“El partido necesita ir a fondo para transformar sus estructuras, abrir un debate interno y serio que permita actualizar la ideología y las propuestas y tener una conducción que se compadezca con estas dos actitudes”, afirmó el diputado provincial Osvaldo Fernández (UCR-Gualeguaychú) al hablar de lo que debe hacer el radicalismo para volver a ser al partido grande que era. Dijo que el radicalismo tiene un serio déficit de conducción y de rumbo político, y que no se ha hecho nada para recuperar a los militantes y dirigentes que se fueron del partido. Criticó al gobierno por la falta de políticas de Estado que permitan superar el grave problema estructural de la provincia y dijo que en Diputados no se aprueban leyes de ellos por culpa del oficialismo. Advirtió que nunca hubo un Pacto de Olivos II como denunció el Nuevo Espacio y finalmente aseguró que va a acatar lo que resolvió el Congreso radical en relación a la reforma constitucional, pese a que no está de acuerdo con esa decisión.
Hugo Remedi
-¿Por qué dijiste que es un mamarracho el proyecto de la consulta popular?
-Mi opinión es respecto del proyecto que envió el Poder Ejecutivo no del instituto que se refiere a la consulta popular. Un mecanismo de democracia semidirecta que inclusive fue impulsado por el radicalismo a nivel nacional y la ley nacional que reglamenta el artículo 40 de la Constitución Nacional, que es el que establece la consulta popular, es obra de diputados radicales. Ahora, este proyecto concreto que mandó el Ejecutivo provincial adolece de serios vicios.
-¿Por ejemplo?
-Entre otras cosas establece la consulta no vinculante para el caso referido a la reforma de la Constitución pero con voto obligatorio. Esto, expresamente, no lo contempla el artículo 40 de la Constitución Nacional, que es el que cita el proyecto del Ejecutivo, porque en Entre Ríos, en nuestra Constitución provincial, no existe la consulta popular. En consecuencia han tenido que referirse al artículo 40 y ahí expresamente se dice que cuando la consulta no es vinculante, el voto no puede ser obligatorio.
-¿Es ilegal entonces?
-Es inconstitucional.
-A la luz de lo que pasó en el Congreso Radical, ¿Montiel sigue, en las sombras, conduciendo los destinos del partido?
-No, el destino del partido hoy está en manos de la mayoría que triunfó en el último comicio interno.
-Eso es cierto, pero en realidad ¿quién conduce el radicalismo hoy?
-La alianza que se vertebró para la última contienda interna y que conforma un agrupamiento de distintos sectores del partido y que encabeza Sergio Varisco.
-¿Pero se nota que conducen?
-Bueno, ahí entramos ya a hacer un análisis cualitativo. En lo particular, creo que hay un serio déficit de conducción y de rumbo político.
-¿Qué explicaciones tienen que dar Fabián Rogel y Sergio Varisco respecto de las derivaciones del tema de la reforma según lo que denunció el gobernador Busti?
-Bueno, si tiene que haber una explicación son ellos los que tienen que darla, yo no voy a opinar al respecto.
-¿Vos personalmente vas a acatar lo que resolvió el Congreso Radical respecto de la consulta popular?
-Sí, sí. Yo he dicho públicamente que acato el mandato derivado del Congreso que el partido realizó en Villaguay aunque particularmente no me gusta lo que resolvió. Porque ha negado la posibilidad de diálogo y me parece que la política se construye sobre la base del diálogo más cuando uno está en la oposición.
-¿No patearon la historia reformista del radicalismo con esa decisión?
-En forma personal, creo que el radicalismo tiene que ser coherente con su tradición histórica reformista y debió ser otro el resultado de este Congreso. Además, me parece que como oposición debemos exigir reglas de juego claras, públicas y transparentes y que en todo deberíamos rechazar los proyectos que tienen estado parlamentario de reforma de la Constitución y que provienen del oficialismo; y por otro lado la Unión Cívica Radical debe impulsar un proyecto propio pero como fruto del consenso y del diálogo.
-¿Y la opinión de la gente por dónde va?
-Me parece que la sociedad para ser parte de un proceso de reforma debe ser actora. Y, en este sentido, hay que darle información, hay que debatir y la sociedad debe tener una posición a partir de saber para qué sirve reformar una Constitución, cuál es el contenido que se está planteando y, en definitiva, qué es lo que se plantea como un horizonte de futuro para el conjunto del tejido social.
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