Esta entrevista sirvió para conocer a una entrerriana que trascendió y que, como un deportista, sueña a lo grande.
-De chica jugabas muy bien al hockey sobre césped y hasta clubes de otras ciudades te vinieron a buscar. ¿Por qué dejaste la práctica y te dedicaste al arbitraje?
-Empecé a jugar al hockey a los 8 años y en varias categorías fui convocada a la selección de Entre Ríos. Hubo un tiempo que el Club Mitre de Buenos Aires me llamó para jugar en esta entidad. No lo hice porque por aquel entonces falleció mi papá y como consecuencia de ello decidí quedarme en Paraná. En aquellos años, además de jugar ya era árbitro de hockey; hacía las dos cosas mientras podía. Fue así que de a poco fui postergando mi participación como jugadora para darle lugar al arbitraje. Y así empecé.
-¿Pero qué es lo que te gustó del arbitraje? ¿Cuál es el “gustito” que le encontraste a esta profesión?
-Cuando iba a jugar a torneos nacionales me encantaba ver cómo se desenvolvían los árbitros. Me pasaba mirando partidos para verlos a ellos y a ellas. Yo encontré en el arbitraje otra adrenalina que no la sentía como jugadora. Muchos me dicen que estoy loca, pero es lo que me gusta. Es estar en un partido pero desde otra perspectiva. Yo siempre digo que cuando deje de arbitrar algo voy a hacer para mantenerme cerca del hockey. Amo este deporte. La idea es estar ligada al hockey como sea.
-Uno está acostumbrado a que en el fútbol u otros deportes el árbitro sea blanco de muchas críticas, de muchas protestas, ¿pasa lo mismo en esta labor, lo vivís así desde adentro?
-Convengamos que el argentino es muy pasional, y más con los deportes. En el hockey también te protestan, no a la altura de los árbitros de fútbol, pero hay reclamos. No me pasó lo mismo cuando tuve que dirigir a nivel internacional. Allí es como que hay más respeto. Particularmente no tengo problemas con los jugadores ni con las chicas, me llevo bastante bien.
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