Manuel García Solá es abogado, fue ministro de Educación en 1999 y hasta el 5 de noviembre integraba el directorio del Conicet, en representación de las asociaciones rurales. Renunció denunciando “persecución política e ideológica”.
En una dura carta de dos páginas dirigida a Nicolás Pino (presidente de la Sociedad Rural Argentina -SRA), un hombre también del mundo del campo y ex funcionario del menemismo, Manuel García Solá, apuntó contra esa entidad por llevarlo a renunciar a su cargo ad honorem en el directorio del Conicet, organismo del que hasta el miércoles pasado era miembro en representación de la “pata productiva” que le corresponde a la mesa de enlace del campo. La razón de fondo, explicó al diario Clarín, fueron sus críticas al filtro que el Gobierno pretende imponer en las altas de nuevos investigadores científicos, “una preocupación por cierto sesgo de persecución político-ideológica que está tomando la conducción”, describió.
Esa “conducción” es la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología Productiva, organismo dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros. Fueron unos dichos de quien conduce esa área, Guillermo Francos, los que encendieron la chispa de este revuelo, difundido a partir de una entrevista que García Solá mantuvo este viernes con Jairo Straccia en Radio con vos.
Para entender el problema (su salida del Conicet y la carta enviada a la Sociedad Rural), el abogado miembro de la SRA y ex ministro de Educación (muy ligado a Susana Decibe) durante el final del menemismo, recomendó mirar las 1.738 páginas de la versión taquigráfica del primer informe de gestión del Gobierno, presentado el 4 de septiembre por Guillermo Francos ante el Congreso. Sugirió focalizar en la pregunta 177, cuando se le consulta al jefe de Gabinete por las complicaciones en el adecuado funcionamiento (casi frenado, a falta de presupuesto para el sector) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Breve y conciso, Francos arrancó informando que “el total de ingresos a la (Carrera del Investigador Científico) CIC y a la (Carrera de Personal de Apoyo) CPA recomendados al 10/12/23, corresponde a 845”.
Lo llamativo no es eso: los ingresos anuales a Carrera del Investigador constituyen un dato público difundido e históricamente oscilante, según el grosor de la política científica del gobierno de turno. La novedad, en cambio, fueron unos “peros” que sumó el jefe de Gabinete.
Científicos: la selección de la selección
Luego de aludir a los 845 investigadores seleccionados, Francos aclaró que “el ingreso de estas postulaciones está sujeto a la disponibilidad de crédito y cuota presupuestaria, y a la pertinencia de los planes de investigación presentados”.
La frase despertó sorpresa e indignación en García Solá, algo que sin dudas no pasó inadvertido en su propio sector, lo que habría motivado el pedido de renuncia. Consultados por este tema, desde la SRA no emitieron declaraciones.
Pero, según dijo el abogado y ahora ex miembro del Directorio del Conicet a este medio, su apartamiento del organismo de ciencia se centra “en una diferencia de opiniones respecto de la metodología para evaluar becarios e investigadores”.
“Ya hay 845 elegidos por más de 150 comisiones. El proceso de evaluación está concluido. Sin embargo, en la respuesta 177 se dice desde la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología que van a ser admitidos cuando haya presupuesto y los temas que traten sean pertinentes”, señaló.
“Quiere decir que va a haber una nueva evaluación después de la evaluación por pares, que es una evaluación científica”, apuntó, y lanzó: “Una nueva evaluación por temas 'pertinentes' quiere decir que va a ser pasada por un filtro que nada tiene que ver con la ciencia”.
Tras el pedido del diario Clarín, desde el entorno de Darío Genua, secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología, omitieron dar precisiones sobre una potencial reducción de los 845 investigadores seleccionados luego del exigente proceso anual que impone el Conicet.
En cuanto a los criterios que regirían en una potencial segunda selección, se limitaron a explicar que la intención es ir “a un modelo de ciencia conectada con las necesidades del país”.
