A tres días del temporal de viento y agua, el panorama sigue siendo desolador en muchos barrios de la ciudad y el cuadro empeora cuando los vecinos deben convertirse en guardianes de su casa y su cuadra, porque con tantos días a oscuras, la inseguridad se volvió otro dolor de cabeza.

En inmediaciones al Parque Industrial se erige un barrio con numerosas casas, la mayoría de ellas en construcción, hasta donde llegaron familias formadas por matrimonios jóvenes que lograron edificar sus viviendas con los créditos otorgados por el Procrear.

El barrio es tan nuevo que ni siquiera tiene nombre. Tampoco hay calles asfaltadas ni servicios públicos que se cumplan periódicamente.

En esta zona se cortó la luz el viernes a las ocho y hasta este lunes por la mañana, continuaban sin suministro eléctrico. En al menos cinco manzanas, unas 40 familias permanecen a la espera de una solución que les permita recuperar la tranquilidad y el descanso, porque el sábado por la noche se produjo un violento robo en una vivienda cercana y eso obligó a muchos vecinos a abandonar la estadía transitoria con familias para cuidar sus bienes.

“Esto es una boca de lobo y tenemos miedo”, confió a El Diario Antonella, una joven maestra jardinera, madre de un niño de 2 años, que llegó a este lugar hace cuatro meses. Su casa sigue en construcción y está ubicada en calle Carlitos Chaplin, una arteria de tierra que se volvió intransitable por la lluvia y el intenso tránsito vehicular que desvió por allí ante la imposibilidad de hacerlo por Salellas.

“Estoy sin dormir, anoche me la pasé dando vueltas, el calor no me dejaba descansar y el temor tampoco, así que me quedé controlando mientras mi esposo trataba de descansar para ir a trabajar por la mañana”, contó.

Las penurias de esta familia son coincidentes con las de sus vecinos, que se instalaron en el barrio apenas pudieron poner en condiciones habitables sus viviendas, por lo que la conexión se da por los fondos, porque aún no están delimitados los terrenos con los correspondientes tapiales.

“La casa más protegida es la que asaltaron el sábado por la noche”, aseguró Antonella. “El dueño se fue a la casa de familiares, pero la falta de luz no permitió que se cargara la batería de la alarma y pudieron ingresar sin problemas”, detalló, al tiempo que precisó que rompieron la puerta de entrada, le robaron electrodomésticos y destrozaron muebles en el afán de encontrar dinero.

“El sábado por la noche tuve que llevar a mi hijo a una guardia porque tenía 40 grados de fiebre, pero ningún remis quería entrar por el mal estado de las calles y la oscuridad que había; tuve que salir en moto hasta encontrar un auto que me traslade”, contó a entrevistada.

Vida diaria

En este barrio no hubo luz por tres días, pero tampoco tienen servicio de televisión por cable ni teléfono, que ni siquiera llegan al lugar.

La falta de tendido eléctrico se debió a la rotura de un transformador y esta carencia volvió más costoso los días de estos vecinos. “No podemos conservar ningún alimento fresco, con el calor todo es más tedioso; tenemos que comprar comida para el momento y eso encarece el prepuesto”, lamentó Antonella.

“Nosotros compramos hielo en la estación de servicio para poder tomar agua fresca y los precios para comer se están poniendo altos porque dependemos de los comercios cercanos para comprar día a día”, coincidió Isabel Grinóvero, una joven madre de dos hijos de nueve y cuatro años.

“Mi hija tuvo una angina persistente y está medicada, pero con el corte de luz los medicamentos se me vencieron y no los está tomando”, alertó Isabel, quien el viernes salió de su casa asustada por la explosión de un vidrio de su ventana y se le cayó al lado el farol de una luminaria del tendido público que por milagro no la dañó.

“Se me rompió un vidrio y tuve filtraciones por los techos, pero acá nos quedamos de todos modos porque tenemos miedo; durante tres días estuvimos incomunicados porque ni siquiera teníamos señal para los teléfonos celulares. Mi marido es empleado de comercio y hoy (por ayer) se fue a trabajar sin dormir, el calor es insoportable”, resumió.

En este sentido, Isabel recordó que hace un año llegaron a vivir a esta casa, ubicada sobre calle Ardoy, entre Carlitos Chaplin y Salellas, y desde entonces reclaman por el desmalezado de la zona; los roedores y alimañas abundan y su esposo debió atravesar por un delicado cuadro de leptospirosis que puso en riesgo su vida.

“No sabemos ni siquiera en qué estado vamos a encontrar la cosas cuando vuelva la luz, porque con los bajones de tensión que hubo durante la tormenta muchos artefactos se deben haber quemado”, aventuró.

Guardias

El panorama que muestra este lugar es el de mujeres cuidando sus casas mientras sus maridos trabajan, y de hombres que regresan por las noches, solos, a custodiar la vivienda. Tal es el caso de Vanesa, madre de un niño de cuatro años y otro de tres meses. “Me fui a la casa de mi mamá, donde además aprovecho a trabajar porque mi labor es independiente, con este calor me llevé a los chicos y mi marido regresa por la noche para quedarse a cuidar mejor la vivienda”, explicó.

Esta modalidad de repite y multiplica entre las 40 familias que debieron sobrevivir al temporal, haciéndole frente a las agobiantes jornadas sin luz eléctrica.

“Todos tenemos niños muy chicos y necesitamos mejores servicios, además de custodia, porque el miedo es lo que abunda”, sintetizaron los vecinos.