Por Mario Wainfeld (*)
El festejo de la Selección en suelo patrio. La conmemoración del 24 de marzo de 1976, en todo el país. Una medida económica del Gobierno, creativa y desesperada a la vez. Todo en el breve lapso de siete días.
Suele decirse que una semana argentina puede equivaler a un año en países centrales, sobrios y serios. No estaría ocurriendo ahora, allá también van de sobresalto en sobresalto. Siguen cayendo bancos y Bolsas en el centro del mundo. Minga de cuevas o bancos cooperativos. Se desploman gigantes en Estados Unidos, en Suiza, en Alemania. Mientras ruedan cuesta abajo, sabiondos explican que esos bancos eran poco confiables, los peores de cada comarca. El Deutsche Bank, el último. El que avisa no es traidor, enseñan los viejos sabios. La máxima es, ay, falaz e imbancable porque los avisos llegan después de cada terremoto y no antes. “Así no se vale”, se quejaba el Chavo del 8.
Los integrantes de la Unión Europea (UE) siguen proveyendo material bélico a Ucrania, pagando mercenarios. La paz te la debo y, todo lo indica, te la seguiré debiendo. Marcado seguidismo respecto de Estados Unidos, inoperancia o hasta falta de voluntad para evitar un baño de sangre.
La sociedad civil francesa repudia la reforma jubilatoria impulsada por el presidente Emanuel Macron. Se manifiestan en masa, se defienden cuando los agreden les flics (“canas” traducido al criollo). Quién le dice… alguna vez arrojarán muchas toneladas de piedras. Defienden uno de los sistemas jubilatorios más protectores de Europa. Quizá entiendan que retroceder sería fatal.
Creatividad y riesgos
En esta misma columna, una semana atrás, se reseñó cuánto afectó al Gobierno y al ministro de Economía Sergio Massa la difusión del índice de precios al consumidor de febrero. Inesperado para funcionarios y economistas de distintas vertientes. Lesionó autoestimas, motivó rezongos e internas a cielo abierto… una especialidad del oficialismo en la que Massa venía siendo más prudente que la media.
Una de las contadas respuestas con impacto en “el bolsillo de la gente” fue la convocatoria al Consejo del Salario (CSMVM) y la consiguiente decisión rápida. Un aumento con sabor a poco, fragmentado en cuotas.
La medida más audaz y sorprendente consistió en concentrar en Economía todos los bonos nominados en dólares que estaban repartidos entre reparticiones estatales. Raúl Dellatorre informa la movida y la analiza de modo certero en el Panorama Económico publicado ayer en Página/12. Van las principales conclusiones, releídas por este cronista. La delicada carencia de reservas en dólares se agravó con la sequía. En la Casa Rosada y en Economía dan por hecho que la carestía durará todo el año. Por eso el gobierno prevé una acción con escasos o nulos precedentes: mandar a productores e importadores a realizar transacciones lícitas en el mercado alternativo de dólares, a pagar un precio similar al del dólar ilegal (apodado blue) muy superior al abanico de cotizaciones oficiales. “Vayan al contado con liqui o al MEP” sintetiza Dellatorre “y paguen las divisas al precio que consigan”. El rebote en precios es un peligro cierto. Para atenuarlo o evitarlo está la maniobra con los bonos.
Consultores famosos y el periodismo in the pendiente destacan que Massa suele sacar conejos de la galera. Hay creatividad en su equipo. Se señala menos, aunque es un secreto a voces que Gabriel Rubinstein (mano derecha de Massa) cría a los simpáticos animalitos. La sofisticación y el sesgo ideológico llevan su sello.
A los riesgos y estrecheces que indica Dellatorre se puede agregar uno: el Gobierno contesta a las presiones o problemas de los mercados con una medida típicamente financiera. Podría figurar en un manual escrito por los mercados. Este escriba se abstiene de predecir qué pasará en el corto plazo, nuestro hábitat.
La falta de divisas, claro, deja márgenes estrechos. La decisión es defensiva para evitar males mayores. Cuesta imaginar consecuencias virtuosas respecto de la inflación. Ya cerquita del fin de marzo en el Gabinete parece dominar la resignación o la falta de herramientas o ambas para amortiguar nuevas trepadas de precios.
Pressing a fondo
Las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) reiteran: la moratoria previsional fue “inesperada”. Macanean. El FMI conoce acabadamente a la Argentina, la audita día tras día, negocia con funcionarios locales, lee los medios autóctonos e internacionales, recibe a dirigentes opositores, a empresarios. La ley estaba tramitando; cualquiera lo sabía… No medió sorpresa, hay pressing rayano en la tomadura de pelo.
El Gobierno tiene que soportar los embates. El oficialismo ya estaba restringido para hacer lo que manda el Abecé de un año electoral. Minimizar los márgenes sería suicida.
La pandemia, la guerra en Europa, la sequía, alteraron las condiciones existentes cuando asumió el presidente Alberto Fernández. Acentuaron las crisis. Se trata de circunstancias fortuitas, impredecibles, desvinculadas de hipotéticas malas praxis. Revisar los términos de lo acordado en otro estadio es, apenas y nada menos, imperativo. Hay fuerza mayor que altera las condiciones originales y da lugar a la revisión de los acuerdos.