El Conicet, el campo y una carta estrepitosa
El enojo del directorio del Conicet con las políticas que bajan desde el Ejecutivo polemiza con las características de los organismos autárquicos, como es el caso del Conicet. Son entes públicos con personalidad jurídica y administración propias. Según explicita el Sistema Argentino de Información Jurídica (SAIJ), “dicha independencia no implica la exclusión del control por parte de la Administración Central, pero tampoco supone una sustitución por parte del órgano descentralizado en la actividad que le es propia”.
Para García Solá es claro que un segundo proceso de selección se sustentará en un sesgo con claro aire discriminatorio.
Manuel García Solá es abogado, fue ministro de Educación en 1999 y hasta el 5 de noviembre integraba el directorio del Conicet, en representación de las asociaciones rurales. Manuel García Solá es abogado, fue ministro de Educación en 1999 y hasta el 5 de noviembre integraba el directorio del Conicet, en representación de las asociaciones rurales, publicó el diario Clarín.
Son afirmaciones duras que quedan bien claras en la carta de renuncia al cargo que tenía desde 2022 en el Directorio del Conicet, en representación del sector productivo del campo, un puesto ad honorem que había ocupado tras ofrecerse para integrar la terna que la llamada “mesa de enlace” (que nuclea a las principales entidades rurales) le propone al Conicet.
Sin embargo, advierte García Solá en ese escrito, su rol en ese organismo estaba lejos de ser una “representación” del campo en sentido literal.
Qué dice la carta de García Solá a la SRA
Fechada el 6 de noviembre y dirigida con a “Don Nicolás Pino”, presidente de la SRA, el texto tiene como centro el artículo 14 del decreto 1661/96, que define el reglamento de funcionamiento del Directorio del Conicet.
En alusión a esa normativa, García Solá plasma un jugado pasaje, que quizás sea uno de los más fuertes del escrito:
“Me detuve en ese artículo porque a lo largo de los casi 30 meses que ocupé la silla de nuestro sector, me subordiné estrictamente a su mandato, que dice 'los miembros del Directorio actuarán con independencia de criterio y no en representación de sus proponentes'. Y eso es lo que se hace en ese Directorio, querido Presidente: política científica y tecnológica del más alto nivel. Y eso, como usted podrá entender con su fina inteligencia y sensibilidad, no tiene ni puede tener ningún tipo de cortapisas. Obviamente que, desde esa perspectiva, Nicolás, nunca podría callar mi voz cuando se intentara cometer algún acto de persecución por ideas científicas, políticas, religiosas, tecnológicas o las que fueran”.
Más adelante, en un repaso de sus funciones, alude -con otro dardo al Gobierno- a los horizontes que no pudo alcanzar: “El otro gran objetivo que quise alcanzar durante mi gestión fue la profundización de la transferencia de tecnología desarrollada en la Red de Institutos y Laboratorios del principal organismo de ciencia y tecnología de Latinoamérica que es Conicet, al sector agropecuario y sus empresas. En eso no me voy satisfecho. El cambio del Gobierno del año pasado y de políticas en materia científica y tecnológica, lo truncaron”.
Da como ejemplo una alianza entre la SRA, el Conicet, la UNLP y las asociaciones de criadores, en pos de perseguir una línea de trabajo ligada a la investigación en genómica multiespecie. Sin embargo, subraya: “Cuando estábamos a solo un paso de que se concretara (...) cambiaron los actores y todo se paralizó”.
En el cierre manda al frente a quien le pidió que renuncie: “Las renuncias, señor Presidente, siempre tienen un motivo. En general el renunciante alega motivos de índole personal (...) No me siento abarcado en esa categoría (...) me pareció, en sintonía con el tipo de relación que siempre tuvimos, explicitar, en todo lo que fuera posible en el marco de la prudencia, mi disenso con la causa que seguramente lo llevó a usted a hacerme esta solicitud. El tiempo dirá”.
La carta de renuncia