Nueve años después de anunciar su salida del negocio de las apuestas, Cristóbal López quiere volver a ser el “zar del juego”. Así se lo comunicó a quien fuera su socio histórico en las firmas Casino Club e Inverclub, Ricardo Benedicto. Quiere recuperar su participación accionaria, aunque eso dependerá de la resolución de todos sus problemas judiciales, confirmaron a La Nación tres fuentes al tanto de las tratativas.
“López quiere volver y así se lo dijo a Benedicto, pero por ahora no es posible por todos los frentes abiertos que tiene”, detalló una de las fuentes. “Y hay otro obstáculo: Benedicto quiere continuar con el plan de pagos y honrar lo que acordaron en su momento para quedarse con la parte que era de Cristóbal, incluso a pesar del achicamiento del negocio, en particular tras la pandemia, por el aumento de los impuestos y la competencia del juego online”.
Consultado por La Nación, López respondió a través de un vocero. “Él lo niega. No vuelve al negocio del juego”, fue la respuesta oficial, en tanto que otros miembros de su círculo niegan que el traspaso de las acciones que tenía en Casino Club en 2016 haya sido una venta simulada para evitar embargos ante el avance de la Justicia.
Esos mismos integrantes de su círculo íntimo indican, no obstante, que López se ilusiona con recuperar su participación accionaria no más allá de 2027. Confía que para entonces habrá dejado atrás el “caso Oil”. Es decir, la investigación penal que afronta junto a su ahora exsocio en el Grupo Indalo, Fabián de Sousa, por la presunta apropiación indebida de $8000 millones del fisco (unos 552 millones de dólares al tipo de cambio oficial entonces vigente).
Absueltos en 2021 por un fallo dividido del tribunal oral que los juzgó, López y De Sousa continúan bajo la lupa porque la Corte Suprema de Justicia revocó ese fallo en mayo de 2024. Ordenó dictar una nueva sentencia con parámetros que podrían complicarlos y dejó firme la condena a 4 años y 8 meses de prisión del entonces titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray.
López y De Sousa confían, sin embargo, en obtener un fallo favorable, gracias a sus abogados y lobistas. Entre ellos, Marcelo D’Alessandro, quien se desempeñó como ministro de Seguridad porteño durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta y pasó a tomar las riendas de las “relaciones institucionales” del Grupo Indalo.
“Más que para entablar relaciones con el Gobierno [de Javier Milei], D’Alessandro vino para [tratar con] la Justicia”, indicó uno de los lugartenientes de López a LA NACION. “Viene a suplantar a [Julián] Leunda, abogar por López entre jueces y fiscales, y fortalecer los contactos con gobernadores e intendentes”, detalló.
El ingreso de D’Alessandro al Grupo Indalo consolidó la reconfiguración del holding tras la escisión entre López y De Sousa, lejos de los tiempos en que C5N dedicó una extensa cobertura a la participación del exministro del Pro en, por ejemplo, un viaje a Lago Escondido junto a jueces, fiscales y ejecutivos del Grupo Clarín.
Con ese mismo objetivo de cerrar frentes judiciales, López y De Sousa también decidieron sumarse al pelotón de acusados en la causa Cuadernos que ofrecieron pagar –bajo la forma de una “reparación integral del daño”- a cambio de obtener sus sobreseimientos. ¿Su propuesta? Desembolsar poco más de 680.000 dólares al tipo de cambio vigente. ¿Resultado? El tribunal oral rechazó la propuesta y afrontarán un juicio oral.
Reunión, sinceramiento y foto
“López y Benedicto no están en conflicto, ni mucho menos, y tuvieron una reunión a la que sumaron a los hijos de ambos”, afirmó otra fuente al tanto de las tratativas. “Les explicaron cómo es la situación y les comunicaron qué condiciones deberían darse para concretar un eventual traspaso [de las acciones]”.
¿Cuáles serían esas condiciones? “En principio, dos”, replicó uno de los informantes. “La primera, que Cristóbal resuelva todos sus quilombos judiciales. La segunda, que Benedicto incumpla con el plan de pagos anuales que acordaron y refinanciaron hasta 2030 o 2031, y eso habilite a Cristóbal a ejecutar la cláusula”.
Considerado uno de los 50 hombres más ricos de la Argentina, con un patrimonio que en 2020 rondaba los US$330 millones, según cálculos de la revista Forbes, Benedicto cultiva el bajo perfil. Pero en 2016 concentró los titulares de los diarios cuando le compró el 30% de las acciones en Casino Club e Inverclub, que eran de López, por las que acordó pagar US$61 millones y US$ 39 millones, respectivamente.
Hasta aquel momento, López controlaba el 30% de las acciones de Casino Club, al igual que Benedicto y un tercer socio, Juan Castellano, mientras que el 10% restante estaba en manos de Héctor Cruz. Pero López vendió su participación en ese emporio y en Inverclub, con la que participaba en el barco Casino de Buenos Aires, el City Center de Rosario, el casino de Neuquén, tres bingos en la provincia de Buenos Aires y un casino en Miami.
Así, en los papeles Benedicto controla hoy el 60% de Inverclub, con salas de juego en Mendoza, Neuquén, Santa Fe y en Estados Unidos. También es socio del grupo español Cirsa en los barcos de Puerto Madero y las salas de bingo del Hipódromo de Palermo. Y por medio de Casino Club, controla más de 20 salas en Misiones, La Pampa, Santa Cruz y Chubut.
“El vínculo entre Cristóbal y Ricardo no se cortó jamás. De hecho, en la oficina de Benedicto hay una foto que se sacaron ellos dos juntos a sus hijos durante esa reunión que tuvieron a fin de año y en la que explicaron la situación a sus hijos”, precisó la tercera fuente. “La premisa fue que los chicos supieran a qué atenerse si uno de los dos llegaba a morir de improviso”.
Junto al empresario patagónico, esa premisa no tiene matices. “Él siempre quiso dar vuelta la operación. Pero hoy no puede ejecutar la cláusula de revocación y queda mucho por resolver”, completó otra fuente. “Pero si cierra el ‘caso Oil’, se verá qué pasa. En su fuero íntimo, lo que él [por López] quiere es redimirse”.
(Fuente: La Nación)



