorprender a los que aún no podemos hacerlo y conmovernos por esta película de ciencia ficción tan real; estamos ante el experimento más patético de “la doctrina del Shock”, el plan de gobierno expuesto en estas dos normas ahora a consideración, ni más ni menos que de los idiotas y estúpidos, y el shock en el uso y abuso de la palabra en el lenguaje de un presidente de los argentinos de bien frente a idiotas y estúpidos que nada comprenden de su perspicacia. .

“Se habla mucho de violencia entre nosotros estos días; acaso demasiado. El mismo hablar contra la violencia parece generar violencia. Profetas que aúllan, pacificadores que abruman, políticos y periodistas que ensordecen, rockeros que deliran: de este estruendo parece surgir en nosotros sólo un vehemente deseo de fuga a un lugar de silencio y de paz. Acaso este lugar es mucho más accesible que lo que nos imaginamos. Y estas líneas, que intentan una suerte de ecología del lenguaje, se proponen imaginar ese lugar; porque uno de los aterradores poderes de la violencia es que está destinada, precisamente, a la tarea de destruir la imaginación, tarea en la que es inmensamente eficaz. Una primera y muy extendida forma de violencia que sufre la lengua, en la que todos prácticamente participamos, es el prejuicio que la define exclusivamente como un medio de comunicación. Si se la considera así -como lo hace nuestra sociedad- se la violenta en el sentido de que se olvida que el lenguaje -en particular, el lenguaje poético- no es sólo el medio, sino también el fin de la comunicación. Cuando se mediatiza al lenguaje, cuando se lo considera sólo una mediación para otra mediación -porque la comunicación se pone al servicio del marketing, el marketing del dinero y así sucesiva e infinitamente- nos olvidamos de que el lenguaje es ante todo un placer, un placer sagrado; una forma, acaso la más elevada, de amor y de conocimiento.”

Estaría bueno, quizás como clave para la convivencia republicana tan de “necesidad y urgencia”, que uno de sus ministros, asesores, amigas o amigos, le obsequie este libro maravilloso que nos lleva al amor y el conocimiento del arte de la conversación, como un misterio, sagrado, no de las fuerzas del cielo, sino de los sentires más poéticos del arte de la conversación política que tanto nos debemos para salir de estas ahora, malditas como renovadas grietas.

(*) Jorge Daneri es miembro de la Asociación Argentina de Abogadas/dos Ambientalistas y del Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial, (CAJE).