El empate 1-1 en los 90 minutos y el triunfo 4-3 por penales Xeneize podrían esconder una velada sin fortuna azul y oro, un rival impenetrable o un partido de chatura, entre el relajo boquense para con el torneo y su temprana instancia y la imposibilidad tandilense de asustar a su adversario.
Pero nada de eso sucedió. Porque Santamarina hizo sobrados méritos en el período inicial, salió a atacar como pocos se le animan a Boca en Primera y ese gran equipo que se candidatea al cetro continental se vio azorado, sin reacción, tanto que debió esperar al descanso para reacomodar sus filas. Cuando el 1-0 en su contra hasta sonaba escaso.
La gran sorpresa empezó temprano, a medida que el conjunto tandilense empezaba a amenazar con los movimientos de Facundo Ermini, Cristian Zárate y Martín Michel en ataque, ante un Xeneize en el que Juan Román Riquelme no asumía el esperado rol de conductor y no encontraba respuestas en el mediocampo.
Michel fue el primero en demostrar la ambición de los de Rubén Forestello al empujar la pelota afuera y exigir a Agustín Orión, mientras que Victorio Ocaño cabeceó para que Rolando Schiavi despejara la pelota en el área chica. Promediando la etapa, el equipo de Julio Falcioni recuperó el balón, pero no logró hacer pie en zona de ataque excepto por un tiro cruzado y desviado de Nicolás Blandi.
Hasta que, a los 45 minutos, llegó el baldazo de agua fría para los de La Ribera. Zárate mandó un centro cruzado desde la derecha, Schiavi no pudo contener a Michel y éste cabeceó a la derecha de Orión para la primera emoción de la noche. Boca se fue al descanso pasmado.
En el arranque de la segunda mitad, el equipo de Falcioni evidenció una reacción e intentó ir con todo a salvar su honor de campeón del fútbol argentino. Daniel Bertoya había tenido trabajo una sola vez frente a Walter Erviti hasta que, a los 18’, Riquelme le pegó a una pelota parada y Facundo Roncaglia, de cabeza, batió al arquero con un tiro a su derecha.
Después, Boca siguió dominando ante el quedo ofensivo de Santamarina pero dando muestras de su impotencia para definir el pleito. Sus escasos volumen de juego e ideas para desnivelar se topaban contra el orgullo de su rival, que empezó a jugar más que nunca el partido de su vida. Schiavi y Erviti remataron sus chances afuera, y Blandi se perdió un mano a mano que le ganó el arquero.
Al final, los penales quedaban como la única opción de Boca de salvar la noche. Aunque fuera en el resultado, ya que en el desarrollo la había perdido hace rato. Acertaron Riquelme y Cristian Chávez, Bertoya se lo atajó a Leandro Somoza, y volvieron a marcar el ingresado Pablo Ledesma y Schiavi. Del otro lado, anotaron Zárate, Orión se lo tapó a Leonardo Acosta, y convirtieron Ocaño y Luciano González. En el último, Juan Gáspari le pegó al palo derecho de Orión.
Hubo gritos y abrazos de desahogo en los protagonistas, pero pocos festejos desatados. Boca sigue en carrera, pero ni en el tiro del final pudo redondear un mérito propio. Sin lugar a dudas, deberá revisar demasiados puntos oscuros en torno a su juego.
Por lo pronto, tendrá una próxima cita en el certamen, frente a Central Córdoba. Y muchas chances de reivindicarse entre Clausura y Libertadores, consigna TyC Sports.