El día en que Scioli perdió las elecciones

Por Rubén Pagliotto (*)

El mismísimo día en que CFK ungió al “chino “Zannini como el compañero de fórmula de Scioli y éste comenzó, acaso por su impronta nadesca, a kirchnerizarse acelerada y desprolijamente, quedó marcado a fuego en las páginas de la historiografía no escrita, el principio del fin del habitante de La Ñata. Habíase iniciado, a unísono, la cuenta regresiva que lo conduciría al peor de los mundos para un tipo como él: una derrota irremontable y sin posibilidades de reversión.- Experimenta por estas horas infaustas el altísimo precio que se debe pagar por simular ser quien no se es, sólo por un temor patológico a que quien lo colocó-muy a su pesar y de los pibes de juveniles y mal nacidas barbas de la Cámpora- en el sitial de presidenciable y “continuador” del modelo.

La grosería ilimitada y ramplona del kirchnerismo de paladar negro, incapaz de hacer una sana y oportuna autocrítica, no trepida en medios ni métodos para ensuciar al candidato de Cambiemos y, en esa direccionalidad equivocada, enfermiza, de vuelo rapaz y efímero, pone en funcionamiento una maquinaria feroz y nauseabunda de desprestigio, miedo y operaciones de prensa e inteligencia de escaso a nulo coturno intelectual, con el único y avieso objetivo de desprestigiar la figura de Macri, emparentándolo con la dictadura (de la que no participó en absoluto) y con la década del 90 (en la que la gran mayoría del pelotón K, Cristina incluida, tuvieron no sólo activa participación, sino que se prodigaban en elogios a Menem y Cavallo, motejándolos como el mejor presidente después de Perón y un cuadro económico de gran vuelo, respectivamente).

Es evidente e incontrastable que los autores intelectuales de la campaña sucia- millonariamente facturada- han fracasado rotundamente en su intento procaz y amorfo por aterrorizar a la ciudadanía, descendiendo al paupérrimo y oprobioso subsuelo cloacal de la politiquería vernácula.- Las personas, las comunes y normales, desde hace tiempo ya no comen vidrio y han empezado a tomar el toro por las astas y a ser hacedores de su propio destino.

Es obvio de toda obviedad que al igual que un boomerang, la rústica y deslucida campaña de desprestigio y atemorizamiento montada por el gobierno, se ha vuelto en contra de sus mentores y ejecutores rentados en la clandestinidad de los sobres con dineros públicos que circulan en cantidades desopilantes por debajo de la mesa.-Se ha experimentado una clara y espontánea resiliencia: la transformación del chiste mordaz y descalificante al sector político temido para el balotaje en la fortaleza de ese grupo y la debilidad mortificante de sus detractores.- En la mayoría de los casos son apenas brulotes desteñidos de escasísimo volumen de lucidez y picardía; auténticas invectivas contumeliosas y destempladas, a veces tan ridículas e inverosímiles, que han dado lugar, de adverso, a una parafernalia de chanzas que han invadido por estas horas todas las redes sociales. Y para muestra sobra un botón: respondiendo a una de las tantas disparatadas amenazas de fin del mundo con pinceladas de apocalípticos pronósticos de diluvio universal, se ha dicho con fina ironía que de ganar Macri, las galletitas sonrisas fungirían en cara de culo o que la tierna caperucita roja terminaría fagocitándose al lobo feroz…(buuuuuu!!!!!!)

La verdad, como dijo el arquitecto Alejandro Boreztein con su proverbial sentido del humor (con reflexión), sería una pesadilla espantosa volver a los 90. Imaginemos que deberíamos fumarnos, sin chistar, a Daniel bendecido por su mentor Carlos Saúl, aterrizando en la política; o a Cristina y Néstor compartiendo palcos con el Riojano de prominentes patillas Quiroguianas y, encima, edulcorando esos encuentros con elogios tanto a quien fuera presidente como al padre de la Convertibilidad; o a la Morsa posando en fotografías junto a Menem, Duhalde, Néstor y Cristina, sin solución de continuidad; el matrimonio presidencial ejecutando las viviendas a humildes deudores de la tristemente célebre Circular 1050 del BCRA o abjurando de actividades de madres y abuelas de plaza de mayo, incluso la gobernadora electa Alicia, ocupando altísimos lugares en la estructura de gobiernos militares. Y el torturador asesino de Milani, bien gracias. Y el PCI Gerardo Martínez, bien gracias.-Podríamos gastar ríos de tinta escribiendo cientos y cientos de estos ejemplos, pero ya no vale la pena porque sería caer en la misma lógica en la que nos quiere sumir el aparato K.

