Luis María Serroels
El habitual receso veraniego impuesto cada enero en las ediciones de ANALISIS hizo que el tema quedara en carpeta con carátula prioritaria. Para ello actuaron a modo de disparador las declaraciones formuladas a principio de año y recogidas por nuestro sitio digital por el titular del Ente Provincial Regulador de la Energía (EPRE), Francisco Taibi.
Se trata de la prevista creación de un fondo fiduciario nacional para la promoción de energías sustentables, problema que hoy altera el sueño y sostiene las preocupaciones de los especialistas de todo el mundo y que demanda urgentes respuestas, máxime cuando acabamos de conocer las casi apocalípticas advertencias expuestas en la última Cumbre de Río, donde sin ningún tipo de cortapisas se dijo que el cambio climático y el agotamiento de recursos lleva el planeta hacia condiciones de catástrofe.
El citado funcionario explicó que la Ley 26.190, promulgada recientemente por el gobierno federal, se orienta a la promoción de energías renovables, con miras a una ejecución concreta, tomando en cuenta aquellas posibilidades que exhiban mayor eficiencia en cada una de las regiones del país.
Sabemos que existen numerosos tipos de energía que bien pueden no sólo asistir a las más conocidas para retardar su agotamiento, sino que llegado el caso se hallan en condiciones de reemplazarlas. El mundo dispone hoy no sólo del uso de la energía hidroeléctrica, termoeléctrica y nuclear, sino también de las posibilidades que se ofrecen desde la energía solar (en nuestra provincia se conocen serios emprendimientos tecnológicos en este sentido), la energía geotérmica, la energía mareo motriz, la generada por la biomasa y la eólica, es decir producida por la acción de los vientos.
Hoy el gobierno entrerriano aguarda disponer de un estudio que permita resolver la adhesión a la mencionada norma legal, que sería un agregado a los planes, por ejemplo, de producir biodiesel como una eficaz fuente alternativa.
El anuncio apuntado no deja de resultar alentador, pero para la puesta en marcha del semejante proyecto es menester que los que saben de estas cosas, brinden elementos pormenorizados y realistas que justifiquen llevar adelante tamaña empresa.
Por ello, frente a estas noticias, nos ha parecido útil adosar para el conocimiento de los ciudadanos no debidamente avisados de qué se habla cuando se menciona “energía eólica”.
Al efecto se nos ocurre sumamente apropiado acudir a un excelente trabajo divulgado hace seis años por la publicación Nuestro Planeta y cuyo autor es Birger T. Madsen, gerente general de BTM Consult Aps (Dinamarca), especializado en la materia.
Después de arriesgar que Don Quijote arremetiendo contra un molino de viento pudo estar adelantándose a su época, el especialista expresa que los molinos de viento modernos -las turbinas eólicas- son verdaderos gigantes con brazos de acero que rasgan el aire a una altura de 100 metros del suelo”, para añadir que “proliferan cada vez más en la tierra y en el mar”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)