
Hugo Remedi
Si es que el gobernador tiene la llave para destrabar la batalla entre el Iosper y los prestadores, quienes se quejan por el maltrato y la falta de pago, bien surge el interrogante entonces, de para qué se designó a un equipo interventor que cuesta plata sino ofrece respuestas a afiliados que como buenos rehenes de la disputa brutalmente encendida son los que sufren las graves consecuencias.
La obra social de la provincia está sufriendo a diario la mutilación de servicios mientras la batalla pendenciera oscurece la posibilidad de que un acuerdo esté cerca y es por eso que aparece la figura del gobernador para ver si puede solucionar lo que su equipo interventor no puede.
Hasta el momento la mayor preocupación del equipo interventor es que en la ceguera del combate se quedaron mirando para atrás ignorando que la obligación de quién conduce estos organismos es para adelante.
Por lo pronto, poca creativa la intervención no ha superado en sus primeros pasos, la media de un manual básico: cuentan con la información de adentro, avanzan con ínfulas sostenidas en la lógica de que todos son culpables y tienen que pasar por el purgatorio calladitos la boca y finalmente, tienen la penicilina mágica: la moneda.
Mientras juegan a la batalla naval no pagan en la medida que obedecen la circunstancias y como corolario los afiliados que se arreglen.
No estará de más recordarles entonces al equipo interventor que los accionistas, los dueños de la obra social, son los afiliados, mientras que los prestadores son solo clientes. Y es por ello que es inaudito emprender una refriega de dudoso costo para disputar tamaños sementales cuando en realidad vinieron para poner orden y transparencia en la obra social todavía lamentablemente ausentes.
Si lo medimos en términos de beneficios en uso, hoy el Iosper está peor que cuando lo agarró la intervención: proliferan los pagos extras por parte de los afiliados y se multiplican los cortes de servicios.
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿a la culpa la tiene el chancho o quién le da de comer? Cuando Frigerio resolvió avanzar en la aventura de la intervención, puso al frente de Iosper a otro forastero de los tantos que trajo a la provincia (clausurando la posibilidad de pensar que esta provincia tiene gente capaz como para hacer esa tarea y quizás con muchas más condiciones), que de hecho no sabrá en qué tipo de provincia está parado, reduciendo la gestión a extrapolar carpetas estándar suponiendo que ofrecen los mismos resultados en cualquier parroquia que se las implemente.
Por lo pronto ya consumieron el 50 por ciento de la intervención y lo único que proliferan en las redes sociales son quejas a montones. Sin embargo, van por perpetuar la intervención más allá de los primeros 180 días gestión anunciados y que por ahora solo anda merodeando el precipicio.
Una cosa no quita la otra, naturalmente, si es necesario que las autoridades de la gestión intervenida pasen por la prueba del polígrafo para definir entonces si hubo negligencia de la conducción anterior o, lo que es más grave, hechos de corrupción que lo hagan y a la brevedad porque, definitivamente, donde no hay culpable tampoco hay inocente. No tanta declamación entonces y manos a la obra con lo que se tiene que firmar para investigar.
Y, por otro lado, si hubo extraños acuerdos con los prestadores o complicidades dañinas que también cada uno se haga cargo de sus cruces porque como sociedad estamos hartos de las escobas nuevas con veleidades fundacionales que, en general, terminan sus funciones siendo algo muy parecido a lo que criticaron y usaron para entronarse en lugares de poder básicamente efímeros.
Por lo pronto los prestadores con el oído fino en el recorrido oficial donde los anestesiólogos se juntaron con el gobernador y resolvieron rápidamente su problema sectorial, analizaron seguramente que llegando al primer mandatario todo se va solucionar. Está de suyo que si Frigerio los recibe no va a ser con nada en la mesa. Jamás este gobernador se va a permitir una foto donde alguien se vaya con las manos vacías.
Femer, que pidió audiencia, conjetura que el gobernador no los va a recibir bajo presión, pero si deciden ir por la fumata blanca, sabrán que la moneda de cambio es retomar los servicios de inmediato y de ese modo poner al gobernador en ventaja de correcto negociador y como recompensa cobrar rápido.
Acá son varios los que tienen que sacar muertos del ropero, salvo los afiliados que a diario pagan como si fueran los culpables: por ahora pierden servicios y pagan caro enfermarse mientras el estado les sigue metiendo la mano en el bolsillo.