Lo que pasó en el primer tiempo estuvo condicionado por la primera llegada a fondo, esa que derivó en el primer grito, en ese desahogo para San Lorenzo. Córner desde la izquierda a cargo de Juan Manuel Salgueiro, cabezazo para el aplauso de Enzo Kalinski y gol. Uno a cero. De golpe. A modo de sorpresa.
Esa circunstancia no modificó, de todos modos, la cara de este San Lorenzo sin patrón de juego, de recursos creativos escasos, de claras dificultades para atacar. Dicho de otro modo: el equipo de Asad no ataca como lo planifica; busca en ofensiva del modo en que le sale. Ese es el rasgo que lo identifica. Y está claro también: no es una grata certeza.
El cabezazo del ex mediocampista de Quilmes fue no sólo el único gol sino también la única llegada del equipo visitante en el primer tiempo. Con un detalle que hace este dato aun más significativo y traumático: en esa etapa, San Lorenzo tuvo un constante viento a favor.
Enfrente del Azulgrana y sus dificultades, estuvo un rival perseguido por los mismos fantasmas: los de la tabla de los promedios. Olimpo, en consecuencia, lo sabía: era una final contra un enemigo directo en el terreno de la permanencia. Y jugó en nombre de la victoria: buscó siempre, dominó, generó más situaciones. Mereció más.
Los argumentos de los bahienses fueron los conocidos: apostar casi todo a la creatividad de Martín Rolle y sumarle a él la movilidad de los delanteros. Sin brillos, por momentos, preso de sus propios tropiezos, Olimpo estuvo cerca del gol. En el primer tiempo, Emir Faccioli y Julio Furch coquetearon con el empate.
En el inicio del segundo, el Aurinegro arrinconó a San Lorenzo. Lo puso en la cornisa del empate. Pero entre imprecisiones, las manos de Pablo Migliore y algún abrazo del azar al Ciclón, se sostuvo el resultado en el peor momento del equipo de Asad.
Había cierta lógica en el desarrollo: más allá de la expulsión de Salgueiro -a los 31 minutos del primer tiempo- , San Lorenzo priorizó casi exclusivamente el aspecto defensivo del juego. Pero no sólo por jugar con un futbolista menos; sobre todo por una decisión o por propias limitaciones.
Pero tanta insistencia de Olimpo ante un rival que no luce convencido desde hace bastante tenía una consecuencia casi inevitable: un gol de los bahienses. Y así fue: córner desde la derecha, un par de rebotes en el área, pirueta de Furch y empate, señala Clarín.
No cambió el desarrollo ni las particularidades en el último tramo del encuentro. El local continuó yendo al ataque. Con constancia, con intensidad. El Cuervo siguió en ese rol defensivo, al borde de otra derrota. Pero esta vez, en los momentos más incómodos, apareció Migliore para ponerle un cierre decoroso a un recorrido reciente de golpes, polémicas y desencuentros. Así, arribaron a un empate que no cambió nada. Y que deja a los dos en el mismo lugar: en el espacio de las incertidumbres compartidas.