Por Lic. Mónica Portillo*

(Especial para ANÁLISIS)

En el marco del Plenario Nacional de la UNAV que realizamos cada 15 días y que tuvo lugar ayer, el artista plástico representante de La Rioja, Luis Lovrincevich comentó la participación que tienen como colaboradores en un Proyecto de extensión llevado a cabo por profesionales de la salud de esa provincia, y que tiene por objetivo conocer si los artistas se enferman por ejercer su profesión. En ese marco nos compartió también una de las jornadas realizadas, en la que la bioquímica Adriana Farías, comentó las etapas de desarrollo del Proyecto, y parte de los resultados alcanzados. Cabe señalar que la mencionada profesional trabaja en el Hospital Escuela y de Clínicas, “Virgen María de Fátima”, de La Rioja; es docente en la Universidad Nacional provincial, riojana, en la carrera de Licenciatura en Ciencias Biológicas, y en el CENIT.

La Dra. Farías indicó que en el proyecto de extensión denominado “La salud de nuestros artistas”, hay un equipo de profesionales médicos trabajando de forma interdisciplinaria para analizar la temática, y en donde colaboran estudiantes de artes plásticas y la UNAV (Unión Nacional de Artistas Visuales). “El objetivo final, además de conocer los materiales y químicos que están presentes en el trabajo diario de nuestros artistas, es generar una capacitación general destinada a ellos, en relación a los riesgos del uso de materiales, la importancia de la utilización de medidas de bioseguridad y las patologías que pueden estas relacionadas a esa labor”.

En su exposición señaló que “siempre vemos las obras (de los artistas), pero nos interesó mucho cómo y cuánto exponen su salud a la hora de la labor diaria. Dentro de los artistas hay muchas ramas: pintores y escultores, los que practican el dibujo, la cerámica, orfebrería, muralistas y restauradores, entre otros”. En relación a la metodología señaló que “este caso nosotros comenzamos con reuniones de equipo y de grupo para elaborar encuestas anónimas de los artistas y su trabajo, para conocer los materiales que empleaban, luego saber los químicos que contienen esos materiales y qué medidas de prevención realizaban para proteger su salud”, es decir si existían o no “medidas de bioseguridad”. Asimismo indicó que “el trabajo incluyó además los lugares de trabajo” y hasta las “posiciones en que se desarrollaba”.

Se recolectaron datos en la ciudad de La Rioja y en Chilecito, y los resultados obtenidos hasta el momento indican que en primera instancia, según materiales utilizados, se emplea en 1er lugar la cola vinílica y los diluyentes (que son generalmente derivados del petróleo y por consiguiente no sólo inflamables, sino tóxicos); estos dos ocupan el 62 y 65% de frecuencia de uso. Luego le siguen los acrílicos, el aguarrás (volátil, tóxico y ligeramente corrosivo), los barnices (que provienen de hidrocarburos aromáticos, principalmente del benceno) y los pigmentos. Siguiendo la curva decreciente, se utilizan acuarelas, óleos, pigmentos de contacto y sepias, que ocupan un 46 a 42%. También se emplean las tizas (generalmente óleos), que “generan micropartículas y que pueden afectar a nivel respiratorio, las cuales se utilizan con una frecuencia del 42% en nuestra población”, indicó. Después hay que mencionar el uso de arcillas recogidas naturalmente, y “habría que considerar que esta arcilla puede tener microorganismos que no son fácilmente visibles y que podrían llegar a generar algún problema de salud”, con una utilización del 40%. Y por último el empleo de las témperas, lápices de aceite, acuarelables, etc.

La Bioquímica riojana manifestó que “otro parámetro que se tuvo en cuenta son las medidas de bioseguridad”, y encontraron que los artistas censados “utilizan en un 40 % los guardapolvos; barbijos y antiparras -como el barbijo con filtro- entre un 35 y 38%, pero los guantes de látex son usados en un 38% de los artistas”; por lo que hay que considerar que “muchos de estos compuestos son tóxicos y pueden provocar dermatitis”.

Por último se refirió a que en la Tabla 3 se recolectaron los datos de las patologías. En ellas, “la irritación de ojos es la principal, luego alergias y dermatitis con porcentajes interesantes de analizar”; y por último las condiciones de trabajo, es decir si el artista posee un lugar específico para su trabajo, y si tiene medidas de bioseguirdad para su ejercicio. La bioquímica Adriana Farías dijo que “el 76 % tiene un taller o lugar destinado a su trabajo, pero la mayoría dentro de algún lugar o rincón de su hogar”, agregó que “el 57% posee botiquín, pero sólo el 27% posee matafuego en ese lugar”. Indicó también que “estar en un lugar encerrado podría llegar a generar situaciones que afecten la salud de nuestros artistas”. Finalmente expresó que “sólo el 14% posee extractor en ese lugar, por lo que podríamos pensar que muchos de estos materiales generan vapores y son tóxicos, y que podrían afectar su salud”, remarcó la profesional.

Bajo mi punto de vista, la relevancia de toda esta información es sumamente valiosa y debería ser de interés no sólo para los artistas que trabajan en su propio taller, sino también para aquellos que concurren a talleres de arte, e incluso para padres que envían a sus hijos a aprender alguna de estas técnicas artísticas. Sin dudas que la experiencia de La Rioja en materia de análisis de salud de los artistas no sólo va a enriquecer nuestro conocimiento del tema, sino que debe ser un llamado de atención para que cada uno de nosotros tome las precauciones necesarias en prevención de afecciones que pueden ser provocadas por la utilización incorrecta de materiales y el entorno.

Los invitamos a seguir nuestras novedades en: https://www.facebook.com/unaventrerios/ y para mayor ampliación del tema allí encontrarán los links en la publicación “ARTE Y SALUD: los artistas se enferman?”

*Periodista y artista plástica. Pertenece a la UNAV Entre Ríos (Unión Nacional de Artistas Visuales), Organización sin fines de lucro para nuclear artistas visuales y bregar por sus derechos.