Hugo Alconada Mon: “Investigo a todos los presidentes”

El periodista de investigación, Hugo Alconada Mon, habló en una entrevista con Cuestión de Modo (Canal 9 Litoral) sobre cómo trabaja el periodismo en la pandemia, las dificultades y desafíos del oficio en estos tiempos, y los riesgos de investigar al poder. También se refirió la situación del Poder Judicial y aseguró que, como le ha sucedido a los anteriores presidentes cuando estuvieron en el poder, a Alberto Fernández tampoco lo investigan demasiado.

 

—¿Cómo ha sido hacer periodismo en la pandemia?

—Ha sido difícil, raro, distinto, un desafío, también una oportunidad. En mi caso yo vivo en La Plata y trabajo en Buenos Aires, por lo cual todos los días de la semana estaba fuera de casa y a los chicos los veía de noche, incluso a veces después de cenar. Esta pandemia al menos me dio la oportunidad de ver mucho más a mis hijos y a mi mujer. No quiero frivolizar la pandemia, tengo varios amigos que han muerto, amigos en terapia intensiva, amigos que han perdido sus trabajos, los dramas que se viven. Y en cuanto a periodismo es my difícil porque incluso aunque nosotros somos considerados trabajadores esenciales, en teoría al menos cuando estamos en la calle, ellos están en sus casas, con lo cual cuando vas a buscara  fuentes no están en Tribunales, ni en la Legislatura, ni en la Casa de Gobierno, ni en las empresas, ni en los bancos, ni en la bolsa. Hay que reconfigurarse con una de las herramientas más usadas, el Zoom, el Skype.

—¿Cómo nos encuentra a los periodistas argentinos esta etapa?

—Nos agarra con un enorme signo de pregunta, porque todo lo que estamos viviendo, la pandemia en particular pero el contexto económico, social, de tecnología en general, nos agarra en un momento de transición. Por la pandemia hay mucha información que ahora no circula, como la economía cae, caen por ejemplo las publicidades, la difusión de nuestros medios, la difusión de nuestros materiales, con lo cual eso complica y muchos medios han cerrado o se han perdido puestos de trabajo. Y esto con la dinámica de las nuevas tecnologías que nos permiten llegar a lugares que antes era muy difícil, y entonces eso nos permite por ejemplo que yo escribiendo que yo desde Buenos Aires puedo trabajar para el The New York Times en español, y que tengo lectores en Mozambike. Al mismo tiempo las nuevas tecnologías presentan un desafío, por ejemplo las fakes news. Por ejemplo hace nos meses circulaba un supuesto audio mío hablando sobre el financiamiento supuestamente ilegal de un candidato, yo a ese audio jamás lo envié, esa persona que decía que era yo no era yo, pero mi tía y madrina se comió el amague y difundía el audio como si fuera mío. Hasta que le avisé que no era yo. Entonces tenemos todo este tipo de combo raro. Yo soy optimista, de estos contextos raros puede aflorar algo muy bueno.

— ¿Cuál fue el entrevistado más interesante para el libro Pausa?

—Hay muchos. Por distintas cuestiones te diría Isabel Allende, Fernando Savater o una mujer negra africana extraordinaria, premio Nobel de la Paz, Ellen Johnson-Sirleaf, que  cuando habló me emocioné, nos largamos a llorar y fue una lección de humanidad y de liderazgo. Una mujer que casi la matan durante un golpe de estado, tuvo que huir de su país, asumió el riesgo de que pudieran matarla, que compite las elecciones, que gana la presidencia, se convierte en la primera presidenta mujer en la historia de África, que logra pacificar su país, que gana el Nobel de la Paz, que luego tiene que enfrentar una epidemia de ébola en Liberia, uno de los países más pobres del planeta, logra controlarla y todo eso en un país que no tenía agua corriente, nada. Ella cuenta que hay que apostar a la educación, por otro lado confiar en los liderazgos comunitarios y al mismo tiempo asumir riesgos. En un momento llama a un hospital de campaña y no le responden, se sube a un helicóptero, y cuando está llegando a la zona de campaña, empieza a ver que hay gente muerta alrededor del hospital, aterriza, entra al hospital y estaban todos muertos. Los pacientes, los enfermeros, los médicos. Y tuvieron que empezar de cero otra vez. Eso te explica y te muestra que es posible salir de lo peor de lo peor.

—¿Cuánto te costó hacer periodismo de investigación con el nuevo gobierno?

