“Ahora estoy mucho mejor que antes”, manifestó Betina Jozami

Gabriela Bresin (especial para ANALISIS DIGITAL)

Conociendo la raqueta

—¿Cómo fueron tus comienzos en el tenis?
—Cuando sos chiquita siempre te mandan a hacer deportes, no sé si no te bancan en tu casa pero te mandan al club a practicar algo y vos después te vas inclinando por el que más te gusta. El grupito que se armo en tenis, en el que estaba incluida mi hermana mayor, Juliana, estaba bueno, nos gustaba, competíamos y me gustó más este deporte y ahí empecé a jugar, a tomar clases, jugué un par de torneos, me fue bien en algunos y arranqué así.
Y añadió: “Mi mamá, Andrea, jugaba pero muy poco cuando era joven y mi papá, Beto, era más del básquet, empezó a jugar al tenis cuando arranqué. Cuando era chiquita entrenaba con ellos y con Alejandro Rudi que fue mi entrenador de siempre, el único que tuve. Me iba muy bien y torneo tras torneo me iba afianzando más en el deporte, hasta que llegó el momento de decidir si estudiar o jugar al tenis, yo no entendía nada porque todas las chicas estudiaban y yo hacía deportes y pensaba que no era normal lo que estaba haciendo”.

—¿Cómo fueron tus primeros viajes por deporte?
—El primer viaje dentro del país fue a Rosario, tenía 8 años y fui a un torneo de golf y a uno de tenis, en el de golf salí segunda. No me olvido más de eso porque perdí con un chico, era para mujeres y varones a esa edad, en tenis no me acuerdo como me fue pero creo que perdí en primera ronda. Y ahí arranque con los nacionales, mi primer torneo fuera del país fue a los 10 a Paraguay.

También agregó: “A los 12 o 13 empecé a jugar en la categoría de 14 y 15, mi papá me puso con las más grandes porque dijo que tenía que mejorar. No ganaba siempre, pero me mantenía entre las cinco o seis primeras. Me sirvió porque tenía cierta edad y otro nivel, aparte yo era grandota de chiquita. De los 16 a los 20 fue cuando más viaje. Estaba más de medio año fuera de casa”.

—¿Tus padres siempre te acompañaron?
—Si, a veces iba mi mamá, a veces papá y algunas veces iba sola, y de vez en cuando me acompañaba mi entrenador. Cuando iba sola, iba otra chica de Argentina, no me iba a ir a cualquier lado sin que haya nadie porque a esa edad no te lo aguantas mucho. A los 16 o 17 años irte varias semanas a Europa es difícil, pero también creces en un montón de cosas. Me iba tiempos largos y jugaba varios torneos, no podía irme una semana y volver, el pasaje era muy caro. Aprendes muchísimas cosas, te volves re independiente en muchas cosas. Creces un montón.

—¿Te parece que el tenis es un deporte que debes empezar a jugar desde muy chiquita?
—Sin dudas, porque tiene vida útil muy joven, en single se juega hasta los 30 o 32 años mas o menos, y el cuerpo ya no está igual que siempre a esa edad y se nota, no jugas con el mismo hambre. Para dobles tiras un poco más hasta los 35 o 37, porque es menos de la mitad lo que corres ya que hay poco espacio para cubrir. Es una carrera muy joven.

—¿Cómo te manejaste hasta terminar la escuela para dividir tu tiempo entre viajes y estudio?
—El 85 o 90 por ciento de los tenistas argentinos no terminaron la escuela, empiezan a jugar y viajar desde tan chiquitos y no les da el tiempo. Por suerte me justificaban las faltas y pude terminar a tiempo.

—¿Y ahora cómo te manejas con la facultad?
—Como este torneo era universitario y yo iba representando a mi universidad, me justificaron las faltas. Estaban contentos porque ni sabían que existía eso.