Otra observación del economista y politólogo Pero Grullo. Para que repunte la economía, para sostener con firmeza la pulseada con la Corte Suprema y el Poder Judicial, para poder producir cambios deseables y adeudados, es imprescindible ganar las elecciones presidenciales. Segunda máxima del venerable “don Pero”: sería necio privarse de hacer base en la provincia de Buenos Aires con los votos que puede conseguir el gobernador Axel Kicillof. Con cualquier método para la designación de candidatos (PASO o acuerdo), con cualquier presidenciable a la cabeza es indispensable conservar ese caudal.
Horizonte borroso
Tres meses para el cierre de listas, cinco para las PASO. Es prematuro pronosticar resultados, faltan cumplir trámites decisivos. Las elecciones provinciales arrancan en abril, un porvenir cercano. Se sucederán hasta septiembre y octubre.
Las internas a nivel nacional de Juntos por el Cambio (JxC) cooperan con el Frente de Todos (FdT) y viceversa. Goles en contra las más veces.
Los cambiemitas ordenaron las candidaturas en Córdoba. El radical Rodrigo de Loredo buscará la intendencia de la capital provincial. El juecista Luis Juez competirá por la gobernación. La “opo” cordobesa parece haber aprendido de sus errores y divisiones en 2019. Acrecienta sus perspectivas y hasta ahí llegan los presagios.
En Santa Fe Juntos por el Cambio converge con el Frente Progresista socialista-radical. Queda más competitivo. Frente de frentes se llama la coalición.
La Cámpora insiste en pedirle al Presidente que retire su candidatura. Este se empaca en seguir. Cuesta suponer que AF crea que tiene alguna chance. Quizá resista para no ser pato rengo durante demasiados meses. Empujarlo, a su vez, parece un exceso… todo lleva a que en algún momento dé un paso al costado. Habrá que ver.
“Esas cuestiones no le importan a la gente” pregonan periodistas, consultores, los mismísimos dirigentes que riñen y participan en las internas. Real pero manipulador porque las campañas existen, exigen acción y demarcan el escenario, aunque quede feo nombrarlas.
“Lo que quiere la gente”
“La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”. Parece ser una buena definición, pero atájese, es una de las Veinte verdades peronistas. Usted tendría que haberse avivado porque dice “pueblo” en vez de “gente”. Los populistas son incorregibles.
Para colmo no es sencillo determinar qué quiere el pueb... la gente en el minuto a minuto. El jueves pasado seguramente ansiaba volver al Mundial, reencontrarse, vibrar con recuerdos cercanos. La hinchada nacional se ingenia para revivir lo que pasó, como si fuera la primera vez. Quería una goleada… pero en último lugar.
Le importaba más empacharse de festejos y memorias gratas. Escuchar a Lionel Scaloni y Messi, con más ansias.
Sobre todo, querían que Messi metiera un gol en su retorno a canchas argentinas. Es verosímil que las buenas ondas hayan cooperado con su infalible puntería o por ahí el crack se arregló solo.
En promedio, una fiesta única en el planeta. Tanto, salvando distancias colosales, como lo son los actos del 24 de marzo. Masivos, fervorosos, pluri generacionales. Pacíficos y respetuosos a carta cabal. Cientos de miles se entrecruzan tranquis, los manteros despliegan oferta sobre veredas o aceras. Los comerciantes y los bares abren sus puertas y consiguen llenos envidiables durante varias horas. Las convocatorias rebosan de civismo.
La derecha bastardea a los concurrentes, inventa polémicas berretas. Se remonta a un paraíso perdido inexistente. Las Madres y las Abuelas eran repelidas desde la Casa de Gobierno hasta que llegó a la presidencia Adolfo Rodríguez Saá. Y solo fueron invitadas de honor a actos oficiales durante los mandatos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Los presidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa alambraron las fronteras para impedir que tribunales internacionales juzgaran a los represores. Requeridos por sus crímenes, perseguidos por Interpol, no podían salir de la Argentina que funcionaba como su aguantadero.
¿Cómo es posible que los manifestantes sonrían, se abracen, bailen si el motivo es atroz? indagan personas desprevenidas o malévolas. La respuesta es que lo colectivo es imponente. En pandemia aprendimos que los abrazos son irrenunciables, entre lo mejor de la vida.
El cura Eduardo de la Serna de la Opción por los Pobres (OPP), expresó la esencia de las repetidas y únicas jornadas que son tradición democrática. A transcribirlo, para ir cerrando. “No, no es fiesta. No festejamos. Recordamos (pasamos por el corazón, que no es el ombligo, por cierto), remembramos (traemos a los miembros, por los que circula sangre. Es decir, vida), que es algo muy distinto. Y si recordamos juntos, si nos miramos a los ojos, si vemos miles de rostros conocidos o no, que recordamos lo mismo, que luchamos por lo mismo, si nos damos la mano '¡y vamos ya!' porque ‘ánimo nos daremos a cada paso’, entonces celebramos. Y nos alegramos juntos y juntas por saber que adelante hay vida posible. La misma vida que les negaron a 30.000 y obstaculizaron a todos. Por eso es memoria. Por eso es verdad. Por eso es justicia”.
(*) Esta columna de Opinión de Mario Wainfeld fue publicada originalmente en el diario Página/12.