Seis policías procesados por golpear a un joven y robarle

“Lavá todo negro de mierda, que no quede nada”. En la madrugada del 31 de octubre de 2010, Rubén Lacoste estaba en el fondo de la comisaría quinta con varios policías alrededor que le ordenaban lavar su ropa ensangrentada. Según su denuncia, avalada por la Justicia, un rato antes los uniformados que lo identificaron en el barrio Mosconi, lo habían golpeado en la calle, lo subieron a una Trafic (móvil 243) de la Policía Departamental Paraná, donde continuó la golpiza mientras lo paseaban por la ciudad. Finalmente, lo llevaron a la dependencia policial, hasta que sus familiares lograron llevarlo de nuevo a su casa. Sin los cigarrillos que había comprado ni 100 pesos que tenía en el bolsillo.

Tras la investigación, que se tramitó en el Juzgado de Instrucción Nº 6, la jueza Marina Barbagelata dictó el procesamiento de seis de los siete policías que habían sido imputados por el hecho. Para la magistrada, los efectivos del Grupo de Seguridad Deportiva, que iban en el móvil policial, son quienes ejercieron todas las injurias padecidas por Lacoste. El jefe a cargo de la comisaría quinta fue sobreseído, ya que no tenía conocimiento de que habían ingresado a un detenido.

La imputación que pesa ahora sobre los uniformados afirma que “entre las 23.30 del 30 de octubre de 2012 y las 2 del 31, la dotación del móvil 243 de la Policía a cargo del subinspector Jerónimo Lapera detuvo a Rubén Lacoste sin existir motivo alguno para ello, y cuando Lacoste estaba privado de la libertad lo sometieron a golpes de puño, balistones y patadas”. Además, la víctima “tenía un paquete de cigarrillos recién comprado y dinero”, elementos que “le fueron sustraídos”.

La noche de saña

Según se pudo reconstruir, esa noche Lacoste fue a comprar cigarrillos al kiosco cerca de su casa, en calle 538 entre Estado de Palestina y República de Siria. Luego, paró la Trafic blanca de la Policía y se bajaron los uniformados, quienes identificaron y palparon de armas a Lacoste y otros dos hombres que estaban en la vereda, desconocidos para la causa. Pero los policías se ensañaron con él: le pegaron un par de minutos y luego lo subieron a la camioneta, donde continuó la golpiza. Una testigo del hecho dijo que vio cómo “se movía para todos lados y se abrían y cerraban las puertas” del vehículo cuando se marchaba. “Nunca vi una golpiza así”, agregó la mujer, quien también había ido al mismo kiosco. Finalmente, lo llevaron a la comisaría quinta, donde le dieron un balde con agua, detergente y un cepillo, para lavar su ropa con sangre.

La esposa y otros familiares de Lacoste fueron a la dependencia policial de calle Ameghino a reclamar por el detenido. Los atendió el segundo jefe, en ese momento a cargo de la dependencia, tras escuchar los gritos. No sabía de la detención, e hizo pasar a la pareja para que pueda ver a Lacoste. Luego, tras la comunicación con la jueza Barbagelata, lograron la liberación del muchacho.

La versión de un acusado

A Rubén Lacoste los policías le iniciaron una causa por Resistencia a la autoridad y Lesiones. Según declaró el policía Lapera en la indagatoria, el móvil estaba de recorrida por el barrio cuando vio a tres sujetos en la vereda que le hicieron ademanes de que tenían armas de fuego. Por eso se bajaron a identificarlos, mientras Lacoste los insultaba. Tras corroborar que ninguno tenía impedimentos para circular, los invitó a retirarse, pero Lacoste seguía con los insultos: “A vos Lapera te voy a buscar, no sabés con quién te estás metiendo, sé dónde vivís y dónde vive tu familia”, y le repetía a los gritos: “Te voy a matar a vos y a toda tu familia”.

Lapera afirmó que se retiraba del lugar y se levantaba el operativo cuando sintió unos pasos, se dio vuelta y Lacoste le dio varios golpes de puño en el rostro. Por esto lo corrió y cuando lo alcanzó se cayeron al suelo producto de la inercia. Tras forcejear, junto con los otros policías lo redujeron y lo llevaron a la comisaría quinta.

Datos

* Los procesados son: el subinspector Jerónimo Lapera, el agente Carlos Moreyra Osoro, el agente Mauricio Palacios, y el agente Pablo Pereyra (de la Sección Cuerpo y Guardia de la Jefatura Departamental); el agente Nicolás Sosa, de la División Comando Radioeléctrico, y el agente Ramón Sosa, de la Jefatura Departamental. El policía sobreseído es el subcomisario Carlos Grandolio. Son defendidos por el abogado Marcos Rodríguez Allende, consignó Uno.

* La Justicia les imputa a todos los policías los delitos de Detención indebida, apremios ilegales y robo agravado.

* Como querellante en representación de Rubén Lacoste, actúa el abogado Guillermo Vartorelli.

“Puro ejercicio arbitrario del poder policial”

En la resolución del procesamiento de los policías, la jueza Marina Barbagelata afirmó: “La detención de Lacoste no fue precedida por acto alguno que ameritara su privación de la libertad, sino por el contrario fue producto del puro ejercicio arbitrario -abuso- del poder policial, todo lo cual configura el delito de detención ilegal”.

“El muchacho no fue inmediatamente trasladado a la comisaría quinta, sino que se lo mantuvo injustificadamente dentro de la camioneta para alongar el tiempo de control absoluto sobre el detenido, logrando las mejores condiciones para ejercer violencia sobre él”.

Además, la jueza remarcó: “Los golpes sufridos por Lacoste resultan de tal identidad que desbordan claramente los rastros físicos que podrían dejar los forcejeos de una resistencia a ser aprehendido, máxime teniendo en cuenta el número en que Lacoste era superado por los funcionarios policiales, lo que hace notoriamente injustificada la utilización de golpes para la reducción.”

En este sentido, agregó: “Tales golpes no se propinaron al solo efecto de consumar la privación ilegítima de la libertad, sino con el propósito de castigarlo por haber osado defenderse del acoso policial. Los bastonazos, las patadas y trompadas importaron claramente la vejación, el ultraje y el padecimiento de Lacoste”.

Por último, Barbagelata apuntó a los seis uniformados: “No resulta relevante identificar cuál de los funcionarios pegó más, dado que frente a todo el accionar ilícito al que Lacoste estaba siendo sometido, todos ellos, funcionarios policiales tenían la obligación de intervenir para hacerlo cesar, y en vez de ello, en vez de proteger al ciudadano, no se limitaron a aceptar pasivos la actitud de un superior, Lapera, sino que participaron activamente en la privación ilegítima de la libertad de Lacoste y en los apremios que tuvo que soportar, para luego además prestarse a la farsa de armar un expediente penal contra Lacoste, con el falso motivo de que había resistido con violencia una identificación.”

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