—¿Cómo solventabas los gastos generales de los viajes cuando jugabas?
—En general el tenista se paga sus viajes, todos menos la Copa Davis que es una semana o dos al año, esa te paga la Federación Argentina, pero después los torneos que son todas las semanas, se lo paga uno, fue un esfuerzo económico inmenso para mi papá y mi mamá.

Alejamiento de las canchas

—¿La lesión en tu talón fue el motivo principal por el que dejaste de jugar?
—Más o menos, también era un poco de falta de ganas, no era lo mismo de antes que iba todos los días al club nueve horas por día y no me sacabas nunca. Me lesioné con algo que es bastante molesto, y crónico pero va y viene, de todos modos me parece que son medios psicológicas las lesiones. Por ese motivo me empecé a alejar y hasta que me fui a China hacía un año y siete meses que no jugaba, si bien sigo yendo al club y juego cuando falta alguno de mis amigos.

Y contó: “Todo arrancó con la lesión, ahí frene pero después pensé en estudiar. Todos me decían que a mí me gustaba mucho salir, me gusta pero puedo no salir y rendir como lo vengo haciendo. También tenía que estar tres o cuatro meses fuera de mi casa, un montón de gente se lo aguanta, pero a mí me cansó, hay que tener en cuenta que la carrera de tenista termina a los 30 o 35 años, es una carrera joven. Fue una decisión muy difícil, pensaba si me estaría equivocando, en mi casa me decían que tenía que seguir, mi entorno también, pero la pasaba mejor no estando dedicada todo el día al tenis que cursando cuatro o cinco horas y estudiando dos cuando yo quiera, no cuidarme con las comidas, eso que a mí no me gustaba así que dije no, ahora estoy mucho mejor que antes”.

—¿Mucho desgaste?
—Sí. A veces me aburría mucho en los viajes, porque si ganabas el torneo jugabas de lunes a domingo, pero ni Federer gana todos los torneos, muchas veces perdía el martes o miércoles y desde el miércoles al domingo no tenía nada que hacer, eso era bueno porque conocías la ciudad, pero cuando ya fuiste a una ciudad siete u ocho veces te cansa, es lo mismo que vivir acá, a veces te querés ir de Paraná. Ahora lo que estudio me gusta mucho, estoy re compenetrada.

—¿Qué estudiás?

—Administración, no es una gran carrera pero la agarre de lleno y le encuentro muchas cosas positivas. Jamás va a ser como ganar un torneo en cuanto a cómo me llenaba, pero tampoco si desapruebo un parcial me pongo tan mal como cuando perdía torneos en los que debía llegar a cierta instancia. No se pueden comparar las emociones. Últimamente también me ponía muy mal perder y no me parecía que a los 20 años algo me afecte tanto.

Sueños hechos realidad

—¿Qué sentías cuando ganabas algún título y estabas tan lejos de toda tu gente?
—El tenis es un poco egoísta porque te llena mucho pero solo a vos, no podes compartir con nadie, por lo que sin querer en ciertas cosas te vuelve egoísta. Cuando ganas es todo para vos, así como cuando perdés te la tenés que bancar en soledad. Estando de viaje ganas y tus compañeras te felicitan pero con envidia porque ellas querían ganar también, y después esperaba ansiosa llegar acá y estar con mi familia que me esperaba siempre con un asado, o en el momento llamaba por teléfono o por mail, o sino el skype pero no es lo mismo. Igual no soy muy expresiva. Ganaba y me sentía re bien internamente pero no lo expresaba mucho.

—¿En una nota del año 2000, con 14 años, dijiste que tu sueño era llegar a Wimbledon y Roland Garros. Hoy después de todos tus triunfos y viajes sentís que cumpliste esos sueños?
—Siempre está el deseo cuando sos chiquita, yo veía en la tele Roland Garros y quería conocer ese club, después fui. De chiquita también soñaba con ganarlo, pero el hecho de estar ahí ya era una realización para mí. Además es en polvo de ladrillo que me encanta y Wimbledon es todo un ambiente hermoso, no podes entrar vestida de negro, es todo típico inglés, pero tiene algo que no se genera en los otros clubes, cuando fui estaba chocha, me hubiese encantado ir con mis hermanas porque hay un montón de vivencias que querés compartir y después las contás pero no es lo mismo. Sol, la más chiquita me acompañó a un torneo que me fue re mal, yo le dije que era ella la yeta y fue uno de los últimos antes de que yo deje, Juliana me acompaño a uno en Paraguay.