—Hay tres dificultades: la primera es la creciente complejización de las investigaciones, porque así como nosotros vamos aprendiendo nuevas herramientas, nuevas técnicas, nuevos trucos, y eso nos permite llegar más lejos en nuestras investigaciones, mejorarlas, corregirlas, ampliarlas, también los que están del otro lado, los piratas, son más sofisticados. Entonces antes podías tener alguien que manoteaba el dinero y salía corriendo por la calle, hoy los verdaderos profesionales están usando criptomonedas. Entonces cuando nosotros estamos aprendiendo el manejo de la operatoria offshore, el uso de sociedades en paraísos fiscales ya es algo viejo para los piratas profesionales. Segundo: también se complica por la pandemia y las dificultades y obstáculos que tenemos para movernos. Y tercero, lo más importante de todo, es que vivimos tiempo de los sesgos de confirmación. Es decir, muchos que solamente quieren escuchar aquello que confirma sus ideas previas. Y todo aquello que vaya a eventualmente poner un signo de pregunta a aquello que ya creíamos, es rápidamente descartado. Una tendencia de polarización, de grieta, de burbujas, de segmentos o sectores sociales que no se comunican entre sí. Este es uno de nuestros desafíos, cómo logramos comunicar información que llegue a la audiencia y que esa audiencia por lo menos preste la suficiente atención para decir ¿cómo es esto? ¿Esto es posible?

—¿Cómo estás viendo en esta nueva etapa con Alberto Fernández presidente esta situación judicial en Comodoro Py, lo que se ve, lo que se conoce, la embestida que ha hecho un sector del gobierno, cómo lo estás analizando?

—Hay una gran investigadora norteamericana, Gretchen Helmke, que estudió cómo actúa el poder judicial argentino y cómo ha actuado en los últimos 40 años. Resumo en una frase su tesis de doctorado. Dijo que lo que muestran los fiscales y jueces argentinos es lo que ella llama la lógica de la defección estratégica. Significa jueces procíclicos. Es decir, jueces que mientras que tenés el poder, se hincan ante vos, pisan las investigaciones, no molestan, esperan porque no quieren problemas, que el Consejo de la Magistratura intenten destituirlos. Cuando dejás de tener poder, te patean la cabeza. Le pasó a Menem, a De la Rúa, a Kirchner y a Macri, y es lo que le está pasando a Alberto Fernández. No se lo investiga demasiado a su gobierno, y hubo señales de alerta como los sobreprecios en la compra de alimentos de Desarrollo Social.

—¿Esto puede cambiar en algún momento?

—Según, si queremos sí. La receta para tener instituciones fuertes e independientes es conocida y se aplica alrededor del mundo, en algunos países. El punto es si queremos aplicar esa receta o no. Es decir ¿queremos tener un Concejo de la Magistratura independiente, probo, eficiente, que nombre y designe a los mejores jueces? ¿O queremos tener a los jueces amigos del poder que cuando tengamos poder nos van a proteger? Porque recordemos que tanto Norberto Oyarbide como Rodolfo Canicova Corral, dos de los jueces más icónicos de las últimas tres décadas, pudieron irse a sus casas jubilados, no fueron destituidos, porque fueron protegidos por los dos sectores políticos en el Consejo de la Magistratura.

—Hay un sector del kirchnerismo que está muy preocupado con los movimientos que hace el periodismo de investigación ¿Cómo lo analizás? ¿Cuánto te preocupa esa situación o considerás que son gajes del oficio?

—Ambas respuestas son posibles. Algunas de las investigaciones que enfrenta hoy el expresidente Mauricio Macri están basadas en investigaciones mías, tres de los juicios orales que enfrenta Cristina Fernández de Kirchner están basadas en investigaciones mías, para que quede claro que investigo a los distintos presidentes. Dicho esto ¿les gusta? No. No todos pero varios de los últimos expresidentes pidieron mi cabeza al diario, y eso no es grato. Néstor Kirchner llegó a denominarme “pluma negra”, Cristina Fernández de Kirchner llegó a deliberar junto con su equipo en la quinta de Olivos qué hacer conmigo, no en términos legales sino en términos más amplios. El gobierno de Mauricio Macri ordenó espionaje, de hecho están procesados los jefes de inteligencia de Macri, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, por ordenar el espionaje de mí familia, esta casa, se me pusieron en la puerta. Entonces no la he pasado bien, ni con el menemismo, ni con el kirchnerismo, ni con el macrismo. Al mismo tiempo, son las reglas del juego ¿las convalido? No. ¿Las acepto? No. Pero comprendo que son. Si voy a escribir e investigar lo que investigo, no puedo pretender del otro lado un beso, un abrazo y una flor. Entonces si no me tengo que dedicar a otro periodismo, que hay muchos periodismos muy válidos, el cultural, económico, deportivo, pero a mí me gusta este. Si me gusta lo que hago no me puedo quejar por el aspecto menos agradable de esto.

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