Scioli (fonéticamente Yoli) está encerrado en una encrucijada de hierro: si rompe con los K y con todo lo que ello implica, ellos mismos se encargarán de desintegrarlo, con serio riesgo, incluso, de no llegar-siquiera- como candidato a la segunda vuelta del día 22.- Por el contrario, de continuar atado al Kirchnerismo y sus acólitos, serán los votantes quienes lo repudiarán masivamente en las urnas, ya que hay algo más de un 60% de la población que desaprueba enfáticamente el estilo K y exhibe su hastío al estilo y forma de ejercer el gobierno y a las prácticas hipercorruptas de la enorme mayoría de sus principales espadas.-En una palabra, como decía mi abuela: palo porque bogas. Porque no bogas, palo.

Ese nadismo que exhibe Scioli, no se sabe bien si es una debilidad de su gris personalidad temulenta y de discurso anodino o si es una estrategia perversa para sortear con un equilibrio patológico este trance duro que lo tiene como una especie de rehén voluntario de la emperadora Cristina y su corte de dóciles y timoratos amanuenses, aunque inescrupulosos al extremo si de agradar a la jefa se trata.- Sea cual fuere su verdadera naturaleza, ambas son peligrosas y tóxicas en extremo y, lejos de mostrar a un hombre en quien el pueblo puede poner expectativas con tranquilidad y confianza, desnudan una personalidad asaz débil y lábil, maleable y sin capacidad de liderazgo.- Más parecida a la cobarde intrepidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido, como reza uno de los magistrales sonetos medicinales de Almafuerte, que a la templanza, convicciones y atributos viriles que se espera de un Presidente de la Nación.

Pero más allá de las diferencias personales entre Daniel y Mauricio o Mauricio y Daniel, lo cierto es que en estas elecciones como nunca, se puso en valor un deseo irrefrenable y muy sano de la mayoría del pueblo argentino: la necesidad de un cambio copernicano que apunte a la reconstrucción moral de la república y que se haga de esta nación un país normal, gobernado por gente común, por ciudadanos de a pie, como María Eugenia Vidal, Martiniano Molina, Diego Valenzuela, Estéban Vitor, Josefina Etienot, o dirigentes políticos más clásicos como muchos radicales o de la CC, pero que por sus conductas públicas y privadas pueden caminar por las calles de sus pueblos con la frente alta, sin custodias, como un vecino más.- En definitiva, de gente que viene a servir a sus compatriotas y no a servirse desde la política. A trabajar honesta y consecuentemente para que todos vivamos mejor. Más tranquilos, seguros y bien tratados.- Apenas eso, pero todo eso.

Muy por el contrario, frente a este panorama, Scioli, en lugar de tomar el camino que reclama la gente, se Kirchnerizó tan alevosamente, que hasta cambió el tono de sus discursos; incluso su gestualidad –muy pobre y de inveterada mansedumbre- se ha tornado virulenta, tanto que desentona con su personalidad, convirtiéndolo en un mediocre actor de reparto que simula lo que no es y que disimula lo que siente y piensa verdaderamente.- En mi opinión, tomó la dirección equivocada, la que lo llevará, sin lugar a dudas, a una derrota contundente. Optó por su suicidio político por terror a desafiar a Cristina, mujer sin escrúpulos si las hay.

Está tan claro que no siente muchas de las cosas que lo obligan a decir o, si las siente, es que antes nos mintió, que se lo percibe muy incómodo y contrariado en cada reportaje que da a la prensa, sobre todo a la independiente y rigurosa. Está deslucido y exhala cansancio moral. Siente que la derrota le respira en la nuca. Terminó preso de sus propias contradicciones y de su falta de personalidad y amor propio. Se opacó más que de costumbre y, encima, abdicó cuotas indispensables de dignidad desde aquellos días en que Cristina (Senadora) lo retaba públicamente como a un chico de jardín de infantes, a punto tal que por momentos lo condenaba al exilio de su silencio, relegándolo a un tercer o cuarto plano de la escena nacional, una modalidad de sanción política que utilizaba mucho el matrimonio presidencial.- Se lo maltrató siempre y con las peores formas. Era de esperar, que a quien se lo maltrataba y ninguneaba persistentemente y que era obvio que no gozó nunca de la confianza de los Kirchner ni su entorno, jamás podía ser un candidato natural del FPV.

