Claudio Jacquelin
La vieja máxima política se cumplió otra vez: “El que saca no pone”. Las impiadosas salidas de Guillermo Francos y de Lisandro Catalán tenían el sello de Santiago Caputo. Sus reemplazos llevan la marca a fuego de su rival, Karina Milei.
Los cambios llevan (en principio) a una sola conclusión: con el triunfo en las elecciones de hace una semana, la hermanísima aumentó exponencialmente su poder, después de ocho meses en los que había sido salpicada por casi todos los escándalos que golpearon al Gobierno.
Así, la oxigenación y ampliación del Gobierno prometida por Javier Milei terminó siendo una apertura acotada y controlada por Karina Milei, tanto como una reasignación de las cuotas de poder internas.
El gurú Caputo que surfeaba tropiezos, debilitaba a sus rivales y ostentaba vínculos poderosos (internos y externos), no logró ahora aumentar su ya amplia área de injerencia, como empujaba, sino lo contrario. Eso es quedar donde estaba. Pero todo puede ser provisional: el vínculo que une a Javier Milei con Caputo (el joven) es peculiar y no responde a lógicas habituales.
La designación de Manuel Adorni al frente de la Jefatura de Gabinete, así como la de Diego Santilli en Interior, no dejan lugar a dudas respecto de cuál fue el plato de la balanza que inclinó Milei.
El vocero responde incondicionalmente a la secretaria general de la Presidencia desde su llegada al universo mileísta. El flamante triunfador en las elecciones también se inscribe en la escudería karinista y era un crítico sin mucho disimulo de Santiago Caputo. Santilli no duda en tomar partido y sabe hacerlo en el club de los ganadores.
En las últimas horas se había encargado dejar trascender sus críticas a Mauricio Macri, quien fue por casi dos décadas su líder político, por el cuestionamiento público que hizo el expresidente al reemplazo de Francos por Adorni.
Él, por el contrario, se alineaba con Milei. “Ahora viene un tiempo de más equipo y menos individualidades. Hay que ordenar la gestión, resolver la interna y hacer más política”, le dijo Santilli a una persona de su confianza dos horas antes de que se difundiera su designación.
En ese momento, volvía de Paraná de presenciar la carrera de automovilismo en laque participó su hijo y cuando ya sonaba su nombre como posible reemplazo de Catalán, aunque él relativizaba esa posibilidad. El viernes pasado, en una entrevista por el canal de streaming Ahora Play, no había rechazado que podría sumarse al Gabinete. El río sonaba para los que siguen el cauce de la Casa Rosada.
También se mencionaba en esas horas el nombre de Cristian Ritondo, un antiguo socio político de Santilli, que hasta el cierre de estas líneas seguía como titular del bloque de Diputados de Pro. A su alrededor afirmaban que ese estatus no se modificaría, pero admitían que carecen de certezas. “Todo puede pasar. Al Colo [Santilli] le comunicaron su designación cuando venía en viaje desde Paraná”, dijeron.
El sentido de las designaciones deja pocas dudas para los integrantes del Gobierno que no están en el ala caputista. “Esto implica que a partir de ahora habrá una sola mesa política y el fin del doble o triple comando así como un indudable empoderamiento de Karina. Pero hay una subjetividad en la relación del Presidente con Santiago que veremos cómo se desarrolla”, señaló una de las figuras del Gabinete cuyo futuro no se alteraría.
“Yo creo que Santiago se pasó de rosca y el Presidente se hartó o se dio cuenta que podía ser peligroso. Es un tipo muy inteligente, pero siempre le da una vuelta más de tuerca a todo y, al final, eso se rompe”, señaló otro importante miembro del Gabinete. El nuevo orden (interno) ahora estaría en marcha, habrá que ver si hay progreso y cómo es.
Como para minimizar el impacto y dar muestras de disciplina, el asesor saludó la designación de Santilli con un recurso que pocas veces utiliza: se expresó a través de su cuota oficial de la red X. “Gran reconocimiento a un tipo que apoyó desde el día uno de manera incondicional el liderazgo del presidente Milei y que puso el hombro para dar vuelta una elección histórica en PBA [provincia de Buenos Aires]. Felicitaciones Diego Santilli”, escribió.
La referencia a la elección de medio término en territorio bonaerense no parece casual. Él había sido un activo impulsor, en muchos frentes, del desplazamiento de José Luis Espert de la lista de candidatos, contra la opinión del Presidente. Algo para celebrar le queda y no perdió la oportunidad de hacerlo.
En cambio, algunas de las principales cuentas de Las Fuerzas del Cielo, que le responden, optaron por el silencio o por una aséptica difusión de la noticia, lo que pareció una admisión del golpe recibido por la victoria de sus rivales karinistas, con quienes mantienen una disputa abierta ya desde hace tiempo, en la que vienen sumando derrotas, que podrían continuar. Adorni avanzaría en un mayor control de la comunicación oficial y paraoficial, y, sobre todo, en la asignación de recursos para esos menesteres.
Por otra parte, la asignación del cargo pero, sobre todo, la definición del rol de Santilli al frente del Ministerio del Interior hecha por Milei al momento de anunciarlo implicarían un recorte de las tareas que desarrollaba informal, pero habitualmente, Caputo, quien mantenía vínculos en paralelo a los que desarrollaban formalmente los eyectados Francos y Catalán.
