Por Guillermo Alfieri
La impresión era que Díaz anhelaba que cada pregunta fuera la última, para poder escaparle al trago amargo. Con urbanidad, se repitió en las respuestas, sin buscar excusas ni arrojar culpas sobre terceros.
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*Los primeros 10 minutos del cotejo, transcurrieron con imprecisiones de los dos bandos. A los 12 minutos Javier Pastore remató débil, a las manos de Justo Villar. En seguida el alerta de tres tarjetas amarillas, dos para argentinos y la restante para un paraguayo. Cuando casi no se habían lastimado, pelota parada y la media vuelta de Marcos Rojo para establecer el 1 a 0, a los 16 minutos.
La diferencia con fechas anteriores comenzó a dibujarse. Llegada a la red en la primera de cambio. Para colmo, la enfermería trabajó en socorro de Denis González y de Roque Santa Cruz. Ergo, dos cambios imprevistos a tan temprana altura de la contienda. Al ratito la combinación Lionel Messi-Javier Pastore para el remate inapelable.
El fantasma de lo sucedido en la zona de clasificación, puso más fría a la noche trascordillerana de Concepción. Lucas Barrios descontó a los 42 minutos, con un lindo shot, posible por una mala salida desde el arco de Sergio Romero. “¡No, otra vez no!”, dijimos los espectadores, citando al señor del aviso publicitario.
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Lo ideal era disipar la posibilidad de chocar dos veces con la misma piedra. Así fue en el arranque del complemento, de la mejor manera. Se enhebraron cinco pases en velocidad para que la pelota le quedara servida a Ángel Di María. El que pierde se adelanta y el adversario cuenta con más espacios para avanzar. Paraguay buscó de buena manera, jugando de acuerdo a sus individualidades. La orquesta de la Argentina funcionó en el armado de ofensivas y en meter tantos. Este aspecto fue la diferencia de los cuatro partidos precedentes.
La ambición goleadora no mermó. Paraguay no apeló al golpe, para compensar la defensa desguarnecida. Media docena de pepinos a un arquero que sólo atajó un par de remates. Los pistoleros dieron, por fin, en el blanco. Justo para arribar con el mejor talante a medirse con Chile.
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La Argentina y Chile comparten la vocación ofensiva. La pulseada promete ser interesante. Lo deseable es que la localía no se traduzca en una presión desmesurada. Hace 22 años que la Argentina no obtiene la Copa América. Así formó en 1993: Goycochea, Basualdo, Bonelli, Ruggeri, Altamirano, Zapata, Redondo, Leo Rodríguez, Simeone, Batistuta y Medina Bello. Técnico: Basile.
El 4 de julio de 2015, a las cinco de la tarde, puede registrarse un récord de televisores encendidos en nuestro país, para observar, sufrir y gozar un partido de fútbol, con el protagonismo de una selección que pinta para ser campeón, con los goles de Messi que están por venir.