El público del Mary Terán de Weiss estaba algo apagado en el arranque del segundo punto. Entre el golpe que significó la caída de Berlocq y la buena cantidad de gente que había salido para almorzar, el clima en el comienzo del partido de Mónaco parecía el de un encuentro cualquiera del circuito. En ese marco, el argentino consiguió la primera diferencia al quebrar en el segundo game gracias a una de las armas de su defensa: un globo que desbarató el ataque de Simon.
El francés reaccionó en el séptimo game, cuando luego de algunos errores del tandilense finalmente obtuvo el quiebre con una devolución perfecta de saque que picó en la línea de fondo. Los hinchas visitantes volvieron a gritar por "Gillou" y agitar sus banderas tricolores. El desenlace quedó abierto, en un partido de largos peloteos.
Mónaco había perdido el foco: cedió cuatro games consecutivos y quedó al borde de perder el parcial. El concierto de quiebres siguió, en un momento en el que abundaban los errores y parecía que nadie quería quedarse con el primer set. Pico logró zafar dos veces cuando Simon sacó para set. Y en el tie-break no perdonó. En una enredada historia, el primer capítulo quedó para el local.
Ese cierre favorable le dio a Mónaco un elemento clave que le faltó en todo este año: la fe en sí mismo. Simon sufría el partido mientras el argentino metía todo lo que antes iba afuera. Con un 6-2, Pico quedó cerca de esa victoria que tanto Argentina como él necesitaban, señala Clarín.
Y la tónica del partido no cambió. Era difícil reconocer a Simon, un gran tenista que es nada menos que el 13 del ranking y que, más allá de complicaciones físicas -tuvo que recibir atención en los cambios de lado-, mostraba complicaciones llamativas. Buena parte de eso era mérito de un Mónaco que también ofreció una realidad muy diferente de la que exhibió en el circuito en este 2013. Que capturó su quiebre en el segundo game y nunca le permitió despertarse al duro rival que tenía enfrente.
Berlocq estuvo cerca de dar el golpe
Sorprendió Berlocq al número 8 del mundo desde el primer game del partido. Consiguió de entrada un break, y desde allí en adelante no pareció sufrir la mayor velocidad de pelota de un Tsonga errático, aparentemente frustrado por el escaso daño que generaban sus golpes. El argentino tomó riesgos con un alto porcentaje de aciertos -sólo perdió un punto con su primer saque en todo el parcial- y obligó a su rival a jugar muchas veces a la defensiva y a pegar incómodo. No soltó nunca la ventaja Berlocq. No se desanimó por algunos errores, lógicos en quien necesitaba arriesgar, y pese a algún titubeo cerró el primer parcial luego de un error de Tsonga con el revés. La puerta de la esperanza estaba abierta.
Llegó en el segundo set algo que se podía prever. Un cierto bajón del argentino, sumado a la aparición en cancha finalmente de la jerarquía de Tsonga. Con dos quiebres, en el cuarto y el octavo games, le alcanzó para un 6-2 que equilibró el resultado y le recordó a todo el estadio que este era, en lo previo, el punto más difícil de la serie.
Tsonga consolidó su buen momento en el tercer set. Esta vez necesitó un solo quiebre para pasar al frente. Ya no le hacía daño ni el primer saque de Berlocq -muy efectivo en aquel primer parcial que parecía quedar muy lejos- ni tampoco los golpes profundos que pretendía jugar el argentino. Todo se encaminaba para el lado de la lógica.
Berlocq dispuso de algunas buenas oportunidades para pasar adelante en el cuarto set y poder soñar, en un escenario de partido largo, con una hazaña como la que consiguió en febrero en Buenos Aires ante Kohlschreiber. No pudo al comienzo aprovechar sus chances -requisito indispensable cuando enfrente está uno de los mejores tenistas del mundo- y en el séptimo game Tsonga le quebró en un game largo. Asomaron otra vez las banderas francesas en la hinchada perfectamente azul en una de las cabeceras, mientras los visitantes entonaban -con escasa afinación- el "Allez Jo-Wilfried, allez".
El argentino logró reponerse en el juego siguiente y consiguió con gran esfuerzo -su marca registrada- equilibrar con un quiebre que entusiasmó a los hinchas. Fue un momento claro de clima de Copa Davis, que se acrecentó cuando Charly salió indemne de dos break points en contra en el game siguiente. Y directamente todo se transformó en estallido cuando Berlocq -lagunas de Tsonga mediante- ganó cinco puntos seguidos en el duodécimo game para llevarse el set. Todo se iba al quinto. Otra hazaña asomaba como posible.
El escenario podía ser el del gran festejo, y así lo palpitaba un estadio que acompañaba la ilusión de Berlocq en cada punto. Pero la jerarquía del francés apareció de nuevo en escena. "Movete Charly, movete", cantaban los hinchas después del quiebre de Tsonga en el tercer game. Y Berlocq se movía, pero a veces eso no alcanza. En el quinto set fue el caso: finalmente el francés mostró todo ese talento por el que verlo jugar es un placer. Cerró en 6-2 el último set y clausuró la ilusión de ese optimista que es Carlos Berlocq. Que luchó hasta el final para levantar tres match points, aunque finalmente no alcanzó. La hazaña quedó para otro momento. Pero esa imagen de luchador que mostró otra vez Charly es una postal que no se borrará nunca.
(Imagen: www.mundonews.com.ar)