En declaraciones al programa A quien corresponda (Radio De la Plaza), Baridón remarcó: “No hay que olvidarse que el cura tenía un sistema perverso, donde violaba a la mañana a los chicos y el sábado iba a comer a la casa de los padres. Incluso se fue hasta Chile a la casa de una de sus víctimas a bautizar a un sobrino del chico. Les traía rosarios benditos por el Papa, les compraba golosinas, de todo. Hacía todas esas cosas para que mantener a los chicos cerca y que no dijeran nada”.
En cuanto a la prescripción, remarcó: “La defensa se ha posicionado en que la prescripción es una herramienta matemática y se pone la vara midiendo y viendo si un delito está prescripto o no. En cambio, los querellantes planteamos que si bien es cierto que la prescripción es un instrumento garantizador de que a alguien no lo persigan de por vida, no siempre se aplica igualmente, porque hay casos especiales, como es este. La Corte Interamericana de Derecho, que tiene su sede en Costa Rica, habla de que no se puede prescribir cuando se trata de delitos que atentan contra un derecho humano elemental y por ese motivo no se puede permitir, perdón, amnistía o prescripción y por lo tanto se debe investigar”.
En ese sentido, remarcó: “En este caso se presentan circunstancias que califican a los delitos como una grave violación a la integridad de la persona, sobre todo siendo menores con un gran grado de vulnerabilidad”.
“Es verdad que Ilarraz se merece un juicio justo, pero también es verdad que las víctimas no han podido hacer la denuncia antes por toda una cuestión que les ha llevado años superar y es totalmente justo que se tengan en cuenta estas denuncias ahora”, manifestó el letrado.
Finalmente, informó que “la causa sigue su curso, aunque la velocidad de avance es lenta para este tipo de delito. Creo que a esta altura no hay motivo para que Ilarraz no esté declarando, incluso no sabemos siquiera dónde está porque nunca informó cuál es su domicilio”.