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Los incómodos socios del poder

Marcelo Albarenque

La alianza electoral entre Juntos por Entre Ríos y La Libertad Avanza resulta hoy la mayor preocupación del actual gobernador. Y no es que no hubiera indicadores y motivos para rechazar esta asociación cuando se decidió. De hecho, aún semanas después, resulta difícil entender la decisión. Lo que ocurre es que cada semana aparecen nuevos y poderosos motivos para tomar distancia de un gobierno nacional que está colapsando internamente.

A los ya conocidos elementos extravagantes del oficialismo nacional (como el caso del “Gordo Dan” insultando a personas con discapacidad o la diputada nacional por LLA, Lilia Lemoine, agrediendo a una compañera de bancada en plena sesión) se suma una seguidilla de derrotas en el Congreso, incluyendo el primer rechazo a un veto presidencial desde la reforma constitucional de 1994. A esto se agrega un “modelo” económico que parece una bomba de relojería y, más importante aún, la aparición de grabaciones de audio que indicarían corrupción por parte de la única persona más influyente que el propio presidente en la política argentina actual: su hermana Karina.

Sobre Karina Milei se rumorea que habría hechos acuerdos económicos para las candidaturas en las elecciones de 2023 o para quien pretenda lograr audiencias con el presidente, que habría percibido pagos vinculados a la promoción de la criptomoneda $Libra -que derivó en una estafa en la captación de ahorro público- y que recibiría porcentajes de facturación por parte de proveedores de medicamentos. Todo lo anterior es objeto de investigaciones judiciales.

En este contexto se realizaron las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, en las que, para sorpresa de nadie, el peronismo obtuvo una aplastante victoria. Sin margen de dudas, el gran ganador de la jornada fue el gobernador bonaerense Axel Kicillof. En una sola jugada se despegó de la figura de Cristina Kirchner al desdoblar los comicios en contra del vehemente consejo de la expresidenta y obtuvo un triunfo con “candidatos propios”, que no representan ni al kirchnerismo rancio ni a lo que queda de La Cámpora. Todo esto en la provincia que concentra el 40 % del padrón electoral nacional.

Kicillof le asestó una derrota que podría ser catastrófica al oficialismo nacional a semanas de las elecciones intermedias. LLA colaboró nacionalizando la elección y desplegó una campaña electoral que dejó imágenes sórdidas y decadentes, como el desordenado y barroco cierre de campaña en Moreno. El acto resultó un fracaso comunicacional y, a la vez, expuso la alianza entre el oficialismo y lo más opaco del aparato y el hampa bonaerense.

Volviendo a Entre Ríos, estos son los socios políticos de gobernador Frigerio: cuestionados por corrupción, señalados por actitudes sectarias, con escasa capacidad de gestión y sin un plan económico viable. El propio mandatario confesó meses atrás a un alto funcionario provincial: “Con el único que se puede hablar es con Guillermo Francos, pero adentro de la Rosada nadie da bola”. Mientras la Nación retiene fondos que legítimamente corresponden a la provincia y a los municipios, Frigerio le entrega, virtualmente, dos senadores a LLA. Uno de ellos se expresó a favor de privatizar la represa Salto Grande y la empresa de energía provincial. La única estrategia visible parece ser cerrar o privatizar, y aun así no logran concretarlo por falta de capacidad. La pregunta que flota es: ¿por qué estos socios? La única respuesta ofrecida -sistemática, falsa y oportunista- es “para ponerle un freno al kirchnerismo”. Existió la opción de tomar un camino más acorde con los intereses de la provincia, tal como lo hicieron Maximiliano Pullaro, gobernador de Santa Fe o Martín Llaryora, mandatario de Córdoba. Por motivos que se desconocen, esto se descartó.

Por su parte, el peronismo oficial en la provincia —que en la lectura del gobernador sería “kirchnerismo”— propone la candidatura de Adán Bahl como primer senador y de Michel como primer diputado. Bahl es reconocido territorialmente por su paso por el Ministerio de Gobierno, por la vicegobernación y, sobre todo, por haber sacado a la ciudad de Paraná del caos posguerra dejado por el intendente de Cambiemos, Sergio Varisco. También es conocido por lograr la renuncia de un senador testimonial para ceder el cargo a su esposa y es acusado de buscar la banca para blindarse ante posibles investigaciones judiciales.

Michel, en cambio, es una figura poco conocida en el territorio. Se distingue por un discurso técnico de corte productivista y por haber formado parte de la mesa chica de decisiones del ministro de Economía Sergio Massa, cuya gestión, en el gobierno de Alberto Fernández, no fue bien vista para la gran mayoría de los argentinos. Las demás expresiones del peronismo provincial son acusadas de hacerle el juego a Frigerio, mientras ellas acusan a la lista oficial de cooptar el partido. Recordemos cómo describía Borges al peronismo en su famosa metáfora felina.

Conviene no subestimar la capacidad de autosabotaje de los incómodos socios electorales del señor Frigerio. La gran incógnita es si estos aliados representan un lastre peligroso. Lo cierto es que intentar sumar votos, como en Buenos Aires, no siempre resulta. Otra incógnita es si habrá margen para sorpresas en el escenario electoral provincial. Aunque los indicadores actuales sugieren que no, recordemos que en Argentina, en años no cambia nada, pero en semanas puede cambiar todo.

 

(*) Abogado.

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