Por Hugo País (*)
En este tiempo, vengo escuchando que en el nombre de la “libertad” unos sostienen decir ciertas cosas y otros pretenden hacer callar y condenar, pero los estudiantes, adolecen de formación cívica y allí radica ese no querer la Patria, no hablar de Nación por prejuicios y no respetar la Republica, esa tan utilizada por los políticos de un sector o de otro, para hablar del estado de derecho que consagra la Constitución Nacional y las Provinciales.
Confundir o tomar el espacio de educación cívica, para imponer un pensamiento, es una deformación de la educación, tanto como negarles el derecho a saber y conocer de la realidad nacional, las diversas opciones y miradas sobre la situación social, económica y política
No perder de vista que la transmisión y puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como que ayuden a superar cualquier tipo de discriminación, deben ser contenidos sustanciales de un espacio de formación cívica.
De lo que si somos consciente que hoy adolescentes y jóvenes desconocen deberes y derechos que nos provee la Carta Magna, no hemos puesto el acento en enseñarlos y a su vez el zigzagueante manejo de esta disciplina en los curriculum escolares. Muchos hablan de la carencia de “Instrucción Cívica”, de hecho el nombre mismo “Instrucción”, nos pone a reflexionar porque instruir y no formar, porque instruir y no educar. Bueno de eso podemos decir algo desde historia.
Existió un tiempo, donde se daba Educación Moral y Cívica, aunque antes se daban normas de buenas costumbres y desempeño ciudadano, ya cuando la Ley 1420, se excluyo en alguna medida por la necesidad de fortalecer el término “laicidad” de la educación, la cuestión de la Moral y la Religión. Pasamos sin lugar a dudas por el Art 8vo de dicha Ley, a la posibilidad de brindar la formación religiosa para los que optaban por ella y a la formación moral y cívica para los que sus padres así lo optaban
Tiempos posteriores, se incluyo la Educación Ciudadana, cuestión que se fortaleció no solo por ley, sino que se incluyo en la Constitución de 1949. Hay mucho para decir y porque no opinar, pero lo importante es marcar que esta disciplinas con diversos nombres, marca la grieta que se genera, y que en verdad se pone en evidencia cuando la caída del peronismo en el 55, es allí donde se retoma la materia Educación Democrática, precisamente en un gobierno de facto, ¿increíble no?, y que se hable de democracia en tiempos donde ella no reinaba.
Con posterioridad se implemento Estudios de la Realidad Social Argentina (ERSA), con una precisa fundamentación antropológica y social. La cual en un nuevo proceso de facto, se transformo en Formación Cívica, luego en Formación Moral y Cívica, luego en democracia en Formación Ética y Ciudadana, hasta nuestros días, donde la valiosa Instrucción Cívica de los tiempos de Secundaria diría hasta los años 70, paso a resguardo de los archivos y allí radica en mi humilde criterio, el vacio de formación para ser ciudadano responsable, respetuoso del orden y del estado, para saber los limites de mis derechos y las nunca negadas obligaciones.
También es cierto que en este, nuestro tiempo, se elogian el logro y la importancia de contar con ciudadanos bien informados; no obstante, nos encontramos en una sociedad de sobreabundante información, aunque la misma es, en gran parte, objeto de manipulación o sesgo, y esto no contribuye a lo que se espera de la educación cívica de los estudiantes.
Cuando las personas de nuestra Patria, se quejan de lo que no se cumple conforme a tratados internacionales hoy incorporados a la Constitución Nacional, razón tienen – reconocido expertos - de marcar la inconstitucionalidad de ciertas medidas y de algunos reclamos. Vale en consecuencia apostar a mejorar la educación del pueblo, evitando que se confunda lo que es Educación Cívica con lo que es cualquier otro nombre que se pretenda darle, hace falta sin dudas, “educar al soberano”, que sepa el pueblo lo que es el Estado y cual sus obligaciones y derechos en él, que es eso de la división de poderes y qué importancia tiene en la vida en democracia.
En los últimos años se ha hecho presente una reiterada convocatoria al compromiso de la educación con la preparación para la ciudadanía, a través de importante programas dirigidos a estimular acciones de aprendizaje de los derechos y responsabilidades en la vida social y cívica.
La inclusión social y la ciudadanía activa conforman uno de los objetivos estratégicos de los sistemas educativos; es así que quienes programan los curriculum, deben definir con claridad objetivos, contenidos y métodos, propugnando que la educación para la ciudadanía democrática deba estar en el centro de las reformas educativas, promoviendo la cultura democrática, el aprendizaje de valores democráticos y la participación, con el propósito de hacer consciente que la ciudadanía no es tan solo un concepto jurídico y político, sino global; y, al mismo tiempo, estimular un compromiso político del Estado respecto a la educación para la ciudadanía democrática.
Sin lugar a dudas, la educación es creadora de una nueva cultura cívica. Quitar o limitar estos espacios, no contribuye en nada a la educación y a la democracia
Por ello comprendemos que es necesario:
• Incorporar y/ o mantener en el proyecto educativo objetivos y contenidos que desarrollen en todos los niveles escolares la cultura democrática.
• Orientar la enseñanza de la Historia hacia el conocimiento, comprensión y unión de los pueblos, como forma de poder contribuir a la cultura política de la sociedad, la interculturalidad y la propia identidad.
• Favorecer la participación de la comunidad escolar en la elaboración y ejecución de programas orientados a la formación de ciudadanos democráticos.
• Promover la participación de los medios de comunicación en el fortalecimiento de una cultura cívica
(*) Exrector de la Escuela Media y Superior “Del Centenario”-Expresidente del CGE y Secretario de Educación -E. Ríos-