—¿Estuviste entre las primeras en el ranking nacional, que te genera eso?
—En el ranking mundial estuve 130 en singles y noventa y pico en dobles y en el nacional, estuve siempre segunda y estaba Gisela Dulko en el número uno, era re cebollita. Ella era primera en singles y en dobles, pero era muy buena compañera, siempre tratando de que me acerque más a sus talones, no alejándome y eso lo valoro mucho.

Amigos son los amigos

—¿Qué amigos te dejó el tenis?
—Me dejó más amigos que amigas, porque el amigo no es un rival, es un colega pero la amiga te toca enfrente mañana y tenés que ganarle, sigue siendo amiga pero si te toca jugar contra ella le tenés que ganar porque vos te pagaste el pasaje y ella también, entonces era difícil tener amigas. Amiga de verdad en ese ambiente debo tener tres o cuatro, son María Irigoyen, Jorgelina Cravero que jugó mucho tiempo conmigo, Gisela Dulko, ella en las olimpiadas estaba número 40 en dobles y yo 90, teníamos que sumar 150 y llegábamos justo, pero era decisión de ella que nos juntemos para jugar en dobles, porque ella podía ir a jugar singles y hacer la suya, yo en singles no entraba pero en doble tenía la posibilidad, entonces me dijo de jugar unos torneos para sumar puntos y así fue que fuimos a Marruecos, Alemania, jugamos, pasamos un par de rondas que había que pasar, juntamos puntos y nos fuimos a las Olimpiadas gracias a ella.

—Buenos recuerdos entonces.
—Sin dudas, también hacia dos años que no la veía y el otro día, cuando se casó me invitó a la despedida de soltera y al casamiento, cosas que te hacen saber que te tienen en cuenta, de los 500 invitados que tenía para el casamiento, sólo ocho fuimos a la despedida, entonces te das cuenta que la chica te valora como vos también la valoras a ella.

Un cuento chino

—¿Cómo surgió este torneo en China?
—Yo no sabía que existía, una amiga me dijo hace 4 o 5 meses que eran como los Juego Olímpicos pero universitario, hay que ser universitarios si o si para poder participar. El nivel es más bajo, pero la organización excelente, hicieron como una villa olímpica para nosotros, con traductores, un auto para cada uno. Es una cosa que si no la vivís no crees que exista. Se lo comente a mi mamá y le dije que iba a tratar de gestionar algo, yo soy muy pesada cuando me pongo con algo, la gente me odia. Mandé mails y me decían que en Argentina nadie participa de eso, le dije que no podía ser, que participaban 300 brasileros, 200 americanos, 200 canadienses, pero me dijeron que no había comité que participe.

Y añadió sobre el tema: “Primero me ignoraban entonces les escribí directamente a la gente que organizaba en China, me decían que estaría buenísimo que participemos pero que debíamos inscribirnos a través del Comité Argentino, entonces llamé a la UBA y pedí hablar con el encargado de deportes, y le pedí que se comunique con el chino que había hablado conmigo y que le diga que era el capo del Comité, porque si no nombrabas esa palabra te excluían, le dijo eso y estuvimos tres meses hasta que me llama un día este señor de la UBA para decirme que nos regalaban tres pasajes, dos para deportistas y uno para un acompañante”.

