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Despiste y vuelco en la Ruta Provincial 11: un conductor grave y un interrogante abierto

El despiste y posterior vuelco del Renault Megane se registró en el kilómetro 19 de la Ruta Provincial 11, jurisdicción de la Jefatura Departamental de Diamante.

El despiste y posterior vuelco del Renault Megane se registró en el kilómetro 19 de la Ruta Provincial 11, jurisdicción de la Jefatura Departamental de Diamante.

Un nuevo despiste y posterior vuelco de un vehículo volvió a encender las alarmas en las rutas entrerrianas. Ya se sabe que el deterioro de las rutas es casi proverbial y encima a veces con un agravante: en muchos casos la imprudencia o la distracción al volante forma parte de una fórmula dolorosa; que además bien pudo ser evitable.

A la altura del kilómetro 19 de la Ruta Provincial 11, un Renault Megane terminó despistado y volcado, dejando a su único ocupante, un hombre de 28 años y vecino de Aldea Brasilera, con lesiones de gravedad.

Fue personal policial de la Comisaría local quien llegó primero a la escena, en plena tarea de patrullaje preventivo. El cuadro fue elocuente: el vehículo destrozado al costado del camino, huellas desordenadas en el asfalto y un conductor herido que debió ser asistido por los Bomberos Voluntarios y trasladado de urgencia al Hospital San Martín de Paraná, donde permanece internado.

El Ministerio Público Fiscal dispuso las pericias de accidentología para determinar con precisión cómo ocurrió el hecho. Los primeros indicios descartan la participación de otro rodado, pero la incógnita persiste: ¿fue un exceso de velocidad, una falla mecánica, una distracción fatal? La investigación deberá despejar esas dudas que hoy se acumulan sobre el expediente.

Pero más allá de las pericias y los informes judiciales, lo cierto es que cada siniestro vial en Entre Ríos vuelve a exhibir una realidad que duele: la ruta se ha convertido en un escenario de riesgo cotidiano. No alcanza con contar muertos y heridos en las estadísticas, ni con repetir las fórmulas de prudencia en los partes oficiales. Hace falta una conciencia social más fuerte, un cambio cultural en la manera de conducir y un compromiso colectivo para que la velocidad, la imprudencia o la distracción no sigan escribiendo crónicas de sangre.

Cada vuelco, cada despiste, cada vida en riesgo es un espejo en el que se refleja lo que como sociedad aún no hemos aprendido: que la seguridad vial no depende solo de la ley, sino de la responsabilidad de cada conductor al tomar el volante. Y que mientras esa lección no se asuma, la ruta seguirá cobrando su precio más alto y las familias quedarán sumidas en el dolor.

En las estadísticas de siniestralidad vial, este nuevo episodio se suma como otro recordatorio de lo frágil que puede ser la vida al volante. La policía -una vez más y de manera oportuna-, recordó la necesidad de conducir con responsabilidad y apego a las normas de tránsito. Sin embargo, más allá del mensaje institucional oportuno, cada accidente deja una enseñanza amarga: la ruta no perdona descuidos, y detrás de cada despiste hay una historia que puede terminar en tragedia.

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