Por Juan Cruz Butvilofsky
Un poco de sol se cuela entre nubes y árboles para alumbrar a niños que resisten el carácter lúdico del fútbol jugando un golentra. Allí, un Cristiano Ronaldo más bajito gambetea a un jugador sin número de Boca Juniors. El escenario es una de las plazas más pintorescas de Chajarí, la que se llama Libertad en homenaje a “las setenta familias fundadoras de la colonia Villa Libertad”.
Esta plaza está frente a la parroquia Santa Rosa de Lima, la iglesia más tradicional de la ciudad, alojada al noreste de la provincia. Por historia y tradición, la Santa Rosa de Lima recibe a lo que en Chajarí se conoce como la gringada. “Lo que pasa es que en la ciudad vieja, los gringos venían en los sulquis y ésta era la primera iglesia con la que se encontraban”, confió un vecino chajariense a este periodista.
Describir que la parroquia está “frente” a la plaza, es un simple decir. Desde no hace mucho, la plaza y la iglesia están integradas. Esta decisión formó parte de lo que significó la “reinauguración” de la plaza Libertad. La obra se financió con fondos de la Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande (CAFESG) cuando era presidida por Hugo Ballay y fue presentada con la presencia de autoridades provinciales en el año 2010.
Pero hay que irse al 2008 para comprender mejor. Más precisamente a la primera mitad de ese año, cuando pisó suelo chajariense -con el mandato de ocupar el rol de párroco de la iglesia Santa Rosa de Lima- Aníbal Nepo Aguilera, oriundo de General Campos y uno de los hermanos de Ana Lía, el cuñado de Sergio Daniel Urribarri.
Eran tiempos convulsionados en la Entre Ríos profunda, con un fuerte enfrentamiento entre los gobiernos nacional y provincial contra los productores nucleados en la denominada Mesa de Enlace. La postura adoptada por el entonces gobernador había tensado la relación entre los productores entrerrianos y el gobierno provincial. Cabe recordar lo que se discutía en cada casa, en cada facultad y en cada lugar en tiempos del lock out; la vida estaba teñida por el conflicto patronal.
“Se escuchan muchas agresiones, muchas acusaciones, que es repetir el ‘crucifíquenlo’ que le gritaban a Jesús; hay que dialogar, pero con respeto, no hay que creerse con el derecho de avasallar al otro”, dijo el cura Aguilera ante productores, según fue publicado en el libro “El Clan” de Daniel Enz. El sermón defendía la postura del jefe.
A todo esto le falta un adicional: Aguilera es fanático de las motos de alta gama y vehículos caros. “Eso lo supimos desde el principio”, confió una vecina de Chajarí. De hecho, el cura integra un grupo de motoqueros y es en compañía de ellos que realiza peregrinaciones como la que se dirige a la Virgen de Itatí. Claro está que la tradicional movilización se realiza en bicicletas.
(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del miércoles 7 de junio de 2017)