Fue un candidato por descarte y porque- riguroso y honesto es reconocerlo-es quien tiene la mayor consideración dentro de la ciudadanía, precisamente por ser (o aparentar que era) distinto a la media de los K: dialogaba, sabía escuchar, no era agresivo, no se prestaba a campañas sucias, se mostraba partidario de los consensos, etc. Esas virtudes anotadas en tiempo pretérito en esta columna no son el producto de un estilo literario ni obedece a cuestiones semánticas. Sino que se trata de un rasgo conceptual y dirimente: ese Daniel Scioli era otro. No es el de estos días. El candidato del FPV es hoy uno más de ellos, ya no se diferencia. Y hete aquí el germen de su debilidad y del punto de inflexión que marcan su caída y alejamiento-cada día más estrepitoso- de su imagen y posibilidades de alzarse con el triunfo el domingo 22.

El mismo día que mutó sus formas coloquiales y de buena onda futurista por la agresividad manifiesta y la matriz discursiva de los K, pletórica de resentimiento y odio, comenzó la cuenta regresiva.- Ese fue el principio del fin.- Ese día Scioli perdió la elección.- Ese día Macri, que no es un fenómeno que despierte la pasión de multitudes ni un líder con el carisma de Alfonsín o Menem, comenzó a estar cada vez más cerca del sillón de Rivadavia. Pese a toda esa campaña delirante de presagios de males eternos y monstruosos que pontifican los K de ganar Macri, éste ya aparece como el claro ganador.- Su mejor campaña fue la urdida por el propio núcleo duro del Kirchnerismo en retirada.- Nada le vino mejor y sin costo alguno.-En mi barrio a estas actitudes como las del gobierno, les decimos escupir para arriba.- Y que el escupitajo se desparramó por la cabeza de quien salivó con las consabidas consecuencias desagradables, está a la vista de todos.

Ya nada será igual, ni siquiera Daniel será más Scioli que nunca, al menos el optimista visceral y sempiterno esperanzado que supo ser y que le valió la simpatía de una clase media que siempre premió a los mesurados y prudentes, aunque no fueran auténticas sus intenciones. La desesperación de kirchneristas y sciolistas por estas horas finales, denotan sin tapujos y con cara de hereje, que el fin de ciclo les llega a todos por igual: a unos como autores directos de desaguisados y errores estratégicos inexcusables y, a otros, por haber guardado silencio cómplice y tácitamente acompañado los extravíos de Cristina o de sus pupilos políticos con un altísima cuota de acrítico dogmatismo y temor reverencial exorbitante. La situación llegó a tal extremo que el mismísimo Scioli, en un frenético intento de capitalizar los votos de Massa y empatizar con éste, tardíamente, muy tardíamente y con un patetismo insuperable, pidió perdón a Sergio Massa por el atentado que matones y alcahuetes rentados por oficialismo perpetraron en la residencia familiar de éste.- Destemplada, oportunista e insincera actitud de un Scioli envuelto en una suerte de paroxismo electoral que, lejos de aportarle algún beneficio, le fagocita el poco capital político y simbólico que aún mantiene en su haber.

Parece mentira, pero ni el peor de los enemigos del candidato del gobierno podrían conspirar tanto contra sus aspiraciones presidenciales como lo hacen sus propios mentores.- Semejantes desatinos se entienden solamente por la imperiosa y desesperada necesidad del oficialismo de garantizar impunidad. En ese cometido es que a pocos días del recambio de autoridades, intentan llenar las vacancias de todos los juzgados, fiscalías y organismos de control, sin reparar en cómo, ni cuándo ni dónde.

El domingo 22 de noviembre será el día en que Scioli verá condensada la contundente derrota que comenzó a experimentar un segundo después del finalizado el acto comicial del 25 de octubre. Muchos derrotados se irán a su casa y en buenahora que así sea. Por la salud de la república y la de ellos mismos. Y otros tantos asumirán destacadas funciones de gobierno con un plus muy grande de confianza que le ha transferido una parte mayoritaria de la ciudadanía.-

Ojalá, esta vez sí se cumplan los sueños compartidos de reconstrucción moral de la república que puedan refundar un país normal, con expectativas y horizonte de destino, pletórico de proyectos que, en definitiva, sirvan para que todos los argentinos vivamos mejor, en paz y con las ilusiones de un porvenir mejor. Para bien de todos y mal de ninguno, Ojalá!!!

(*) Abogado. Ex Fiscal Adjunto de la Fiscalía de Investigaciones de Entre Ríos. Presidente Sección Paraná del Colegio de Abogados de Entre Ríos. Ex candidato a Senador Departamental por Cambiemos.

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