Por Carlos C. Peralta (*)
Es cierto que hay acciones o inacciones que son muy difíciles de justificar, pero si se evalúa el contexto en un todo, posiblemente sea un poco más comprensible.
Mi año 2021 comenzó a trastabillar cuando, por desconocimiento y necesidad de visibilidad, la oposición local me acusó de andar adoctrinando a la gurisada con canciones que nombraban al “Che”. Nada más lejos de lo sucedido, pero como nos tienen bien acostumbrados un sector de la política, lo que pasa no importa, sólo importa lo que se diga de lo que pasa y, fundamentalmente, NUNCA importan las personas.
Después vinieron las movilizaciones por parte de vecinos cuestionando el accionar respecto de la reorganización de la Asociación Musical Gualeguaychú, que hasta ahí, si no fuera por la mentira y la difamación que unos pocos decidieron usar como herramienta, no hubiera tenido nada de malo.
Como si eso fuera poco un medio de comunicación local a través de unos pretendidos periodistas me escrachó públicamente, con la información falsa, de haber ido a trabajar hisopado.
Quien les buchoneó que el lunes yo me había retirado y que había avisado el martes que era positivo dedujo que me habrían hisopado el jueves aproximadamente, calculando los tiempos de los entes públicos, en este caso el hospital, sin ni siquiera evaluar lo que realmente pasó: me hice hisopar el lunes de tarde en un laboratorio privado que sólo demoró 40 minutos en darme el resultado. Pero todo esto generalmente no importa, no importa la persona, su contexto; importa la noticia o mejor dicho la NO noticia, para los NO periodistas.
Ese es el contexto de mi tránsito por un año bastante difícil y como no soy de madera, ni de acero inoxidable, me condicionó.
Ahora sí, a lo que viene este texto. La noche del 25 de noviembre se realizó una convocatoria a vecinos interesados en el futuro de la Asociación Musical Gualeguaychú a la que asistieron más de 100 vecinos. Allí estaba Gustavo Rivas, condenado por corrupción de menores y YO no dije nada, me quedé.
Hoy, 48 horas después, lo sigo revisando y siento mucha VERGÜENZA. Eso es lo que me lleva a pedir disculpas a la comunidad toda, a las víctimas en particular y a quienes no se sientan parte de una sociedad cómplice, careta y arcaica.
No tuve reacción, seguramente mi cabeza iba por otros andariveles.
Vuelvo y volveré a pedir disculpas una y tantas veces como sea necesario. La parte sana de la sociedad no se merece convivir con personajes de esa calaña, ojalá puedan comprenderme y disculparme. Por último hago un llamado a la reflexión a quienes asistieron y conformarán seguramente la nueva comisión directiva: que no se permita la presencia de gente así, que sea fuertemente repudiado con todo el peso que debe recaer sobre quien ha pasado años corrompiendo menores con una sociedad cómplice y una justicia que nunca alcanza.
Muchas gracias.
(*) Carlos S. C Peralta. D.N.I. 16.182.138 - Cantautor, docente, gestor cultural y ex director de Cultura de Gualeguaychú.