El actual triunvirato de la CGT: Carlos Acuña, Héctor Daer y Octavio Argüello.
La definición de una nueva conducción de la CGT llega en un momento político y económico más que complejo, tanto para el país como para el peronismo, el partido que la central obrera tiene la condición de representar su columna vertebral. El triunfo del gobierno de La Libertad Avanza envalentonó a Javier Milei que ya imagina al Congreso aprobando una reforma laboral que, a todas luces, solo busca amplificar las ganancias del sector patronal. En ese contexto se elegirá la nueva conducción donde dialoguistas y combativos debaten el perfil que deberá tener la central sindical para estos tiempos. Ambos tienen en común la necesidad de mantener --el menos en lo discursivo-- la unidad. Por un lado, los grandes sindicatos son más proclives a priorizar el diálogo antes que la calle. Por el contrario, los gremios de la industria y el transporte, pero también algunos del mundo de los servicios, postula el desarrollo de un programa de objetivos como base para la construcción de una verdadera unidad y así confrontar al gobierno libertario. Sin una síntesis adecuada hay dirigentes que no descartan una fractura. El tiempo es escaso y el acuerdo se debe alcanzar el próximo miércoles cuando se realice el congreso sindical, publicó el diario Página/12.
LA CGT durante todo este año y algunos meses del 2024 estuvo ausente o alejada del protagonismo de las expresiones de resistencia a las políticas de destrucción del Estado y el aparato productivo por parte del gobierno libertario. Muy lejos quedaron las presentaciones judiciales contra el DNU 70/2023, las movilizaciones e inclusos los paros del año pasado que hicieron contra estas primeras medidas del presidente Milei. Es el perfil que el sector que conduce y predomina en la central obrera que le otorgó a la CGT: distante de las medidas de fuerza y dialoguista, sobre todo con el funcionario que ya no está, Guillermo Francos, y que a pesar de todo, no consiguieron avanzar más allá de una silla en el Consejo de Mayo.
Esto no quiere decir que no haya habido conflictividad. Los gremios, las uniones, las federaciones que integran la CGT tuvieron sus disputas particulares que se desarrollaron por toda la Argentina. Lo que estuvo ausente fue una acción coordinada de la sede central de la CGT, la que está ubicada en el histórico edificio de la calle Azopardo.
Una posición que fue generando la aparición de un sector descontento con este perfil. De a poco se fueron aglutinando los gremios de la industria, una de las actividades económicas más afectadas por el modelo libertario entre los que figuran la UOM y el Smata de Ricardo Pignanelli. También llegaron sindicatos del transporte, tanto de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), donde figuran entre otros los pilotos de Pablo Biró y los que integran la Unión General de Asociación de Trabajadores del Transporte (UGATT), con los ferroviarios Omar Maturano y Sergio Sasia. También se acercó el colectivero Roberto Fernández de UTA y hasta los gremios que responden a Luis Barrionuevo, indicó el diario Página/12.
Por ahora, el gremio de camioneros no se ha expresado a favor o en contra de alguno de estos dos grupos. Hay algunos problemas que pareciera deben resolver antes.
La cabeza visible de este grupo es el metalúrgico Abel Furlán y la propuesta, según afirman, es recuperar para la CGT un perfil más combativo, de presencia y protagonismo en la lucha contra el modelo libertario. El gran desafío actual, sostienen, es frenar la reforma laboral que impulsa Milei. Prácticamente no se conocen detalles de ese proyecto, pero nadie duda de que no hay un artículo que sea conveniente para el trabajador y la trabajadora.
Pero la tarea no debe quedar solo en la reforma laboral, el titular del Sindicato de Obreros y Empleados de la Industria Aceitera, Danie Yofra, plantea la necesidad de construir “un frente sindical independiente de los partidos políticos y de las centrales, que nos posibilite enfrentar a un gobierno de patrones”, afirma.
Este grupo, que no tiene nombre, sostiene que se debe trabajar en la redacción de un programa con una cantidad de objetivos imprescindibles como para aportar a la construcción de un modelo de país que contenga a todos los sectores y genere un modelo económico industrial productivo y no uno de achicamiento y ajuste como el de Milei.
En todo caso, es el programa lo que consideran que todos los gremios que conforman legalmente la CGT adhieran y trabajen en pos de su construcción. Allí, señalan, “se concretará una unidad de verdad y no solo discursiva”.
Estos gremios descreen de la continuidad del sistema de conducción a través de un triunvirato. Es más, prefieren el sistema que está en el origen de la CGT que no es otro que la existencia de un solo secretario general. Sin embargo, no consideran que sea una condición innegociable. Están abierto al debate. En todo caso, la condición es la generación de ese programa, consignó el diario Página/12.
Restan apenas tres días para la realización del congreso cegetista. Hay contactos entre los grupos y en mientras tanto es posible ver que hay dos alternativas. Una unidad, pero manteniendo el actual statu quo (que impulsan los grandes gremios referenciados en Gordos e Independientes) y la unidad con resistencia.
Si no se alcanza la síntesis, hay también dos posibilidades. Una sola CGT o, como señalan en el grupo combativo, la posibilidad de marcharse para organizar otra. No sería la primera vez que esto suceda. Hay una tercera alternativa, que nadie la expresa públicamente, pero que existe: un cuarto intermedio hasta conseguir un acuerdo.


