Claudio Gastaldi
(desde Concordia)
Por primera vez en la historia, el justicialismo entrerriano dirimirá su interna en una elección general. Con la Concertación Entrerriana en crisis y con la Unión Cívica Radical sin haber podido asumir el fracaso post-Alianza, la contienda parece dirimirse por primera vez entre varios pesos pesados, estén estos dentro o fuera del peronismo. Y la debilidad de la oposición es tan impresionante que las facciones del peronismo no dudan en que, a pesar de ir divididos, ganarán sin inconvenientes. Sin embargo, la discusión parece estar lejos de tornarse una “guerra ideológica”, como la definiera el propio gobernador Jorge Busti, porque si hay algo que no abunda en esta campaña, a cuatro meses de las elecciones, son iniciativas, discusión política y un proyecto de provincia diferente.
El gobernador Jorge Busti forzó tanto su autoridad, tensó tanto la cuerda, que logró lo que pocos sospechaban: la división del partido que más prosperidad garantizó a sus dirigentes. En rigor, una de las razones principales de la unidad del neoperonismo. Quienes lo conocen aseguran que el mandatario jugó fuerte porque no creía que se fueran a animar a romper la unidad de la prosperidad. Pero también por otras dos razones de peso: tenía el dato de que el intendente de Concordia, Juan Carlos Cresto, estaba seguro que le ofrecería la candidatura a gobernador, algo que Busti obviamente no pensaba hacer; pero suponía que si eso no ocurría, Cresto estaría desganado y sin convicción como para enfrentarlo, que es algo que el propio Cresto reconocía en conversaciones íntimas. Y la segunda razón es que contaba con el antecedente y la opinión generalizada de que Julio Solanas no se animaría a competir por fuera de la estructura partidaria. “Pasará como otras veces, es puro amague”, le manifestaban sus allegados. Pero Busti también estaba convencido que “ni Cresto ni Solanas estaban dispuestos a ser segundos del otro”.
Con esos datos en la mano, más una economía floreciente, una oposición en franco desbande, con el sector docente como único conflicto importante y con una caja registradora (los recursos coparticipables) y repartidora (la Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande -CAFESG-) como nunca antes había tenido, descuidó y hasta despreció su habitual interés por ganar consensos -inclusive por la fuerza, aunque ello suene contradictorio-.
Todo parecía indicar que la vaca estaba atada… pero despreció los eslabones de la cadena, y no contó con que el desgano de Juan Carlos era inversamente proporcional al empuje de Enrique Tomás. Los Cresto terminaron jugando en tandem, y entonces el hijo diputado convenció al padre intendente de que Busti nunca le ofrecería la candidatura a gobernador: “Sacátelo de la cabeza”, le dijo y no perdió tiempo en invitarlo a Paraná para lo que luego se conoció como “la reunión del Grupo Talleres”. Aunque Cresto padre, el intendente, no perdía las esperanzas, y todavía creía que Busti podía ofrecerle la candidatura a gobernador. “Sobre todo si paso por la reunión en Talleres y Jorge empieza a verla fea”, pensó.
Pero los dos pesos pesados de la política entrerriana calcularon mal: Busti no le ofreció ninguna candidatura de nada a Cresto y Solanas hizo lo que Busti no esperaba: se jugó y cerró el acuerdo que había soñado: una fórmula encabezada por él y con el apellido Cresto en segundo lugar.
Primer terreno en disputa: Gualeguaychú
“Tené cuidado porque te van a dormir el nene”, le habían anticipado a Solanas. Pero el intendente de Paraná estaba convencido que su homónimo de Gualeguaychú, Daniel Irigoyen, ganaría la pulseada y que el Nuevo Espacio -o lo que es lo mismo, el peronismo de la Concertación Entrerriana- jugaría con él. Confiaba también en la muñeca de Luis Leissa y creía que ambos lograrían vaciar las aspiraciones de Emilio Martínez Garbino y hasta ya se imaginaba competir con el nombre de Nuevo Espacio.
Las diferencias y enconos son de vieja data. Martínez Garbino no les perdona a Solanas y José Lauritto que abandonaran el barco del Nuevo Espacio en la primera jugada contra Busti en 2003. “Solanas es peor que Busti, sólo que no tiene poder; pero la vida tiene sus vueltas y este me las va a pagar”, se juró Emilio por aquellos días. En síntesis, el líder de la Concertación Entrerriana se la cobró como había prometido y Solanas calculó mal: Daniel Irigoyen debía resolver el problema del desfalco en la Tesorería Municipal de Gualeguaychú y, por otro lado, nadie mejor que Busti sabía de la fortaleza electoral de una alianza entre Paraná, Concordia y Gualeguaychú. Las tres ciudades juntas suman la mitad del padrón electoral y en los tres lugares la unidad se daba entre quienes tenían poder territorial: Solanas, Cresto e Irigoyen.
La disputa por Gualeguaychú fue descarnada, tanto que hasta aseguran que Busti negoció una encuesta que apareció llamativamente en el diario Página/12 en la que hicieron aparecer a la Concertación Entrerriana como la segunda fuerza en Entre Ríos. Un dato tan disparatado como ideal para ese momento.
El objetivo de Busti era sacar del sopor y darle argumentos a quienes venían de perder un debate interno en la Concertación Entrerriana, luego que la Unión Cívica Radical -como era previsible- se negara a integrar un frente ocupando el segundo lugar de la fórmula.
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