Américo Schvartzman
(desde Concepción del Uruguay, especial)
Esa, dice Julia Constenla, es la enseñanza que le dejó Celia a su hijo, Ernesto Guevara. Mujer de lucha intelectual, Julia estuvo en Concepción del Uruguay, invitada por El Miércoles, para hablar de sus últimos libros. Además, presentó un video memorable de imágenes casi desconocidas del Che.
Aunque le dicen Chiquita tiene una trayectoria enorme. Julia Constenla, periodista, escritora, productora radial, integró la Redacción de la mítica revista Crisis y dirigió los 29 títulos de los legendarios Cuadernos de Crisis, junto con Aníbal Ford. También fue redactora de Mundo Argentino, de Cuadernos del Tercer Mundo, dirigió la Editorial Tiempo de Ideas y la colección Crónicas, de Editorial Jorge Álvarez. Junto a su marido, Pablo Giussani (ya fallecido), protagonizó la experiencia de la revista Che, en 1961. Estuvieron exiliados en Italia hasta el retorno de la vida institucional, cuando Alfonsín la nombra directora de Radio Belgrano (1985-1989). Es autora de varios libros (Sábato, el hombre; Aníbal Troilo Pichuco, en colaboración con María Esther Gilio; y El ser social, el ser moral y el misterio. Diálogos con Monseñor Laguna, este último editado por Sudamericana.
Julia organizó el Primer Encuentro Internacional: Mujer, Comunicación y Desarrollo en América Latina, en Roma, en 1982, auspiciado por las Naciones Unidas y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia, y el segundo Encuentro sobre este tema, con auspicio de la Unesco y de la Secretaría de Cultura de la Nación, que se realizó en Argentina en 1986. Es madre de cuatro hijos y, aunque no le gusta decirlo a ella misma, le legó al movimiento feminista italiano una frase que hizo historia: “Hay que feminizar la política y politizar el feminismo”.
En 2004 presentó su libro sobre su amiga Celia de la Serna, la mamá del Che Guevara (Editorial Sudamericana). Sus últimos libros son Che Guevara, la vida en juego (Edhasa) y Michelle Bachelet: digo lo que pienso, hago lo que digo (Lumière).
El viernes pasado, Julia visitó Concepción del Uruguay. En el coqueto auditorio del rectorado de la UNER dio una amena charla en la que contestó en público las preguntas de El Miércoles. Aquí se reproducen las otras respuestas, ya sin público, las que deleitaron a buena parte del equipo de este semanario, que compartió horas como agradecido anfitrión de esta mujer que casi a los 80 muestra una energía arrolladora y tiene mil historias para contar.
La historia en “Crisis”
-¿Cómo fue trabajar en Crisis, con Eduardo Galeano, Rogelio García Lupo, Juan Gelman, con tantos monstruos sagrados del periodismo?
-Era un tiempo muy particular el de la Crisis de esos años (1973). Yo estuve casi dos años. La revista concitó el interés de todo el continente, recibíamos colaboraciones de todos lados. Fue particularmente grato trabajar con Eduardo Galeano, que era el director; con Juan Gelman, que era secretario de Redacción junto conmigo desde el número 4 o 5, luego se incorporó Aníbal Ford como prosecretario de Redacción, hasta que dejé la revista. Luego de eso me ocupé de los cuadernos de Crisis -que luego continuó Aníbal- hasta que me hice cargo de la editorial, donde tuvimos algunos momentos de buena suerte.
¿Gardel? No, Galeano
La revista Crisis nace con Federico Vogelius, un empresario muy rico y muy poco afecto a pagar impuestos. Fico disponía de una biblioteca y hemeroteca como no había otra; hasta tenía el acta de independencia de Perú. Luego estuvo preso porque su mujer lo había demandado por una supuesta falsificación de unos documentos. Cuando salió de prisión fue a ver a un grupo de amigos para decirles que muy poca gente lo había apoyado durante su estadía en la cárcel, pero quería devolverle al país algo de lo que había recibido. Quería sacar una revista de gran nivel, por lo que reunió un Comité de Redacción integrado por Ernesto Sábato, Jorge Romero Brest, José Luis y Francisco Romero, y Abel Posse. Se reunían y conversaban, y en un momento Ernesto se dio cuenta de que la revista no iba a salir nunca. Yo había quedado cesante en la revista Gente y Ernesto me llama para que asista a las reuniones del grupo. Yo tomaba notas, levantaba actas, hacía informes, y un día les dije: “Esto no va a salir más. Nunca van a encontrar una estructura, una revista necesita un director y no un Comité de Redacción. Puede tener un Comité Asesor, pero alguien tiene que dirigir”. Juan Gelman en ese momento era secretario de Redacción del suplemento cultural de La Opinión, y a mí me parecía un delito sacarlo de un lugar seguro a una aventura que no sabíamos cómo iba a terminar. Tomás Eloy Martínez estaba peleado con Ernesto en ese momento, y después quedaba Galeano. Yo era amiga suya, así que me fui hasta Montevideo, donde ya empezaban a surgir los conflictos con la junta de gobierno. Le expliqué a Eduardo el proyecto, quien me dijo que aceptaba pero en condiciones seguras: “Quiero un departamento en Buenos Aires. No voy a pasar más de 10 días allí, y quiero el puesto de secretario de Redacción de un medio importante”, me dijo. Volví y le dije a Fico las condiciones de Galeano, y él me contestó: “¿Y éste qué se cree?¿Qué es, Gardel?”. “No. Se cree que es Galeano”, le dije. Fue así que Eduardo Galeano se convirtió en secretario de Redacción.
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