D. E.
Siempre fue una mujer activa; de estar en un lado, en el otro. En su vida fue docente, empleada judicial, militante del PJ, defensora de derechos humanos, funcionaria de tal área y finalmente diputada provincial de Sergio Montiel. Mónica Zumilda Torres se recibió de docente en el Colegio Privado Santa María, de Diamante -donde nació- y donde su padre, Gerardo Torres, era alcalde y a la vez juez de Paz. De esa época data su buena relación con Montiel, por ejemplo. Su madre era radical y ferviente admiradora del joven que había sido ministro de Acción Social de Carlos Contín. La maestra empezó a trabajar en Tribunales, en su ciudad -donde llegó por concurso- y tenía una excelente relación con el abogado David Spona -pariente de la familia Zonis de Paraná, cuyos hijos ocupan cargos de importancia en la Justicia Federal y entrerriana-, que era el referente de Montiel en el pueblo.
Mónica Torres se casó en esa década con un joven de Diamante, de apellido Lorenzón, mecánico -ya fallecido-, con quien tuvo a su única hija, Mariana. Pero no permaneció más de dos años casada con él. A fines del ’72 se fue a pasear a General Roca (Río Negro), se presentó en un concurso tribunalicio y también lo ganó. Al año siguiente partió para esa provincia, donde trabajó de empleada judicial y en la docencia. Incluso sus padres se fueron a vivir con ella por un buen tiempo. Ellos retornaron en 1975. La fecha prácticamente coincidió con la detención del menor de sus hermanos, Hugo Toro Torres, nacido en Villaguay el 16 de agosto de 1945, aunque todos sus estudios los hizo en Diamante. Era pleno gobierno de Isabel Perón y fue al poco tiempo de ser pagado el rescate a Montoneros, de parte del Grupo Bunge & Born, para lograr la liberación de Jorge Born, en junio de ese año. Los integrantes del nucleamiento con raíces peronistas utilizaron el dinero para la estructura, pero también compraron diversos elementos para repartir entre los más humildes. Ropas y comestibles fueron enviados a Entre Ríos, particularmente a Diamante, donde la orga era fuerte. Una mujer anciana quería que le cambiaran el vaquero que le habían dado los compañeros, porque le quedaba muy chico, pero estos no tuvieron tiempo para cambiárselo. Entonces, como represalia, fue a la comisaría más cercana y denunció a cada uno de los jóvenes montoneros. Entre ellos estaba Torres, amigo personal del ex gobernador santafesino Jorge Obeid y los desaparecidos Oscar Daniel Capella y Miguel Tosetti, todos oriundos de Diamante.
El Toro Torres pasó por las cárceles de Paraná, Concepción del Uruguay, Gualeguaychú, Caseros, La Plata, Sierra Chica y Coronda. Quedó en libertad el 30 de abril de 1982, pero hoy en día nadie sabe de su paradero. Sus hijos y su mujer nunca se movieron de Diamante, esperando alguna respuesta en torno a su paradero, pero ello nunca existió.
Mónica Torres siempre dijo que recorrió cada una de esas cárceles, para verlo a su hermano y optó por regresar definitivamente a Paraná en 1979, aunque siempre estaba más en la capital entrerriana que en el sur, donde seguía con residencia. Fue en esos tiempos el inicio de su militancia en la actividad de los derechos humanos. Claro que, paralelamente -aunque nunca se pudo determinar la fecha exacta- ya había empezado a cumplir el rol de agente de los servicios de Inteligencia, dependiente del Batallón 601 del Ejército Argentino, junto a los delatores más perversos de la última dictadura y dentro de un grupo donde también había varios paranaenses.
De hecho, las primeras líneas con madres y familiares de detenidos-desaparecidos las extendió en Diamante. “Quédense tranquilos, porque tengo buenos contactos en ámbitos de la Justicia y puedo llegar hasta algunos amigos militares de la zona. Además, tengo el aval del Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos”, repetía. La dramática situación que se vivía por esos días llevó a varios familiares a hablar de lo que les pasaba con Mónica Torres. Otros, que no la miraban con buenos ojos, no se acercaron.
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