Terminó el partido a puro llanto. El abrazo con su hermano Gabriel en mitad de cancha fue la descarga que estaba necesitando. Lloró después de meter el 2-0 y también se emocionó cuando le tocó salir y escuchó la ovación, la última en un superclásico. “Esto era lo que deseaba, lo dije en la semana. Quería vivir un superclásico así, estoy contento y disfrutando de esto”, dijo el Loco.

Además agregó: “Esto de vivir cada partido como si fuera el último... Es ahora cuando empiezo a sentirlo de esa manera. Todo trae un recuerdo, la nostalgia de todos estos clásicos”, se emocionó el nueve. Y agregó: “Es algo que uno lo siente y lo vive de esta manera”.

¿Si lo había soñado?, la respuesta fue afirmativa ya que “era una de las cosas que quería, convertir en el último clásico. Lo bueno es que se ganó. Que lo disfrute la gente que se lo tiene más que merecido”, dijo.

El jueves, en la conferencia previa, confesó que lo último que le pedía a Dios era hacer un gol en este partido. Y se le cumplió. “Ya no le tengo que pedir más nada. Ya está, por ahora al de arriba y a mi ángel que como siempre que me acompaña más no les puedo”, confesó y recordó a su hijo Stéfano, quien nació prematuro y falleció pocas horas más tarde, en el 2006. Luego del 2-0 besó su brazo izquierdo, donde lleva un tatuaje en homenaje a él.

Además, el Loco también se lo quiso dedicar al DT: “Creo que él que era merecedor de esto porque es parte de este proyecto que se armó en enero. Es un técnico que nos inculcó desde el primer día que esto es a base de trabajo y sacrificio. Falcioni me dio confianza ante una situación como la que llevaba yo, me respetó y confió en mí y por suerte le pudimos dar una satisfacción a él y a todos. Era merecido ir a saludarlo después del gol”, cerró.