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Leonardo Acosta, el jugador que le ganó a su propia leyenda

Leo

Leonardo Acosta, del gol a River al presente como máximo dirigente de Universitario.

La historia futbolística de Leonardo Acosta podría tener, en su línea de tiempo, el recuerdo perenne de aquel 16 de junio de 2012 cuando de cabeza marcó, acaso, el gol más importante de su vida. Fue ante River Plate, por la B Nacional, con la camiseta de Patronato, en la cancha de Colón. El Millonario perdió 1 a 0 y tuvo que renegar (por ese tanto de Leo) hasta la última fecha para volver a Primera División A.

Pero el tiempo pasó y Acosta no detuvo su marcha. Volvió a su club que lo vio nacer (Universitario), junto a su familia y amigos. De yapa arrastró a allegados, varios jugadores y ex jugadores con verdadero sentido de pertenencia. Y esa entidad que parecía postrada y camino en convertirse en crónica de una muerte anunciada, resucitó.

El giro de la “U”

El renacimiento del Club Universitario de Paraná (CUP) se transformó en un relato emocionante. La fachada arreglada y pintada con dibujos y colores, los pibes corriendo acá y allá, la cancha de fútbol con nuevo sistema de riego, la proyección de la cancha de hockey sobre césped, la cancha de fútbol 5, los deportes que volvieron y…. la joya de fin de año: el playón deportivo inaugurado este último miércoles y que lleva el histórico nombre de José María Pepe Rubio, uno de los tantos anónimos que amaba el club e inculcaba a los deportistas querer al club como él lo quería. Vivía en la esquina de la institución, fue pionero del básquetbol femenino y masculino hace cinco décadas.

Volviendo a Leo. Bien podría haberse quedado en su casa, mirando las fotos de su trayectoria deportiva y recibiendo el llamado cada vez que se acerca la fecha de su gol eterno. Leo nunca se fue del barrio y siempre vivió a un par de cuadras de la U. Y cuando sintió el llamado para encabezar una comisión de trabajo ahí estuvo, ahí está, ahí estará. Siempre.

El miércoles, cuando inauguró el playón deportivo, se plantó ante las autoridades provinciales, Asociaciones, Federaciones, clubes, deportistas, simpatizantes y no dudó en decir que “Universitario es mi segunda casa” y recordó con emoción el recorrido junto a su padre desde pequeño. Esa historia “me hizo caer al mejor club del mundo, amo este club y la gente que está conmigo lo ama también. En estos dos años y tres meses de gestión hemos demostrado que se puede”.

La U, un club casi abandonado por 20 años, que parecía un depósito de chatarra más que una institución, que estuvo sometido a juicios, pérdida de un sector de su terreno, intentos de apropiación para transformarlo en edificios, hoy resurgió y todos son protagonistas. Dirigentes, deportistas, padres, simpatizantes.

Leo se plantó en el playón y habló. Recordó las obras hechas y las que vendrán. “Al club volvió la familia”, dice. Universitario no se quedó en los buenos recuerdos de aquellos años ‘60. Pudo saltar los tiempos oscuros posteriores y reverdeció con la magia pura de los que laburan.

En tiempos de cólera, de malhumor, de noticias negativas en el deporte por mala praxis dirigencial, el club de barrio Corrales en Paraná, asoma como el buen ejemplo a seguir, proyectado por un jugador de fútbol que no se quedó en 2012 en el grito de aquel gol en cancha de Colón.

Leo, sin dudas, le ganó a su propia leyenda.

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