
Buscarán que la Policía destine una partida especial para que los efectivos realicen terapia con psicólogos por fuera de la fuerza de seguridad.
La semana pasada, el jefe de la Policía provincial, Claudio González, y el presidente del Colegio de Psicólogos de Entre Ríos, Nicolás Kletzky, firmaron un acuerdo marco para abordar los problemas y la asistencia a la salud mental de los integrantes de la fuerza de seguridad. Este año hubo episodios graves, particularmente de suicidios de policías, que preocuparon a las autoridades y a todos los integrantes de la Policía. Hubo iniciativas con la Dirección General de Salud Mental de la provincia y otros organismos. Ahora, se avanzará con el Colegio que reúne a los profesionales de la psicología con el objetivo de facilitar la asistencia y espacios de terapia a los efectivos. “No solamente por los suicidios, sino problemáticas relacionadas al malestar en general, la violencia, la angustia; un montón de cuestiones que vive la policía, teniendo en cuenta el trabajo tan exigido que ellos atraviesan constantemente”, explicó el presidente del COPER. Kletzky también consideró que el contexto social y económico “acrecientan el desgaste y el malestar”.
En la entrevista con el programa El Séptimo Día (Radio Plaza) de este domingo, Kletzky contó sobre este convenio: “Venimos en conversaciones con la fuerza policial hace unos meses. En el contexto de este agravamiento en las problemáticas de salud mental, celebramos que la Policía se haya acercado a nuestra institución. Lo que estuvimos conversando en la firma del convenio tiene que ver con que la Policía siempre se pensó como una institución bastante rígida, verticalista y alejada de esta cuestión un poco más blanda que tiene que ver con la salud mental. Así que, en primer lugar, celebramos que se hayan podido acercar a pensar políticas para trabajar con su población”.
—¿Qué preocupaciones les acercaron desde la Policía al colegio?
—En primer término, creo que el agravamiento en las problemáticas de salud mental se ha visto muy presente en este último tiempo, no solamente en la policía, sino a nivel social. Hay un montón de factores que podemos identificar que tienen que ver con esto, pero la Policía básicamente se acerca identificando todas estas problemáticas que están a la luz de los medios constantemente y quieren intervenir fuertemente sobre esto para poder prevenirlo y abordarlo. Dan cuenta de que no es suficiente con la cantidad de psicólogos que tienen dentro de la fuerza, ni basta con la atención en salud mental a la que uno pueda acceder de manera privada o en lo público, sino que justamente nos piden ayuda para poder abordar estas problemáticas de antemano.
—¿Cómo va a ser ese abordaje? ¿Cómo se van a coordinar las acciones?
—Nos comentaban en primer término que se les otorgaron nuevos puestos de trabajo para colegas psicólogos dentro de la fuerza, a raíz de haber identificado esta problemática tan marcada. No solamente los suicidios, sino problemáticas relacionadas al malestar en general, a la ansiedad, a la violencia, a la angustia; un montón de cuestiones que vive la policía, teniendo en cuenta el trabajo tan exigido que ellos atraviesan constantemente. Nuestra idea, en primer lugar, era firmar este convenio marco que nos permita trabajar para pensar algo luego más específico y poder brindarle atención en toda la provincia. El Colegio de Psicólogos es un ente provincial, al igual que la Policía, entonces nuestra idea es poder establecer algún registro de colegas que quieran trabajar por fuera de la fuerza y tener la posibilidad de establecer alguna partida diferencial por parte de la Policía para poder acceder a la atención en salud mental por parte de colegas que estén fuera. Porque hay un problema: si bien dentro de la fuerza existen espacios de psicología y de bienestar, la Policía también quiere apelar a una alteridad, a un otro que esté por fuera, para salir un poco del mismo ámbito laboral en el cual muchas veces se encuentra el problema, para que esto pueda ser abordado desde afuera con otra mirada.
—Un psicólogo de la fuerza también está dentro de la estructura policial ¿Esto puede impedir que un agente afectado o que necesite hablar lo pueda hacer tranquilamente en ese espacio?
—Y sí, porque establecer un vínculo con un terapeuta es todo un trabajo que se tiene que hacer con mucho tiempo, con mucho esfuerzo. Apelar a alguien que está por fuera de la institución resulta más sencillo a veces, porque se ponen en juego otras cosas cuando estás dentro del mismo espacio. Pueden ser temores o fantasías, pero puede aparecer el temor de que se filtre algo de lo que vos dijiste, o que alguien te tilde como una debilidad el hecho de que estés padeciendo algún problema de salud mental.
—¿Ha cambiado la mirada de la gente sobre ir al psicólogo?