“Diego [Santilli] será quien llevará adelante las conversaciones con gobernadores y legisladores para poder articular con el Congreso cada uno de los consensos necesarios para las reformas que vienen de cara al futuro”, publicó Milei en sus cuentas de las redes sociales. Fin, diría el ahora jefe de Gabinete.
De todas maneras, todavía quedan abiertas muchas fisuras. Todo ha sido demasiado vertiginoso y sorpresivo, muy al estilo de la impronta de la gestión mileísta.
Los hechos acontecidos en estos días ofrecieron varios cambios de perspectiva en apenas semana. Habían pasado apenas 110 horas de la noche triunfal del Gobierno en la elección de medio término y los primeros anuncios parecían diluir las promesas de apertura hechas por Javier Milei en la jornada triunfal.
En la noche del viernes, en Olivos, Mauricio Macri veía y escuchaba esfumarse el cambio que esperaba, con profundo desagrado. Sin embargo, 46 horas más tarde llegó la corrección que lo dejó doblemente en off side. Diego Santilli, ya convertido en exmacrista, pasaba a ser el flamante ministro de Interior.
El expresidente había criticado ante el Presidente y luego públicamente por las redes sociales el abrupto desplazamiento de Guillermo Francos y su inmediato reemplazo por Adorni, cuyos atributos para el cargo cuestionó.
Luego, quedó desacomodado, pero menos contrariado, con la designación de Santilli. Lo consideró un avance respecto de lo que había vislumbrado y ante las versiones de la posible designación de Caputo, el asesor, como ministro empoderado. “Es mucho mejor. Ojalá lo dejen hacer a Diego un aporte constructivo”, expresó a sus colaboradores anoche, con cierto alivio pero sin abandonar las prevenciones.
La nueva geometría del poder mileísta todavía está en construcción. Todo parece indicar que “el triángulo de hierro”, que ya no existía como tal hace tiempo por la deformación de la figura y la fatiga de los materiales, no volverá. El cuadrado que nunca terminó de funcionar con Francos, ahora retornaría como un poliedro con Adorni y Santilli, sin que todavía Caputo tenga un lugar claro. Milei pretende evitar que vuelva a ser un nuevo escenario de combates, pero sin involucrarse directamente en la resolución.
Allí reside el gran enigma que encierra la nueva dinámica del Gobierno y sobre la que admiten no tener respuesta dos ministros nacionales y dos muy importantes legisladores oficialistas: cómo se saldará la disputa en la cima.
“Si no se termina de resolver la interna estaremos en serios problemas y no habrá ayuda de Donald Trump ni viento de cola que nos lleve al éxito ni evite el choque”, reconoce una de las principales figuras del Gabinete.
“La duda es si Adorni va a tener poder de decisión real para conducir la administración o si le va a pasar como a Francos, al que siempre le hacían pasar por una ventanilla más cada uno de los compromisos asumidos con sus interlocutores y al que Santiago se encargó de bombardear a límites increíbles. Llegó a instalar en Milei y en Washington que Guillermo era funcional a los chinos”, dice un legislador oficialista que se cuenta entre los pocos a los que Milei le prodiga una particular confianza y no es el archienemigo caputista, Martín Menem.
Obviamente, en las cercanías del asesor niegan esas versiones, que irritan aun más al entorno del jefe de gabinete reemplazado.
“De todas maneras, yo no sé cómo termina esta disputa ni cómo se rearman y restauran las relaciones internas. Pero sí sé que si no se arreglan, el destino es el auto fúnebre y sería terrible, porque están dadas todas las condiciones para que al país le vaya excepcionalmente bien”, decía un estrecho allegado al ahora ministro Santilli, horas antes de que se conociera su designación.
Según los primeros indicios surgidos de la Casa Rosada y de la quinta presidencial de Olivos, la hermanísima, el flamante jefe de ministros y el ministro operarían alineados para tratar de contener al asesor, que anoche mantenía las importantes áreas y cajas que estaban bajo su poder.
Los conocedores del poder real advierten que a Caputo le sobran recursos (de todo tipo), vínculos, conocimientos y herramientas que ni siquiera el Presidente tiene de esa densidad, profundidad y antigüedad, y le permitirían eludir barreras formales. Ni hablar de las limitaciones que en esas materias tiene en comparación la secretaria general de la Presidencia y Adorni, a pesar de su relación privilegiada con el jefe del Estado. Santilli, en cambio, aquilata bastante más experiencia en la superficie y el subsuelo.
Caputo hace demasiados años que juega en una liga a la que los Milei y Adorni ascendieron hace muy poco. Tiene antiguos vínculos económicos y personales con la mayoría de los actores del poder real de la Argentina. Cuenta con un portafolio de información de cada uno de ellos como pocos tienen y, además, Milei le entregó desde la llegada a poder la jefatura real del mundo del espionaje estatal y el verdadero control comunicacional, por vías formales, informales, estatales y paraestatales. A eso suma un nivel de cercanía y capacidad de influencia con el Palacio de Hacienda, en manos del tío Toto.
Se entiende, así, que la apertura controlada del Gobierno, con el sello de Karina Milei, deje abiertas muchas incógnitas.
El horizonte diáfano que en lo inmediato le dejaron las elecciones, con el colapso de las fuerzas opositoras, y la recuperación de la confianza de los mercados, sin embargo, no asegura que el cielo siga igualmente despejado.
(Fuente: La Nación)


