
El objetivo principal de López eran intentar limpiar la imagen de su esposa, María Amalia Díaz, y de las monjas del convento de General Rodriguez, el único lugar donde encontraba la “paz”. Está muy dolido por la situación “injusta” que están atravesando. En la soledad de su detención, reconoció que no tienen nada que ver con los bolsos repletos de dinero. El ex secretario de Obras Públicas contó los detalles de la madrugada del 14 de junio.
López fue trasladado bien temprano desde la cárcel de Ezeiza y llegó a los tribunales de Retiro a las 8 y media de la mañana. Era la segunda oportunidad que tiene para defenderse. La primera todavía estaba conmovido por el episodio y su entonces defensora le aconsejó no hablar.
El ex secretario de Néstor y Cristina Kirchner desligó a su mujer y a las monjas. Dos de ellas, María y Marcela, ya declararon como testigos. En el caso de Inés fue a indagatoria porque ayudó en el traslado de los bolsos. Todas coincidieron que no sabían del dinero y que la relación de López era directamente con el obispo Rubén Di Monte, una suerte de confesor, y con la hermana Alba, de 95 años.
Diaz ya estaba imputada en la causa desde el comienzo, pero el escándalo le cambió su vida. Ahora vive recluida junto a su hija en el departamento de Recoleta. A pesar de las peleas, ante la Justicia no le soltó la mano a su marido. Y lo visitó tres veces en la cárcel (en las últimas dos semanas no lo pudo ver porque tiene que completar un trámite ante el Servicio Penitenciario).
Fuente: Clarin