—Sí, el Colegio de Psicólogos cumplió 40 años el año pasado y desde sus inicios ha luchado y venimos luchando por un conocimiento de la salud mental. Hoy en día hay un interés social y mediático. Se habla en los medios de estas problemáticas, se invierte en políticas que trabajen en salud mental. Pero, sin embargo, esto sigue siendo una lucha constante, una lucha diaria. Y si bien hoy podemos escuchar a mucha más gente que considera un valor el hecho de analizarse o hacer terapia, hay instituciones que también responden a lógicas un poco más tradicionales, más arcaicas. Yo creo que en la Policía esto se pone en juego muchas veces con los agentes, no digo con las autoridades, porque las autoridades, por suerte, se acercaron para poder intervenir, pero hay mucha gente que todavía lleva estos prejuicios, los hace carne y le cuesta poder abordarlo, insisto, más dentro de la propia institución.
—¿Y se habló de abordarlo también en el ámbito de los institutos policiales? No es fácil atravesar la carrera de oficiales o de suboficiales. Hay presiones, hay situaciones complicadas y difíciles. ¿Se piensa abordar la salud mental antes de que el policía salga a la calle?
—Sí, también lo hablamos con las autoridades, porque a partir de la identificación de esta problemática, nos estaban comentando que se ha empezado a intervenir con un área específica que aborda la integralidad de las personas dentro de la fuerza, entre ellos un área específica de psicología. Yo creo que en la carrera están atravesados por muchas situaciones muy violentas, muy límites, por mucho estrés laboral. Y eso requiere también una elaboración a posteriori. Hay una carga simbólica que luego va aumentando con el paso del tiempo y lo que hoy podríamos llamar en términos coloquiales es que van teniendo un desgaste que se va marcando. E insisto con que lo social, lo político y lo económico tienen un papel fundamental en esto y acrecientan luego ese desgaste y ese malestar.
El peligro del uso terapéutico de la Inteligencia Artificial
—¿Sobre qué otros temas está trabajando el Colegio en toda la provincia? ¿Se han hecho convenios con otras instituciones? ¿Qué reclamos se están haciendo a las autoridades?
—Hace ya cuatro años que venimos intercambiando con distintas autoridades, con un cambio de Gobierno en el medio, bregando porque se otorguen más puestos de trabajo dentro de los ámbitos de salud, educación, protección y seguridad. Más puestos como este para poder, sobre todo, pensar en una prevención temprana y no en un abordaje a posteriori. Lo que buscamos es que se pueda prever alguna cuestión y trabajarla de antemano, y no que salgamos a trabajar una vez que tengamos el problema adelante de nuestras narices, que es lo que pasa ahora. Todas las cifras son alarmantes en relación al suicidio y se está empezando a intervenir de otra manera: se ha otorgado la línea específica y se empiezan a otorgar puestos. El suicidio es una problemática muy mediática, se ve y se viraliza mucho. Sin embargo, existen otras problemáticas muy marcadas que también son igual de difíciles de trabajar y merecen su abordaje.
—¿Qué opinión te merece el uso de la inteligencia artificial de personas en busca de respuestas a problemas de salud mental?
—Es una conversación que tenemos habitualmente con los colegas porque el crecimiento en el uso de la inteligencia artificial ha sido exponencial. Es increíble cómo se ha empezado a utilizar para reemplazar cualquier cuestión de la vida, sea en términos académicos o inclusive en términos terapéuticos ahora, y esto es muy peligroso. Es muy peligroso porque sabemos que detrás de eso no hay una persona, pero la gente tiene la ilusión de que sí la hay, porque al final es una voz que constantemente te da una respuesta. Y esa fantasía de completitud, de que siempre te van a contestar algo y no te van a decir que no, sino que constantemente te va a beneficiar y decir que sí a todo lo que proponés, es muy peligrosa. Hemos visto algunos recortes de intervenciones que hace la inteligencia artificial con algunos sujetos que están en situaciones muy críticas y son bastante peligrosas. La verdad, ni siquiera me atrevo a mencionarlo porque reviste una gravedad que habría que directamente intervenir en esas aplicaciones con las respuestas que se otorgan.
Me parece que tiene que ser también una política de Estado. Lo que pasa es que el crecimiento ha sido tan rápido, tan exponencial, que creo que estamos todos igualmente sorprendidos. Estamos como un poco aturdidos con la magnitud que ha tomado en tan poco tiempo. Entonces, no solamente es la inteligencia artificial de ChatGPT, que es la más conocida, sino que se han multiplicado y han aparecido un montón de inteligencias artificiales de diferentes orígenes que todas tienen una intervención. Yo estoy escuchando mucho, sobre todo a adolescentes, que frente a esta crisis económica o alguna cuestión que aparece dicen: “Bueno, yo prefiero atenderme con una inteligencia artificial antes que pagar una sesión de terapia que me sale x monto y no puedo acceder”.