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Bordet y el sutil arte del mimetismo político

Por Natalia Buiatti (*)

El discurso camaleónico de un personaje público puede interpretarse desde distintos ángulos: como un comportamiento ético y social reprochable, o como una virtud política. En cualquier caso, se trata de una conducta cada vez más habitual en la clase política.

Ejemplos sobran.

Alberto Fernández dijo que sería candidato a presidente y completaría la fórmula con la exjefa de Estado, Cristina Fernández. La afirmación pública fue como un estallido. ¿Cómo era posible si durante años, el propio Alberto Fernández denunció hasta el cansancio a su compañera de fórmula? Se puede suponer que el viraje discursivo respondió a un engaño social de largo aliento por parte del presidente, o tuvo que ver sencillamente con la conveniencia política, traducida a votos.

Tiempo antes el peronista Miguel Ángel Pichetto, recordado como una espada en los distintos congresos de gobiernos peronistas (durante la época de Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner), se pasó a las filas del macrismo y conformó junto a Mauricio Macri la fórmula presidencial que fue derrotada en 2019. 

De ahí para abajo, la clase política argentina parece no resistir archivos. Tanto es así que anoche, en el programa Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral), el gobernador Gustavo Bordet decidió sumar su granito de arena al arte del mimetismo en el país. Un político más que tributa en ese sentido.

Los primeros días de diciembre de 2015, apenas había asumido su primer mandato, Gustavo Bordet dijo en el programa Fuera de Juego (Canal 6 Somos Gualeguaychú): “Si alguien tiene una denuncia, hasta tanto se demuestre el resultado, le pediré que tome licencia, apartarlo del cargo”.

Anoche, en una nueva entrevista, Bordet se corrió sutilmente de lo que decía públicamente siete años antes. Cuando se le preguntó si había margen para que Sergio Urribarri pueda integrar una lista de candidatos, contestó: “Si él lo desea, puede hacerlo. Yo no estoy para proscribir a nadie. Vamos a ponerlo en otro plano. Cualquier persona del Partido Justicialista sobre la cual no pese una causal delictiva, puede ser candidato. Si hay sentencia firme, claramente no puede ser candidato”.

Pasó el tiempo, cambió el escenario y los intereses son otros. Es complejo descifrar el mundo político, pero vale preguntarse ¿qué pasaría en un futuro inmediato si el gobernador sostuviera aquella idea inicial?

(*) Cronista. 

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