Por Ferny Kosiak

(Especial para ANÁLISIS)

Belén me busca de casa y mientras me acerco al auto, abre la puerta del acompañante y me llega la Valeria Lynch que viene escuchando desde su casa. Está haciendo una historia para instagram para reírnos de nuestra cursilería.

-Allá vamos, María Cristina- le digo al celular y cuando ella deja de filmar le digo que ese es el verdadero nombre de la Lynch: María Cristina Lancellotti.

-Ni siquiera conozco sus canciones- responde Belén, pero sé que no es así.

Llegamos hasta el Centro Provincial de Convenciones y el show arranca a tiempo con un escenario austero: una banqueta y un micrófono de pie de un lado; un piano con otro micrófono de pie, del otro.

Aparece Valeria Lynch junto a Mariano Martínez y la casi llena sala mayor del CPC la aplaude, porque sí, la aplaudimos a ella, vinimos por ella y es algo con lo que bromea enseguida Mariano, ex músico y cantante de Ataque 77, después de la primera canción: “La extraña dama”.

Los dos arman lo que promete el título del espectáculo: intimidad. Son divertidos, cuentan desde la intimidad de cuando se conocieron y estuvieron encerrados meses durante el aislamiento del 2020 hasta cómo trabajan creativamente las canciones.

El show comienza con los clásicos reversionados de ella: los hits de Valeria con un ritmo diferente o con la tranquilidad musical a la que invita el solo acompañamiento de una guitarra sola. Después vienen temas de Ataque 77, alguno que sepamos todos del rock, algún cover romántico que comparten con la misma intimidad con la que acaban de contar que la diva pop le cambió al rockero la remera de los Ramones en sus shows por un camisón a la hora de dormir. Esa es la misma intimidad con la que se identifica el público: por eso hay una mujer que le grita cosas todo el tiempo a Valeria, como si fuera una cuñada que está en la cocina y tiene que traer el pan a la mesa. Otra le grita que le cante el feliz cumpleaños y la Lynch no demora un segundo en cumplir el pedido para la que se convirtió en la cumpleañera más feliz de Paraná.

-No hay mucho espíritu de recital ¿no? - pregunta o afirma Belén y no, salvo los gritos de estas dos o tres mujeres, el ambiente se asemeja a estar escuchando canciones en un bar que en un estadio, como la última vez que vino Valeria a la ciudad, en 2010, y cantó ante un estadio del Club Echagüe lleno.

Eran otras épocas. Para todos, ella y nosotros, eran otras épocas.

El recital está por terminar. El último tema es “Ámame en cámara lenta”. Belén tararea el estribillo.

-¿Ves que sí conocías canciones de Valeria? Ella está en el inconsciente de todos.