Mauricio Derudi ejerció la profesión de abogado de manera particular; fue el primer secretario del Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Gualeguaychú; fue fiscal en el sistema antiguo cuando el impulso de la investigación la llevaba adelante el juez de Instrucción; fue fiscal coordinador en el nuevo sistema donde la Procuración tiene un rol determinante en la investigación penal preparatoria y actualmente es vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú e Islas del Ibicuy. Todos esos cargos por concursos, lo que implica un principio de independencia importante. Pero, también protagonizó como experiencia en el servicio de Justicia el paso del paradigma escrito hacia las audiencias orales y públicas y ahora más recientemente el del juicio por jurado. Desde esa experiencia señala la necesidad e importancia que todos los cargos sean concursados por el Consejo de la Magistratura, incluidos los de la cúpula o cabeza del Poder Judicial como son los vocales del Superior Tribunal de Justicia.

Por Nahuel Maciel

Mauricio Derudi tiene 38 años. Ingresó a la Justicia en febrero de 2001 y más allá de un corto tiempo en situación interina, todos sus cargos los obtuvo luego de atravesar la instancia de concurso público.

Del mismo modo, vivió desde adentro los cambios de paradigma y culturales en el servicio de Justicia, desde el sistema escritural hasta el sistema acusatorio oral y público y el más reciente, el juicio por jurado.

Desde experiencia aporta –entre otros- cuatro aspectos insoslayables:

1) Que todos los cargos sean concursables, incluidos los vocales del Superior Tribunal de Justicia. Y fundamenta: “Qué sentido tiene que se tenga una Justicia independiente en las bases o abajo; pero en la cúpula, no sea independiente”. Luego interpela invitando a la reflexión para no demorar decisiones: “No hay que olvidar que son los últimos intérpretes de la Constitución y de la ley”.

2) Que se debería exigir una capacitación a los magistrados; porque en la actualidad no es una obligación e incluso someterse a determinadas evaluaciones periódicas, por ejemplo, cada cinco años.

3) La necesidad de incorporar más personal en la jurisdicción, especialmente un cuarto vocal en el Tribunal de Juicios y Apelaciones; de modo que se tenga una injerencia directa con los jueces de Garantías y no como ahora, que esos magistrados dependen de Gualeguay, aunque operan en extraña jurisdicción.

4) Que se respete la libertad del fiscal para investigar como un mandato sagrado de la Constitución y las leyes.

Hijo de Vilda Cyra Isabel Morali (fallecida) y de Julio César, Mauricio Derudi es el menor de tres hermanos y proviene de un hogar donde la educación, la familia y el respeto al semejante han sido algunas de las coordenadas para experimentar el desarrollo en valores. Y comparte su convicción y percepción: “Es en la casa donde uno aprende a ser respetuoso, a valorar a los demás, a ser solidarios. Y si una persona no aprehende esos valores, difícilmente se respete y se cuide al otro. Y creo que esto ocurre porque la familia está debilitada en su capacidad de contención”.

La otra particularidad del juez Derudi es que vivenció instancias fundantes. Fue la primera promoción del colegio Pío XII (1987-1991) que implementó el curso mixto. Fue el primer secretario del Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Gualeguaychú; como fiscal paso del vetusto sistema de dependencia de un juez de Instrucción al ejercicio de un rol proactivo para la investigación penal preparatoria; e inauguró el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú e Islas del Ibicuy con una integración que se completó a través de un concurso del Consejo de la Magistratura.

Egresado de la Universidad de Buenos Aires, luego de intentar trabajar en la Capital Federal, en el 2000 regreso a Gualeguaychú y comenzó a trabajar en el estudio del doctor Félix Del Castillo. “Comencé haciendo de todo un poco, pero más Civil y Laboral”, recordará.

(La nota completa en la edición 1136 de la revista ANALISIS del jueves 17 de noviembre de 2022)