Juan Cruz Varela
Después de tres décadas de búsqueda, Sebastián Álvarez pudo conocer a su hermana nacida en el Hospital Militar de Paraná en marzo de 1978 durante el cautiverio de su madre. La nieta número 96 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo es hija de Raquel Negro y Tucho Valenzuela. Se lo nota feliz, pero todavía no termina de caer y admite que Sabrina “no es como la esperaba, pero sí como deseaba que fuera, porque es súper abierta, muy sociable, muy cariñosa y simpática” y que la construcción es permanente: “No nos podemos dar el lujo de perder tiempo y entrar en peleas típicas de hermanos”. A continuación, la crónica de una historia que recién está comenzando a escribirse.
Sebastián habla rápido y se mueve con mayor velocidad, como si estuviera apurado. Tiene 32 años y una dura historia sobre sus espaldas. Cuando tenía un año y medio pasó “cuatro o cinco días” en el centro clandestino de detención Quinta de Funes en las afueras de Rosario, tras el secuestro de su madre, Raquel Ángela Carolina Negro, y la pareja de esta, Edgar Tulio Valenzuela. Pero no tiene recuerdos –o tal vez los tiene bloqueados–. Tampoco recuerda a su madre embarazada y sus abuelos recién le contaron que tenía hermanos cuando era un adolescente, pero entonces lo tomó con cierta indiferencia. Hoy tiene una felicidad que le brota por los poros. El 23 de diciembre conoció a Sabrina, su hermana, la nieta número 96 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo.
“Nos abrazamos, nos miramos y empezamos a hablar… y seguimos hablando, desde las dos de las tarde hasta las dos de la mañana; al otro día fuimos a Paraná, después a San Juan a conocer a la familia de Tucho (Valenzuela) y estuvimos una semana allá; y ahora estamos en contacto permanente por mensaje de texto o por chat o viene ella a Santa Fe o voy yo a Rosario. Es como que no nos podemos dar el lujo de perder tiempo y entrar en peleas típicas de hermanos”, lanza Sebastián y enseguida una carcajada.
Marcelino Álvarez y Raquel Negro eran dos santafesinos hijos de una clase media no demasiado acomodada que fue creciendo con su propio esfuerzo durante el peronismo. Se conocieron en la adolescencia, se amaron, se involucraron y se comprometieron a cambiar la realidad desde la práctica, en los barrios, en las villas, en los lugares de trabajo, con los pescadores, con los obreros, con los curas tercermundistas. Sebastián Álvarez nació en Rosario. Es fruto de esa historia. Marcelino, El Gallego, fue secuestrado el 4 de noviembre de 1976 en Rosario, en una cita cantada.
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