Julio Federik
Hay personas que por su comportamiento frente a los demás, especialmente en los momentos difíciles, uno encuentra que han hecho exactamente lo que se espera de ellos. Su trayectoria los convierte en previsibles.
Es una coherencia intrínseca que se manifiesta en una pluralidad de acciones en las diversas exigencias de la vida. Conociendo solo algunas que se repetían en su conducta, podíamos estar seguros de su buena fe, de su lealtad en la contienda, de su inteligencia para comprender lo esencial, de su razonabilidad y de su sentimiento medido, para encontrar lo correcto. Y siempre en el umbral preciso de la sencilla humildad. Un hombre que entendía el esfuerzo, el ímpetu, la técnica y la lealtad en el deporte como una de las maneras de formar al ciudadano juntamente con su desarrollo intelectual.
Un hombre que ponderaba el criterio, como baremo fundamental en la brújula del periodista y el servicio honesto del abogado frente a la gente y el digno sacrificio hacia las instituciones republicanas. Paraná ha perdido un justo.
Alguien que desplegó su ejemplo en el periodismo, en el ejercicio profesional, en la función pública y donde le toco actuar, y siempre con la misma cotidianidad, con los mismos modales, con su sonrisa franca y la firmeza de su mano.
(*) Abogado
