
Foto: El Urbano.
Tirso Fiorotto
Cinco científicos del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral -UNL- demostraron el riesgo alimentario del consumo frecuente de sábalos, luego de detectar altas concentraciones de herbicidas, insecticidas y fungicidas en sus músculos. Los expertos expresaron su inquietud principalmente respecto de las familias ribereñas que tienen al sábalo como fuente principal de sus alimentos. Dijeron que los hallazgos “representan un caso de contaminación multi residual en peces de consumo humano frecuente y revelan una exposición sostenida a compuestos agroquímicos con potencial toxicidad… la detección en sábalos de mezclas de plaguicidas, algunos de los cuales están clasificados como posibles o probables carcinógenos -agregaron-, resalta la necesidad de evaluar de manera específica el riesgo cancerígeno asociado al consumo crónico de estos peces contaminados en las comunidades ribereñas”.
El estudio publicado en la revista Tecnología y Ciencia de la Universidad Tecnológica Nacional -UTN- fue parcialmente financiado por la Agencia Nacional de Promoción de Ciencia y Tecnología y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas Técnicas - Conicet-. Lleva el título “Contaminación por plaguicidas en Sábalos (Prochilodus lineatus) del Río Salado: Riesgo Alimentario para Poblaciones Vulnerables del Litoral Argentino”. Si bien el estudio fue realizado en el río Salado de la provincia de Santa Fe, involucra a peces que no obedecen a fronteras políticas. Los científicos no sostienen que deba restringirse el consumo de sábalos. Indican, sí, que la dependencia alimentaria o crónica del sábalo en algunas familias ribereñas pone en riesgo la salud de esas personas.
Por eso llaman en su Conclusión a “revisar con urgencia las políticas públicas y aplicar de forma efectiva el principio precautorio para proteger la salud comunitaria y los ecosistemas fluviales”. Participaron de la investigación Ana Paula Cuzziol Boccioni, María Rosa Repetti, Rafael Carlos Lajmanovich, Andrés Maximiliano Attademo y Paola Mariela Peltzer.
En el centro de la investigación está el Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas, de la Universidad Nacional del Litoral, con sede en Santa Fe. El aporte recuerda que los cultivos genéticamente modificados han provocado el crecimiento exponencial del uso del herbicida glifosato y otras sustancias, y por tanto las cuencas de la región acumulan pesticidas en los sedimentos y el agua.
“Estos químicos provenientes de las actividades agropecuarias también se bioacumulan en organismos acuáticos como los peces”, asegura. Luego precisa: “El tramo inferior del río Salado (afluente del río Paraná) en la provincia de Santa Fe-Argentina, atraviesa regiones con diferentes usos del suelo y recibe efluentes de desechos agrícolas, industriales y domésticos. La agricultura es la principal actividad productiva del territorio y está dominada por cultivos genéticamente modificados de soja, maíz, trigo y girasol. En este contexto, una investigación reciente detectó treinta (30) biocidas en muestras de agua y sedimentos del río Salado Inferior, principalmente glifosato con concentraciones más altas en cercanías de la ciudad de Santo Tomé”.
El nuevo estudio evalúa el riesgo alimentario mediante el análisis de datos obtenidos por los científicos de la UNL en los años 2021 y 2022, sobre pescados provenientes del Salado que estaban a la venta, con presencia de residuos de plaguicidas en sus músculos. Y además recorre los distintos estudios realizados en la cuenca del Paraná, principalmente en las provincias de Santa Fe y Buenos Aires, donde los sábalos han presentado acumulación de sustancias tóxicas de origen agrario e industrial.
Recuerda que en esas investigaciones sobre ejemplares pescados se registraron nueve plaguicidas en músculo, principalmente herbicidas (organofosforados, cloroacetamidas y triazinas), insecticidas (piretroides y organofosforados) y un fungicida (estrobilurinas). Los pescados mostraban concentraciones muy elevadas de estos agroquímicos.
Los tres insecticidas detectados, así como el glufosinato de amonio y AMPA, superan los valores de ingesta diaria aceptable. Además, “tres de los compuestos hallados corresponden a alguna categoría de riesgo carcinogénico relevante”.
Por qué el sábalo
“El sábalo, Prochilodus lineatus es un pez nativo Neotropical de amplia distribución compartida por Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. En Argentina, este pez se encuentra en los ríos Paraná, Paraguay, Uruguay y río de la Plata, que con sus afluentes forman la Cuenca del Plata… Esta especie resulta de extrema relevancia desde el punto de vista ecológico para mantener las poblaciones del resto de ictiofauna, ya que sus larvas sirven de alimento para otras especies ictícolas. Además, este pez realiza largas migraciones y representa un importante recurso para la pesca comercial y de subsistencia de las poblaciones ribereñas, principalmente de la región Litoral”, dice el estudio.
El tipo de alimentación del sábalo lo deja expuesto sin dudas a los efectos de los barros y de las sustancias tóxicas acumuladas en ellos. Los científicos advirtieron que los cocteles, o mezclas químicas, actúan en sinergia y aumentan los riesgos, principalmente cuando se trata de consumo sábalo dependiente.