Para cerrar expresó: “Todo esto nos mandaban gratis los chinos porque vieron que éramos un país muy desorganizado y como yo había empezado a molestar con todo esto uno me lo dieron a mí, por más que no sea de la UBA. Los otros dos fueron uno para un chico que hacía tiro de la UBA y el otro para el señor que yo había llamado. Después se anotaron cuatro más y fuimos siete nada más porque ya no había tiempo, todas las delegaciones se habían anotado el año pasado y nosotros un mes antes. Los otros cuatro pasajes nos los dieron a nivel nacional. A mi papá no le había contado nada, porque se iba a empezar a meter, entonces le conté que me habían mandado los pasajes para ir a China, quedó re sorprendido y me felicito. Así que fue todo por mi cuenta”.

—¿Cómo te fue en este viaje?
—Me vino bárbaro, estaba tan acostumbrada a viajar todas las semanas que llega un momento en el que quiero irme, pero antes estaba saturada. Es como que hay que buscar el equilibrio en todo. Pero me vino re bien y volví con unas ganas terribles. Jugamos un torneo y perdí contra una china, pasamos mucho calor, 43 grados hacía, ella también tenía calor, pero yo no estaba entrenada aunque por más que lo hubiera estado, ella era una maquina.

—¿Y antes?
—En primera ronda le gane a una de Hong Kong y después jugué con la china y perdí.

Sin mediar pregunta contó: “Nos quedaron ocho días libres y encima eran todos deportistas universitarios, no profesionales, así que lo pasamos muy bien, riéndonos de los chinos porque no entendíamos nada. Como sabían que iba mucha gente occidental, 13 mil deportistas, nos pusieron cuatro traductores para cada país y nosotros éramos siete, teníamos casi 2 para cada uno”.

—¿Costó adaptarse?
—Es muy difícil porque es otra cultura, todo es distinto, es como irte a otro planeta, no como ir a Europa. Los primeros días era toda risa, pero después de la segunda semana ya querés organizarte bien y no podes. Pero fue una linda experiencia y nos llevaron a todos lados. Nos explicaron un montón de cosas que si hubiéramos ido por nuestra cuenta no tendríamos ni idea.

Visión de futuro

—¿Puede ser la vuelta de Betina Jozami a las canchas?
—No, no quiero saber nada, quiero seguir estudiando. Estuvo bueno jugar pero como medio de vida no. A veces extraño pero no para hacerlo todas las semanas. Me dan ganas de volver de a ratos, pero la verdad no quiero. Todos me decían que cuando me ponga a estudiar iba a tener parciales e iba a querer volver a jugar, pero no, por ahí estás saturada de estudio y te querés eyectar a cualquier lugar, pero volver a jugar no. No extraño, es raro, yo quería extrañar más y no extraño tanto. En mi casa me echan a veces, Sol, mi hermanita menor me dice “andate a jugar un torneo o algo”, pero no.

—¿Cómo te ves en 15 años?
—Casada, con hijos obvio, siempre tengo esa ilusión, que no tenga novio hasta ahora no quiere decir que no quiera. Siempre tuve la ilusión de formar una familia. Yo quiero tener dos, tres o cuatros hijos y el tema del marido no se sabe nunca que va a pasar, él te puede dejar o lo podes dejar vos, eso es impredecible pero ojalá se me de porque mi mamá y mi papá son un ejemplo anormal, se llevan demasiado bien entonces uno busca lo mismo pero no es tan fácil.

Al terminar la entrevista, Betina recuerda partes de la misma y agrega “ahora estoy acá con mis familiares y parezco una chica de 13 o 14 años en mi casa, duermo con mi mamá porque miramos películas juntas y me quedo durmiendo. Esas cosas no las hacía, tengo huecos de cosas que no viví porque viajaba mucho”.

Seguimos conversando unos momentos más hasta que recordó que tenía que ir al gimnasio. Al retirarse quedamos pensando en todas las cosas por las que pasa un tenista, que no sólo son viajes, dinero y cosas buenas, que detrás de todo eso hay muchísimo sacrificio, fuerza de voluntad y por supuesto responsabilidad a la hora de tomar decisiones. Una vez más podemos hablar de una joven que enorgullece a Paraná cuando su nombre es mencionado en distintos países alrededor del mundo.

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