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El transporte urbano de pasajeros en Paraná

Aldo José Ibarra

Disponer de medidas o actitudes ajenas al bien común por funcionarios de cualquier lugar del planeta no debe extrañar: se pregona “a” y se establece “b”. Hasta que la Intendencia de Sergio Varisco dispusiera la renovación de este servicio “para mejorarlo en rapidez” y si bien era cierto, en los hechos se diluía: como recorrido rapidez pero “cada muerte de obispo” en las frecuencias según quejas permanentes de usuarios. Una actitud que demolió un servicio que, si bien no era Dubái, era lo que satisfacía generado por ciudadanos y empresarios: paradas en cada esquina y las líneas que —en su mayoría— pasaban por la Terminal de Ómnibus.

Cuando se proyecta una obra es de rigor efectuar relevamientos. En este caso no se transporta ganado ni mercadería, sino personas. Base para trabajar en este primer ítem. Nuestros vecinos-pasajeros en toda la franja etaria deben ser tratados en la responsabilidad, seguridad y estima que corresponde como seres humanos y no como descarte de segunda por no disponer de vehículo personal.

La dinámica del crecimiento de nuestra comunidad, como la del resto del país, no es ajena a la violencia, segundo ítem a considerar. No es lo mismo disponer de alejadas paradas a la intemperie que cada cuatro cuadras como las de los subtes y la protección bajo techo de sus “Estaciones-Paradas”. Especial atención a niños cuyas paradas deben responder muy cercanas a las entradas de los establecimientos educacionales: “primero los niños”, realidad y no recurrente cáscara. Igual cuidado a los adultos mayores considerando que también deben ser protegidos de las inclemencias climáticas.

En las respectivas autoridades municipales nuestros habitantes han confiado para este flamante servicio, no solamente en coches cero kilómetros sino básicamente en recorridos, frecuencias y paradas como antaño y hoy nuevamente debe ser. ¿O ha sido cedida esta responsabilidad del municipio a las empresas?

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