(de ANALISIS DIGITAL)

El arranque puntual de la segunda noche del denominado Carnaval del país, en Gualeguaychú, mostró un Corsódromo con escaso número de público. Eran apenas las 22 y por esas horas la ocupación del complejo apenas si llegaba al 30 por ciento. Pero está visto que la gente se toma sus tiempos y no llega a la hora fijada, porque está de vacaciones y muchas veces los apuros no existen. No obstante ello, a las 23, cuando ya estaba transitando la primera comparsa, Papelitos (de Juventud Unida), apenas si había colmado el 50 por ciento de las gradas.

Sucede que esta costa de Entre Ríos se ha visto muy afectada por la crecida del río Uruguay y, si bien Gualeguaychú no es de las ciudades más complicadas, el turista, al hacer una asociación, no hace esa diferencia de ciudades, sino que dice “Entre Ríos es igual a inundaciones”, porque es lo que sigue mostrando la tv nacional. Por ende, opta por no venir. Y el principal consumidor del carnaval de esta ciudad del sur entrerriano es el porteño, que aún no ha optado por desembarcar masivamente a Gualeguaychú, más allá de que en lugares de esta zona, como Gualeguay, Concepción del Uruguay o el mismo Concordia, hay ediciones carnavaleras de prestigio.

Nadie puede dudar que el denominado Carnaval del país sigue siendo el más importante de la Argentina. Superó al de Corrientes –su principal competidor- y la gente lo adoptó de esa manera, sencillamente porque el visitante de Buenos Aires siempre acude a Gualeguaychú, por la distancia y la jerarquía. Y en verdad no se equivoca. Anoche, las tres comparsas demostraron su calidad a cielo abierto. Arrancó la comparsa Papelitos (la representación de Juventud Unida, el club conocido por su buena participación en el Nacional “B” del fútbol argentino) y demostró cómo se puede revertir una perfomance en una semana. El trabajo de los dirigidos por Mario Martínez fue muy destacado, en esta presentación del tema “Allegra”, buscando la mágica fórmula de la felicidad. Está claro que ha sido la comparsa que menor presupuesto insumió en este 2016 –en función de prioridades deportivas lógicas y razonables que tiene la entidad-, pero con poco pudieron hacer una comparsa digna y competitiva. Si bien el plus del arranque en la grilla de largada es siempre importante, Papelitos salió a pista con mucha fuerza, pasión y entereza, que fue lo que contagiaron en los más de 500 metros de recorrido. Hubo un trabajo parejo de comienzo al final, con el destacado rol de algunas figuras, como el caso de la victoriense Alejandra Mansilla –ex Marí Marí-, que ya se ha transformado en una de las principales exponentes de esta edición o de la siempre vigente Pamela Martínez.

Los pescadores de O Bahía salieron de inmediato y buscaron comerse el Corsódromo. Sucede que están convencidos que el trabajo del muy creativo Rodolfo Rodríguez puede determinar el retorno al título, que hace ya una década se les viene negando. Nadie dura que es la mejor O Bahía de por lo menos estos últimos cinco años y están disfrutando ese momento, aunque recién es prematuro anticipar el final de una competencia donde las tres comparsas están casi en igualdad de condiciones y posibilidades. Ese fino trabajo de Rodríguez con la defensa de la naturaleza, en esto del “qué bicho te picó” –que se traduce en un muy pegadizo tema musical que se torna irresistible-, redundó en un buen trabajo coreográfico de varias de sus escuadras y en una particularidad: el control que existe en la puesta en escena, que muchas veces es un aspecto difícil de controlar. Pero los pescadores lo logran en el Corsódromo es un mérito importante. El intendente Martín Piaggio -reconocido percusionista lugareño- comandó nuevamente su batucada y tuvieron un rol destacado.

El final fue para Marí Marí que, como tiene acostumbrado a su público, va creciendo sábado a sábado. La comparsa de Central Entrerriano esta vez salió con casi un 90 por ciento de sus trajes, pero quedó claro que le faltan detalles finales, que seguramente lo plasmarán en la noche siguiente. De todas maneras, una situación similar sucedió con Papelitos y en menor medida con O Bahía, que arrancó la noche inaugural con prácticamente terminados sus atuendos. El logro de los dirigidos por el conocido Adrián Butteri y por su cabeza, va por la forma en que se plasma una idea rápidamente entendida por los espectadores –lo que es una clara advertencia al consumismo enfermizo, que hace que la mugre o bazofia nos devore-, el buen diseño de sus trajes y la contundencia de sus carrozas, más allá de que en las otras comparsas también hay destacados trabajos en tal sentido. Resulta clave el trabajo de la banda incondicional de Martín Irigoyen, pero también el de algunas de sus figuras, como los casos de Emilce Parga –que es la pasista de la batucada, pero también la coreógrafa de la comparsa-; Agustina Nozzi -que sigue creciendo año a año- y la reina Agustina Díaz, símbolo de la belleza física y sensualidad, en lo alto de la carroza inicial. Quizás se debería buscar la forma de que descienda, por lo menos en algunos tramos, ya que es considerada una excelente bailarina, formada por Emilce Parga.

El Carnaval de Gualeguaychú ya apunta a la tercera noche. Todos esperan que sea con un mayor número de espectadores. La edición 2016 lo merece y exige, al igual que los comparseros y quienes están en el detrás de escena, que la situación se revierta y que el espectáculo tenga su justo reconocimiento.