Por Jorge Daneri

Existen seres que tejen su vida, cada día, como un poema.

La sonrisa de Luis María Serroels expresa una frescura cautivante.

Su mirada profunda, lineal, la recibe a ella, su sonrisa, en un punto que hace que no se puede esquivar, abraza, reconoce, iguala. Pero siempre algo más expone; convoca, compromete desde un lugar o miles de humildad, sencillez, como una sabiduría cargada de afectividad, escucha y sus palabras, reflexiones, apasionadamente como impecables.

¿Cómo expresar el sentir de sus abrazos erupcionando en miles de palabras revoloteando?, conversar de la vida, la política, los sentidos, esa dignidad reflexiva cargada de esperanza, angustia, búsqueda, corrupción en sus antípodas, libertad de prensa y de las almas, democracia real.

Leyendo decenas de seres sumergidos en la pluma emocionada de discípulos, colegas, flores de compañeras periodistas, contemplando la palabra de los que tanto lo quieren, advierto quizás uno de los mayores sentidos del vivir de Luis María. Semillas brotando de los espacios colectivamente públicos en los rincones de su mundo amado.

Entonces no te fuiste amigo del alma, del sentido, o de ellos, muchos.

Estas en los árboles que acariciaste,

las calles que nunca dejaste de transitar de la mano de tu amada,

estas en tu río que tanto ayudaste a cuidar,

en tus charlas, en las paredes entonadas de la radio,

estas en la brisa del parque Urquiza,

en las preguntas cargadas de sabiduría popular,

en tus diálogos de saberes,

en la ternura y el misterio de esa tu sonrisa,

que con tu música sigue abrazando las esperanzas.

Es de un artista de la vida, en semejantes contextos, transformarla, cada día, en poesía.

Existe una diversidad de periodistas, cantautores, escritores, activistas, soñadores y militantes sociales y políticos,  todas y todos muy de esta tierra, que recibieron tu brisa, ternura, mirada, palabra y así seguirán honrando la vida, ser poema.