La directora había intentado previamente financiar el proyecto a través de la plataforma de Internet Idea.me que conecta a emprendedores con colaboradores que aportan diferentes sumas de dinero. Si bien se logró cierta recaudación, no fue lo esperado. Así que lo conseguido se destinó a la compra de un proyector 3D para el cine de Omar, postergando la realización de la película. De todos modos, hasta el momento, el aparato no se ha podido utilizar. En la actualidad, es revisado en un taller de Buenos Aires para detectar cuál es la falla.

Por su parte, Ruciello ya filmó algunos tramos del documental. Esas grabaciones han sido incluidas como material archivo en el nuevo guión presentado ante el Incaa, contó la realizadora en diálogo con El Diario. A partir de la posibilidad de disponer de presupuesto podrá continuar el registro audiovisual. La directora también contó que tiene previsto rodar durante 10 o 15 días para completar la película. El equipo no contaría más que con cuatro o cinco personas. Todavía no está determinado cuándo comienza la filmación.

Después de marchas y contramarchas, pareciera que el film podrá ser concluido. En este caso, se podrá cumplir uno de los sueños de Omar, es decir, que el cine Gaumont de Buenos Aires estrene una película que cuente su pasión por las películas y la odisea de construir su propio cine.

Construirlo dos veces
El albañil levantó con sus manos la sala de proyecciones en la planta alta de la vivienda que compartía con su esposa. "Empecé en 1996 a construir durante los fines de semana y los feriados. Durante cuatro años estuve trabajando y lo inauguré el 3 de julio de 2000", narró a El Diario. Las butacas pertenecían al ex Cine Mitre que funcionó en Villa Elisa a partir 1935 y el primer proyector fue donado por un cura de Hasenkamp.

Después de 11 años el cine pasó a demolición porque el terreno donde estaba ubicado fue heredado por Omar y sus hermanos, pero el Concejo Deliberante -contó el enamorado de las películas- se opuso a la subdivisión del mismo. Por lo tanto, no hubo más remedio que vender toda la propiedad. La tristeza del desmantelamiento y la acción de la piqueta fueron captadas por la cámara de Ruciello.

La mala noticia no amedrentó al hombre. Sin tardar, construyó una nueva sala al lado de la casa donde se mudó con su compañera Teresa, en el terreno de sus suegros. Así fue que el proyecto se volvió a levantar en 2011 con una nueva dirección.

En la actualidad, Borcard pasa las películas los fines de semana. Las películas son originales y reproducidas en DVD. "Los viernes pasamos cine infantil y los sábados y domingos para la familia. Mi objetivo es rescatar los chicos de la calle. No quiero que se quede nadie afuera. Sólo se cobra una entrada simbólica de ocho pesos y quien no puede pagar pasa igual" contó.

El cine no sólo se sostiene de las entradas sino de los festivales, recitales, rifas o bonos contribución que Omar y sus amigos-espectadores organizan para sostener un espacio donde mirar, reunirse y experimentar las emociones del cine.

Apasionado por el cine
De niño, Omar debió ganarse la vida como canillita. Su principal motivación para sobrellevar su suerte eran las monedas que le permitían cada sábado pagar una entrada al cine. En el presente, con más de 60 años y una pensión contributiva de menos de 3000 pesos, lleva adelante el Paradiso para los chicos de su pueblo.

Luz Ruciello es de Concepción del Uruguay y vive en Buenos Aires donde trabaja "free lance" como asistente de dirección de producciones audiovisuales para el cine y la televisión. También lleva adelante sus propios proyectos. Hace siete años, de visita por Villa Elisa, descubrió un pequeño cine. Ahí nació su relación con el protagonista de esta historia, Omar Borcard.