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El Teatro Negro de Praga presenta su "Antología" este jueves en Paraná

Teatro Negro de Praga

Algunos números del espectáculo son de los primeros años de la compañía.

La compañía teatral que combina la iluminación de tono negro con trajes fluorescentes fue creada en 1961 y tiene una larga historia de visitas al país. Este jueves a las 21, se presentará en Paraná, en el Teatro 3 de Febrero.

Cuenta Jirí Srnec, visitante de República Checa, que un chofer de Uber le preguntó qué estaba haciendo en Buenos Aires y él respondió que estaba de gira con el Teatro Negro de Praga. "Ah, lo he visto de niño", dijo el hombre. Así es como Jirí grafica la relación de la compañía con este país, en medio de una gira: "Siempre es hermoso escuchar cuando la gente ya conoce qué es". Después de visitar Costa Rica, el grupo ofrece su espectáculo Lo mejor del Teatro Negro de Praga -también conocido como Antología- en distintas ciudades: Canning, San Nicolás, Paraná, Santa Fe, Rosario, Trenque Lauquen, Santa Rosa, General Pico, Neuquén, Cipolletti, General Roca, Viedma, Trelew, Puerto Madryn, Bahía Blanca, Tres Arroyos, Necochea, Quilmes, La Plata, Morón y Pilar. El 1° de noviembre se presentará en el Teatro Opera (a las 21, Avenida Corrientes 860).

La visita a Entre Ríos será con la presentación en Paraná, en el Teatro 3 de Febrero, este jueves 2 de octubre a las 21. Aún quedan entradas disponibles en este enlace.

 

Los inicios

Hace ya casi 65 años, Jirí Srnec padre -fallecido en 2021- creó un estilo teatral basado en combinar la iluminación de tono negro con trajes fluorescentes, creando ilusiones visuales. Este tipo de representación escénica muda brinda un singular juego de luces y sombras. Actores que hacen acrobacias, objetos flotando en el aire y otros visuales de magia se combinan en sus shows pensados para toda la familia.

El hijo de Jirí, quien lleva el mismo nombre de su padre, ingresó a la compañía a los 19 años. Tiene 41, y para él este grupo, del cual ahora es director general, es su "familia". Su padre le contó que fue "una casualidad" el haber creado el Teatro Negro. "No quería ir al servicio militar cuando terminó la escuela, porque, según me dijo, no quería tener un arma en la mano o pretender que iba a matar a alguien. Por eso hizo el conservatorio de músicos, después la escuela de pintores y, como no quería ir al servicio militar, la escuela de títeres", evoca el artista. En la última clase de la escuela de títeres, el padre tuvo la ocurrencia al observar el efecto que se producía con cortinas negras y el vestuario negro de casi todos los estudiantes. La luz que había daba la sensación de que los cuerpos eran invisibles. Parecía que los objetos "vivían solos".

El público pudo ver a la compañía por primera vez en el verano de 1961 en el Festival Internacional de Edimburgo. La compañía realizó ya más de 300 giras en 68 países y asistió a 87 festivales. "Técnicamente, lo que mi papá hizo es perfecto, pero lo que es especial son las ideas. La técnica ayudó mucho al principio, pero sólo con un efecto un estilo puede sobrevivir diez años, no 65", destaca Srnec en la charla con Página/12. La última vez que el Teatro Negro de Praga estuvo en la Argentina fue en 2018.

 

-¿Cómo definirías a este espectáculo?

-No quiero comparar, pero si el ballet tiene "El lago de los cisnes", el Teatro Negro tiene este espectáculo, aprobado por años. Se ha visto en todos lados. El primer sketch es de 1958. Me gusta mucho que vienen abuelos y abuelas con sus nietos, y dicen "yo he visto este espectáculo hace años", o algunas de sus piezas. Nuestro teatro tiene ya 65 años. Y es hermoso porque es como una máquina del tiempo que puede llevar a la gente de nuevo a su infancia. También es hermoso que niños o nietos de esta gente vengan a tener la misma experiencia, porque algunas piezas son igualitas.

 

-El espectáculo reúne, seguramente, todos números históricos, ¿no?

-Sí. La lavandera, las maletas, los faroles, el violinista y el mago; y en la segunda parte tenemos el fotógrafo, el pez y el caballo. La lavandera es el primer sketch de todos los tiempos para Teatro Negro. Mi papá lo hizo en 1958, tres años antes de fundar la compañía. Estaba estudiando en la escuela de títeres. Y esta pieza la hizo en la escuela, con su clase; hizo la música y después estuvieron buscando cómo mejorar la técnica, cómo hacer a la gente de verdad invisible, cómo pintar los objetos, qué tipo de luces usar. Las maletas, el fotógrafo, son del 61, 63. Hay como una evolución. Tenemos piezas también de los 70 y casi 80, como los faroles.

 

-¿En qué se ve la evolución?

-Mi papá al principio estaba solamente jugando con objetos y con la técnica, pero con los años fue más valiente. En algunos algunos momentos, el espectáculo necesita de mucha gente y mucha coordinación atrás, en lo que está invisible. Y algunas veces es como una acrobacia con objetos, pero la gente no lo puede ver porque debe ser invisible. Mi papá siempre decía que la técnica no está en que los objetos vuelen sino en que vivan. No lo puedes hacer solamente como quieres, debes hacerlo con corazón. Recuerdo los 80, los 90... estuvo súper difícil algunas veces. Ensayaban cinco minutos de espectáculo todo el día. Varias veces mi papá se volvía loco. Se enojaba cuando la gente le decía "eso es imposible". Respondía: "No, no lo es, tenemos que ensayar, después todo es posible".

 

-Tu padre falleció hace cuatro años. ¿Cómo es, para vos, sostener este legado?

-Mi papá falleció a los 90 años. En los últimos 15 estuve a cargo del grupo completamente. Él era el alma del teatro, estaba presente en muchas funciones y ensayando algunas veces. Con él todo tuvo un poquito más de sentido para mí, porque mi trayectoria fue un poquito diferente al principio. Hacía teatro dramático con palabras y tenía muchas ofertas de películas, pero lo dejé por este teatro, porque mi papá necesitó a alguien en producción, alguien de la familia, que no iba a robarle. Esto tiene dos caras. Una es que es hermoso continuar en algo que tiene ya 65 años, es increíble, pero al mismo tiempo no es mi bebé o mi niño: es el niño de mi papá. Y algunas veces es difícil, especialmente si las cosas no son favorables. Puede ser cualquier cosa: una gira muy difícil donde no te pagan o problemas con el alquiler del teatro en Praga. Si pasan muchas cosas así, después es para mí mucho más difícil continuar. Algunas veces pienso que tal vez tengo otra trayectoria en mi vida o que Dios quiere algo diferente de mí. Pero por otros momentos sé que este teatro tiene algo que es muy especial. La reacción del público es hermosa. Y cuando tenemos funciones sé que todo esto tiene sentido, que los niños lo aman y las familias también. Y para nosotros, los artistas, es hermoso poder viajar por el mundo y hacer funciones en todos lados. Nada es fácil, tampoco nada es solamente difícil. Siempre hay dos caras de todo.

 

Fuente: Pägina 12, María Daniela Yaccar. 

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