Daniel Enz
El médico paraguayo Agustín Goiburú fue secuestrado en Paraná, en febrero de 1977, en el marco del denominado Plan Cóndor, de intercambio de prisioneros entre los países limítrofes, acordado por los dictadores de Argentina, Paraguay, Brasil y Chile. En los meses previos, el dirigente del Mopoco fue espiado por personal policial y militar con asiento en Paraná, en apoyo a fuerzas armadas paraguayas. Reuniones, nombres, lugares y hasta fotografías son las que aparecen en una serie de documentos que se muestran en esta nota de ANALISIS, a 33 años del golpe de Estado.
-Lo único que puedo hacer por ustedes es garantizarle cierta seguridad a 1000 kilómetros de distancia de territorio paraguayo –le dijo esa mañana el funcionario de María Estela Martínez de Perón a Elba Benítez, esposa de Agustín Goiburú.
La esposa del médico y dirigente del Mopoco paraguayo había concurrido a la Casa Rosada a plantear lo que les venía sucediendo, ante la persecución del dictador Alfredo Stroessner.
-¿Y qué ciudad tenemos a esa distancia que usted me dice? –preguntó la mujer.
-No sé, hay varias. Tiene Santa Fe, Paraná…
A doña Elba le sonó bien llegar a la capital entrerriana. Nadie de su familia conocía Paraná. Antes de llegar, en los primeros días de marzo de 1975, se preocuparon por averiguar si había, como residentes en el lugar, ciudadanos paraguayos. Se puso contento cuando se enteró de que había varias familias. Uno de ellos era muy amigo de Goiburú: Mariano Giménez, dueño de la conocida casa de marroquinería "Los Norteños", desaparecida hace un tiempo de la ciudad.
Su profesionalismo y su afinidad ideológica con algunos de los hombres del justicialismo entrerriano de la época, en el gobierno de Enrique Tomás Cresto, lo llevaron a convertirse muy pronto en el jefe de Traumatología del Hospital San Martín. Primero ingresó como médico de guardia. Junto con su esposa -en su carácter de instrumentista-, pasaron, a su vez, a desempeñarse en el "Sanatorio Rivadavia". Allí le ofreció trabajo el doctor Hipólito Viale. No llegó únicamente con su familia a Paraná. También lo acompañó su asistente en Posadas, Esther Marina Pérez Agüero, a quien le alquiló una pequeña vivienda en calle Nogoyá. La bella joven era sobrina de un médico misionero. La familia Goiburú se instaló en una casa que alquiló, ubicada en Avenida Rivadavia 429, frente a la Escuela Del Centenario y a escasos metros del sanatario en que trabajaban.
Goiburú tuvo un año sin mayores inconvenientes políticos. Sus problemas, quizás, eran más que nada de índole económico. En su consultorio particular -ubicado en la misma casa- prácticamente no tenía pacientes. El hijo mayor, Agustín, siguió estudiando Medicina en Corrientes y había que ayudarlo en sus gastos. Rolando ingresó a la Escuela Sarmiento para finalizar el ciclo secundario nocturno y Patricia fue anotada en la primaria de la Centenario.
Por un momento, Goiburú creyó que el fantasma de la persecución se había alejado. Estaba errado. En 1975, en el Departamento de Inteligencia del Estado Mayor paraguayo ya se originaban diferentes informes, a partir de la tarea conjunta entre argentinos y espías del vecino país. A Goiburú y familia le hicieron un seguimiento pormenorizado, tanto en Paraná, como en Buenos Aires o Misiones, cuando viajaba.
El informe 00050F-2445 daba cuenta de los estudios de cada uno de los hijos de Goiburú, tanto en Paraná como en Corrientes, como así también de los movimientos del médico en la capital entrerriana. “Posee cuenta corriente en el Banco de la Nación Argentina No. 2-28-2, teniendo un saldo actual de 19.688,18 pesos y según la declaración jurada en su solicitud de cuenta no posee otro capital. No opera con ningún otro banco, al menos en la ciudad de Paraná”, señalaba el paper.
Pero, a su vez, se había realizado un seguimiento de integrantes del directorio del sanatorio Rivadavia y de amigos de Goiburú. Entre los primeros se mencionaba al médico Hércules Bautista Viale, a quien se calificaba de “reconocida militancia comunista”; a Angel Guillermo Juan Vicintorio, también médico del sanatorio y a María Rosa Oberti de Viale, médica domiciliada en calle Mitre 413. De estos últimos se indicaba que no registraban “antecedentes” (ver facsímil). Como “amistades personales” de Goiburú se citaba a Mario Giménez y a Víctor Fernández, tras lo cual acotaba: “No se detecta ninguna actividad política en superficie. No ha mantenido relación con el escaso núcleo de residentes paraguayos, que alcanzan a unos 10 o 12”. Asimismo, consignaba que se estaba organizando una denominada Unión de Residentes Paraguayos en Paraná, que iban a reunirse “la próxima semana en la denominada Peña Maloni”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)