Por Daniel Enz (*)
La misma presidenta del Tribunal que hizo prescribir hoy causas contra Rivas, fue la que condenó a Ilarraz y a Broggi. Y tanto ella como sus colegas seguramente olvidaron que aquellos pibes de 12 o 16 años, nunca pudieron denunciar lo que Rivas les hacía en sus casas porque no comprendían la gravedad de los hechos, que los marcaron para toda la vida y que en la mayoría de los casos demoran décadas en ser asimilados y reconocerse como víctimas.
Quedó demostrado que Rivas es un corruptor, un abusador y un perverso. Que abusó de niños y adolescentes durante más de cuatro décadas, ante la mirada cómplice de demasiada gente de Gualeguaychú. ¿La Justicia lugareña o el Colegio de Abogados de Gualeguaychú no piensan hacer un mea culpa sobre el monstruo que dejaron transitar y crecer como si no pasara nada con miles de jóvenes que fueron corrompidos y prostituidos puertas adentro en sus respectivos domicilios, a no más de 100 metros del edificio tribunalicio o la sede de los letrados? ¿Nunca se enteraron de lo que ocurría o también fueron seducidos por las idioteces psicópatas del reconocido abogado y entraron en el mismo juego?
Rivas es un hombre perverso. Manipuló a jóvenes de clase media y alta de Gualeguaychú (muchos de ellos eran hijos de sus propios amigos) y abusó como una bestia sin límites de pequeños que no tenían para comer, para vestirse o bañarse, a cambio de unas pocas monedas y un par de zapatillas.
Rivas está condenado. Fue un hombre que hizo demasiado daño a más de dos mil familias de Gualeguaychú y durante demasiado tiempo. A algunos les arruinó la vida e incluso optaron por irse a vivir a otra ciudad porque no podían soportar más esa imagen del abogado brillante, siempre consultado y respetado, de doble vida, que nunca dejó de tener contacto con sus víctimas, como siempre sucede con los abusadores. Y que jamás dejó de advertirles que tenía fotos y videos de cada situación de abuso, tal como también lo comprobó la Justicia, imponiendo así códigos de miedo y mafia.
Rivas está condenado. Rivas ya no es impune. Por más que siga existiendo un amplio sector de la sociedad -donde también hay gente de la Justicia y del Derecho- que continúa mirando para otro lado y prefiere ocultar su basura bajo la alfombra.
(*) Editorial sobre la condena a Gustavo Rivas, expresada en el programa Cuestión de Fondo, de Canal 9 Litoral.