El relato “nace de una anécdota que me habían contado donde hubo una pelea en un parque de diversiones en un pueblo de Chaco”, dijo Almada en diálogo con el programa radial A quien corresponda -Radio de La Plaza 94.3-, para agregar que “después se va deformando y de la anécdota original queda muy poquito”.

En tanto destacó: “También coincidió cuando me enteré de la historia que los personajes eran ladrilleros, yo tuve un tío dedicado a esto así que conocía el oficio; y recordar a mi tío y ver como trabajaba me sirvió para fabricar el personaje”.

“Básicamente en los libros Una chica de provincia y El viento que abraza me centro en las relaciones familiares, es bastante recurrente lo que escribo”, comentó la escritora y agregó que “cuando no hay un gran despliegue de trama uno tiene que centrase en lo que pasa con los personajes”.

Asimismo, sobre la editorial que publica sus obras Almada dijo “publiqué la primera novela con Mardulce cuando la editorial estaba en proyecto. Así que estuve con ellos desde el comienzo. Así conocí al editor como confiaba que iba a ser una editorial buena y de calidad, eso le sirvió a la novela de salir en una editorial que tiene si prestigio armado desde que nació”.

Más datos
El viento que arrasa, publicada por Mardulce, fue en efecto elegida “la novela” de 2012 y en abril ya se empezó a distribuir Ladrilleros, algo así como la confirmación de Almada como una de las narradoras centrales de la nueva generación de escritores argentinos. Antes, había publicado Mal de muñecas (2003), Niños (2005) y Una chica de provincia (2007).

En palabras de Beatriz Sarlo
No la conocía a Selva Almada cuando, el año pasado, la editorial Mardulce me envió su primera novela, El viento que arrasa. La empecé y la terminé esa misma tarde. No esperaba una novela así: el viaje de un pastor evangelista por caminos secundarios del Chaco, acompañado por su hija adolescente en un auto destartalado, con el que llegan a un taller mecánico en el medio del campo, donde viven un muchacho y un hombre.

Nada más, excepto los sermones del pastor y su poder magnético sobre los dos chicos. Todo es raro y original para la ficción argentina que conozco: no era literatura urbana, no había ironía ni guiños a la comunidad literaria, la autora no contaba una historia autobiográfica.

Al día siguiente escribí una reseña sobre El viento que arrasa y me alegró saber que la novela les gustaba a muchos. Una especie de Claire Keegan argentina, pensé. Ahora Selva Almada publicará, también en Mardulce, Ladrilleros.

La cita está programada para las 20, en el Museo Histórico Martiniano Leguizamón.